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En su nueva obra, el director Jorge Alí Triana evoca a Borges

El colombiano acaba de estrenar, en el Repertorio Español, de Nueva York, 'Cita a ciegas'.

Puede que hoy el nombre de Jorge Alí Triana se relacione con la televisión y el cine (actualmente dirige y produce la serie Comando élite), pero es ante todo un hombre de teatro.
Fue a mediados de la década del 60, luego de ver la adaptación de El jardín de los cerezos, de Antón Chéjov, hecha por Santiago García, en el desaparecido Teatro de la Universidad Nacional, cuando supo qué quería ser en su vida. “Quedé maravillado y no solamente dije ‘eso es lo que yo quiero hacer en la vida’, sino que decidí que quería ir a estudiar donde él había estudiado”.
Así fue a dar a Checoslovaquia (hoy República Checa), donde se formó como director teatral en la Academia Superior de Artes de Praga. En Nueva York acaba de estrenar su nuevo trabajo: la obra Cita a ciegas, actualmente en temporada en el Repertorio Español. Y no se detiene. “Hay muchos proyectos por hacer –dice–, pero por agüero no me gusta hablar de lo que se va a hacer”.
En esta producción, Triana une fuerzas con otra gran figura del teatro colombiano, el actor Germán Jaramillo, quien interpreta el rol central. Aunque es la primera vez que dirige al intérprete manizaleño, uno de los fundadores del Teatro Libre y director del teatro neoyorquino ID Studio Theater, en el pasado los dos ya habían coqueteado para trabajar juntos. “Germán es un actor muy completo, muy inteligente, culto, que comprende muy bien el universo que está representando. Todos esos elementos hacen de un actor algo muy positivo”.
La obra –adaptación de la pieza del argentino Mario Diament– trata de un hombre ciego de avanzada edad, que se pasa el tiempo sentado en la banca de un parque, en la que, como si fuera un laberinto, se cruzan los destinos de los personajes.
Obviamente, se trata de una evocación del escritor Jorge Luis Borges.
“Todo ese universo borgiano –asegura el colombiano– me llamaba mucho la atención... Es una obra con una gran factura literaria, una reflexión filosófica, un par de historias de amor y desamor y, de alguna manera, también es un thriller”.
La pieza es la cuarta que dirige en la cartelera del Repertorio Español, un teatro que se ha dedicado a montar a los grandes nombres de la literatura y la dramaturgia hispana. Allí también dirige Crónica de una muerte anunciada (obra que también montó en Colombia y en Perú); El Quijote, basada en la adaptación de la obra de Cervantes hecha por Santiago García, y Doña Flor y sus dos maridos.
Pasiones
Puede que Cita a ciegas no sea una adaptación per se de una obra de Borges, pero se suma a ese universo de versiones teatrales de las grandes plumas latinoamericanas que ha realizado Triana.
Claro que, más que adaptaciones, son traducciones, sostiene el director. “Se trata de llevarlas a otros lenguajes. Estas son obras literarias que no requieren ni necesitan que nadie ni les quite ni les agregue nada”.
Con esa mirada, Triana ha traducido al teatro La fiesta del chivo y Pantaleón y las visitadoras, del Nobel peruano Mario Vargas Llosa; Doña Flor y sus dos maridos, del brasileño Jorge Amado, y La cándida Eréndira y su abuela desalmada y Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez.
Según Triana, este viraje hacia la narrativa nace de lo que él considera la falta de una dramaturgia potente tanto en Latinoamérica como en Colombia, salvo honrosas excepciones. “Creo que tenemos un desarrollo mayor en la puesta en escena que en lo que escribimos... Por esa razón yo he intentado hacer una traducción de esos universos literarios al teatro, porque encuentro una mirada muy profunda de nuestra cultura, con personajes verosímiles, de complejidad psicológica, con tramas y fábulas verdaderamente complejas”, manifiesta.
La relación más fluida que ha sostenido Triana con un escritor es con García Márquez. Además de las tablas, también ha llevado sus creaciones a la televisión, como el cuento En este pueblo no hay ladrones, y al cine, en dos oportunidades: Tiempo de morir, guion original del Nobel colombiano, y Edipo rey, que se basa en una adaptación que Gabo hizo de la tragedia de Sófocles.
