El mercado de las scooters tuvo un renacimiento inesperado y en particular los modelos de marcas clásicas como Vespa o Lambretta, pasaron a convertirse en objetos de culto.
Lo “retro” volvió a estar de moda y no solo entre las motos, porque Volkswagen reeditó el clásico Escarabajo y también Mini lanzó una renovación de su modelo Cooper.
En la senda de la clásica Vespa, Yamaha lanzó su propia scooter, llamada Vino, que gracias a su buena relación precio-producto, a su logrado diseño y a un motor de gran rendimiento logró posicionarse como una opción destacada en el competitivo segmento de las motos urbanas.
La denominación oficial de fábrica fue YJ50R, cuyo número remite a la cilindrada del motor, pero la mayoría la conoció simplemente como Vino.
La inspiración estética es la Vespa sin formas extravagantes ni detalles exóticos, un ejemplo de equilibrio entre categoría y simpleza las similitudes se advierten a simple vista, sobre todo en la horquilla delantera y en la forma del chasis.
A pesar de su espíritu ciudadano, la primera generación de la Vino fue la más “picante” y con las mejores cifras de aceleración, gracias al motor monocilíndrico de origen Minarelli, una máquina muy simple, con refrigeración por aire y carburador, pero que igual se destacó por su gran desempeño.
A partir de 2005, la YJ50 fue reemplazada por la XC50, que fue conocida como Vino Classic.
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