Se llama Lupe y tiene seis meses. Es una perrita de una raza escasa en Suramérica (oficialmente solo hay en Argentina y en Colombia) y la única en nuestro país. Físicamente es adorable, además de ser increíblemente afectuosa y no es casualidad, esto se debe a que Lupe es una australian labradoodle: ‘labra’ de la raza labrador retriever, ‘doodle’ de poodle, y el tipo australiano es más superior que un labradoodle regular.
“Es una raza que nace (hace más de 30 años) como petición de una pareja: la señora es ciega y el señor es alérgico al pelo de perro”, cuenta Alejandra Villa, dueña del criadero Frank on the Road en Guatavita, Cundinamarca y dueña de Lupe.
“Esta pareja necesitaba que su perro cumpliera con las características de ser una mascota de terapia (que tuviera el temperamento de un perro de servicio para guiar a la mujer ciega) y al mismo tiempo que no generara reacciones alérgicas (alergy friendly)”.
Para crearlo, los fundadores de esta raza, Tegan Park y Rutland Manor, “empezaron a fusionar razas de generaciones jóvenes de los ya mezclados labradoodles con otras razas, buscando hacer correcciones en temperamento, pelaje, estructura y tamaño”, explica el ALCA (Australian Labradoodle Club of America), el club oficial de la raza en el mundo. Razas como la Irish Water Spaniel y el Cocker Spaniel, tanto el inglés como el americano, están en sus venas.
Los australian labradoodles son, como coinciden el ALCA y Villa, perros genéticamente maravillosos, inteligentes, cariñosos, pierden poco pelo o nada, no generan alergias, intuitivos y sumamente sensibles.
Terapias en Colombia
La idea con Lupe es principalmente abrir el espectro en terapias con animales para que aquellas personas que las necesiten (sean de recuperación física o psicológica) y que además sean alérgicas, puedan acceder a tan efectivo tratamiento.
“Lupe es una gran adquisión para seguir ayudando a niños y adultos con problemas motrices y emocionales e invitar a más personas que lo necesiten”, explica Andrés Villa de la Fundación Dar al Prójimo.
ANA ISABEL GÓMEZ
REDACTORA EL TIEMPO