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Cuando el mundo quedaba lejos

'Un suplemento de lectura, debe seguir siendo un espacio de reflexión y cultura'

Roberto Pombo
Hablar hoy en cualquier parte del mundo de la existencia de un suplemento de periódico dedicado a los temas de la cultura es, por decir lo menos, un lugar común. Es casi imposible imaginar un medio de comunicación serio que no dedique parte de sus esfuerzos y de sus páginas a la presentación de los más variados asuntos relacionados con el pensamiento, en su concepción más amplia.
Hace un siglo, en Colombia, en cambio, era una rareza. Cuando EL TIEMPO lanzó con toda pompa, en 1913, sus LECTURAS POPULARES, estaba reconociendo el vacío sobre ese tema en el país –en ese entonces fundamentalmente circunscrito a la literatura-, y entendía que un medio que se dedica únicamente a informar sobre los sucesos diarios está dejando de cumplir con parte de su misión social. No podía ser, en palabras de Eduardo Santos, “un mero portador de noticias”.
En aquella época el mundo quedaba lejos. A comienzos del siglo pasado sólo una élite muy privilegiada tenía acceso a lo que estaba ocurriendo en el mundo en materia literaria, y EL TIEMPO, como parte de esa élite privilegiada, decidió dedicar una publicación especial y autónoma para presentarles a sus lectores lo último de la creación de escritores, sobre todo franceses, y lo publicaba, como una revelación, en ensayos completos, poemas, cuentos y comentarios, en las plumas más célebres de entonces.
Como su nombre lo indica, este suplemento, apuesta a que haya más lectores como vocación prioritaria de cualquier publicación y por tanto al estímulo a la lectura como objetivo empresarial. De orientación inicialmente literaria, explicable también por ser muchos periodistas también literatos, el ‘Suplemento Literario’ ha ido ampliando su atención a otros sectores que han ganado importancia cultural: tecnología, gastronomía, modas etc. LECTURAS alude a la estrategia de un diario –EL TIEMPO impreso y en internet-, cuya razón de ser es el texto como característica frente a otros medios.
En este número conmemorativo de los 100 años de LECTURAS hay textos que recuerdan a los grandes hombres que dirigieron este suplemento y varios de los escritos más notables que han sido publicados aquí, razón por la cual no entro en ese recuento. Basta subrayar que su contenido ha representado un registro precioso de la mentalidad nacional y que ha contribuido enormemente al prestigio y autoridad del periódico.
Si en 1913 el mundo quedaba lejos, hoy todo es distinto. El mundo está más cerca o, gracias a la comunicación, hacemos parte del mundo. En ese sentido ya no es necesario, casi, hacer revelaciones sobre nuevas producciones culturales, puesto que la red tecnológica lo sirve casi todo al instante. Hoy las páginas de LECTURAS deben estar dedicadas mucho más al análisis de tendencias, a las críticas sobre obras de toda índole, que a meros registros informativos.
La pregunta clave, en estos momentos, es: ¿Qué hacer en los próximos 100 años? Es difícil saberlo con certeza pero hay que intentarlo de inmediato. Es preciso tratar de entender la lógica profunda y no sólo la superficialidad aparente que hay en muchas de las manifestaciones de comunicación de los jóvenes. Sus formas de expresión, la manera en que manejan las herramientas tecnológicas como un apéndice inseparable de su lenguaje, las nuevas manifestaciones del arte no convencional… Un suplemento de lectura, en su espíritu esencial, debe seguir siendo lo que ha sido en el último siglo en cuanto espacio de reflexión sobre la cultura. Pero su esfuerzo, más importante y definitivo debe ser el de ‘leer’ las pistas que nos anuncian hacia dónde va la cultura en el siglo por venir.
Roberto Pombo
Roberto Pombo
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