“Una de las genialidades de Gabo –anota– es haber podido narrar con esa potencia poética, con esa magia. Uno siente, cuando lo lee, que en cada familia de nosotros pasó algo similar. Esa es la gran dificultad y la gran ventaja que he encontrado en tratar de producir imágenes a partir de su obra”. En el 2014, Triana hará La cándida Eréndira con el Teatro Británico, de Perú.
Dolores
Las respuestas de Triana por sí solas recuerdan las indicaciones de un libreto teatral. Con su voz seca, elocuente, transmite pequeños universos dramáticos en rápidos diálogos.
El más sincero y nostálgico surge cuando se menciona el desaparecido Teatro Popular de Bogotá (TPB), que Triana fundó en 1968 y, después de soportar una difícil crisis financiera, dejó de existir a finales de los 90.
“Estuvimos allí casi 30 años –rememora, dolido–, con un teatro abierto todos los días, que yo creo que fue muy significativo en la cultura teatral de Bogotá, y que desapareció de esa manera tan dramática. Es un espacio que me hace una falta inmensa”.
El TPB fue un semillero, amplía Triana, pero no solo de actores –por allí pasaron Jairo Camargo, Víctor Hugo Morant, Gustavo Angarita y la propia Fanny Mikey–, sino de gente de teatro y de espectadores.
Fue un teatro que abordó un variado catálogo de autores, desde los más clásicos hasta los más contemporáneos. Allí se gestó I Took Panama, creación colectiva con dramaturgia de Luis Alberto García y dirección del propio Triana, que se ganó su lugar en el Olimpo de obras colombianas, junto a clásicos como Guadalupe años sin cuenta, del Teatro La Candelaria; A la diestra de Dios padre, del Teatro Experimental de Cali; La agonía del difunto, del Teatro Libre, y, más tarde, La siempreviva, del Teatro El Local.
I Took Panama se estrenó en 1973, a los 70 años de la pérdida de aquella parte de Colombia, y sobrepasó las 1.500 funciones. Es un retrato descarnado sobre la separación, ocurrida en 1903. “En un país sin memoria como el nuestro, haber revivido ese episodio trágico que la gente desconocía, que yo creo que ha sido ocultado intencionalmente, pues produjo asombro, no solamente por el hecho histórico sino también por la riqueza teatral con que se hizo”, subraya Triana sobre esta pieza, que fue montada de nuevo en el 2003.
Aunque el TPB desapareció, el edificio en el que funcionaba, en el centro de Bogotá, se convirtió hace poco en el Espacio Odeón, un lugar destinado a las artes plásticos y al teatro. Allí se estrenó hace poco la obra 13 sueños, de Laura Villegas, y se llevará a cabo la feria de arte contemporáneo Odeón.
“Me place mucho que ese espacio por el que batallé por tantos años esté dedicado hoy a una actividad similar a la que siempre lo estuvo, no solamente durante el TPB; anteriormente, la Universidad de América lo había tenido y el Teatro El Búho también –explica–. Es un lugar que la cultura de la ciudad siempre luchó para tener”.
Y así como se dio la reestructuración física de este sitio que despierta tantas pasiones en Triana, el teatro colombiano también está teniendo un cambio generacional, con la aparición constante de nuevos directores y dramaturgos, como Pedro Salazar, Manolo Orjuela y Jorge Hugo Marín, que fueron discípulos de Triana.
“Sigo conectado con ellos y me producen mucha vitalidad: uno ya aprende de los alumnos. Sobre la renovación, la veo con mucho optimismo. Hay toda una nueva generación muy interesante, que está haciendo sus propias propuestas, y eso es gratificante”, asegura.
Aunque sus viajes por otros países lo mantengan alejados de la escena colombiana, Triana aspira a volver a dirigir en Colombia. “Lo que pasa –remata, entre risas– es que ya no me invitan por allá. Me va a tocar volver a armar un teatro para dirigir en Colombia”.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
Cultura y Entretenimiento
@YhoLoaiza
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