Ocurrió el 16 de septiembre pasado. El gobernador de La Guajira, Francisco ‘Kiko’ Gómez Cerchar, subió a la tarima del estadio Federico Serrano Soto, de Riohacha, y dijo ante 5.000 asistentes a una vigilia cristiana: “Me arrepiento de todos mis pecados y pido perdón por todos ellos y los pecados de mi pueblo”.
Un mes después, el hombre fuerte de La Guajira fue llamado a rendir cuentas. No ante la justicia divina, sino ante la Fiscalía, que lo capturó hace una semana por procesos que van desde homicidios hasta negocios con ‘Jorge 40’ y Salvatore Mancuso, los máximos jefes paramilitares de la Costa.
Gómez Cerchar, a quien la Universidad de La Guajira le otorgó el título de administrador de empresas honoris causa poco después de su elección como gobernador, en el 2011, es el menor de los tres hijos de Alfonso Gómez, un acaudalado ganadero que, como él, también fue alcalde de Barrancas, su pueblo natal. Allí, precisamente, fue capturado en un convulsionado operativo en el que los agentes del CTI que cumplieron la orden de un fiscal delegado ante la Corte fueron víctimas de golpes, adjetivos de grueso calibre y hasta amenazas.
Pero no es la primera vez que ‘Kiko’ Gómez está detrás de las rejas. En 1993 fue capturado por cargos de tráfico de armas y porte de estupefacientes. Ese expediente terminó cerrado en un procedimiento que hoy revisa la justicia. Gracias a ese archivo, a pesar de todos los cuestionamientos, Juan Francisco Gómez Cerchar logró convertirse en el principal barón electoral de La Guajira.
Con pinta de cantante vallenato –aunque su canción preferida, que canta a grito herido, es la ranchera Pero sigo siendo el rey, en la voz de Vicente Fernández–, el corpulento mandatario, de 55 años, llegó a Bogotá el lunes pasado, luego de 48 horas de rifirrafes entre el CTI y las autoridades locales.
Mientras Gómez espera que le definan el sitio de reclusión –sigue en el búnker de la Fiscalía–, en Riohacha pocos se atreven a hablar, bien o mal, de él. En la ciudad circulan cartas de apoyo, pero sin firma, y quienes lo han denunciado están encerrados en sus casas. Su gente cercana asegura que el gobernador es víctima de un montaje orquestado desde Bogotá y dice que hay una persecución contra la dirigencia del departamento.
Además de su propio recorrido, a ‘Kiko’ siempre le han cuestionado sus amistades. Una de las primeras sombras en su entorno fue el famoso narcotraficante y contrabandista Santander López Sierra, el ‘hombre Marlboro’, que fue senador de La Guajira a mediados de los 90 y que terminó en una cárcel de los Estados Unidos. “Claro que lo conozco, todo el mundo sabe quién es”, afirmó el político en su momento.
En Barrancas, municipio que recibe cerca de 25.000 millones de regalías de la explotación de carbón al año, Gómez fue concejal (1992) y alcalde dos veces (1995 a 1997 y del 2001 al 2003).
Luego se convirtió en un cacique político que quitaba y ponía alcaldes y daba bendiciones para candidatos a cualquier cargo público, hasta que terminó eligiéndose en una polémica campaña como gobernador, en la que sacó 126.000 votos y en la que fue víctima de un atentado. Fue elegido por Cambio Radical, partido que intentó retirarle el aval cuando estalló el escándalo por sus antecedentes.
Su poder electoral también le alcanzó para sentar en la Asamblea y luego en el Congreso a su esposa, Viviana Bacci García. Ella es prima de Marcos Figueroa García, ‘Marquitos’, el capo de capos en La Guajira y uno de los hombres que más enredan al gobernador Gómez en asuntos oscuros.
La Fiscalía investiga amenazas de la gente de ‘Marquitos’ contra los que, en la Costa Caribe o en Bogotá, han cuestionado al mandatario. En varias interceptaciones, creen los investigadores, hay referencias a Gómez y a Figueroa con las claves de ‘Tío’ y ‘Tío Óscar’. Y, agregan las fuentes consultadas por EL TIEMPO, hay pistas sólidas sobre la participación de sicarios de ‘Marquitos’ en los asesinatos que hoy tienen a La Guajira sin gobernador.
Por ahora, Gómez tiene la versión de un ‘peso pesado’ del crimen en contra. Salvatore Mancuso le dijo a la justicia colombiana que la expansión ‘para’ por el norte del Cesar y La Guajira a mediados de los 90 estuvo apoyada por el entonces alcalde de Barrancas.
Más aún, dijo que, cuando se produjo su sonada detención en esa zona, en un retén de la Policía que lo descubrió con un carro lleno de armas, Gómez se movió, sin éxito, para que lo dejaran libre. El jefe ‘para’ tenía, según su propia versión, amigos más fuertes en el poder en esa zona y así logró seguir su camino.
Siguen allanamientos
Ante la Fiscalía, Gómez ha sido emplazado a explicar lo que sabe de las muertes del concejal Luis López Peralta, asesinado por paramilitares en 1997, y de Luis Alejandro Rodríguez y Rosa Mercedes Cabrera, víctimas de un atentado en el 2000.
La hipótesis de la Fiscalía es que Marcos Figueroa está detrás de estos dos últimos crímenes, como también del de la exalcaldesa de Barrancas Yandra Brito, opositora de ‘Kiko’ Gómez. Ayer, la Fiscalía volvió a su casa en Barrancas, en busca de nuevas pruebas.
También enfrenta cargos por contratos
Francisco Gómez tendrá que explicarle a la Procuraduría por qué suscribió cuatro contratos que no habrían cumplido los requisitos legales. El más grande, para la construcción de vías, fue por 49.000 millones de pesos y hay dudas sobre su adjudicación.
Los males que azotan a su departamento
1. Cultura de lo ilegal
Abandono estatal, poco control oficial en la zona y una tradición de contrabando de décadas han minado en La Guajira el respeto por la autoridad. La zambra que estuvo a punto de frustrar la captura de Gómez, hace una semana, lo prueba.
2. Contrabando
En La Guajira hay verdaderos poderes criminales que mueven cigarrillos, licor y combustible entre otros productos que vienen de Venezuela. En lo corrido del año se han incautado en la zona cerca de 60.000 galones de gasolina.
3. Narcotráfico
Por sus condiciones geográficas, la península ha sido utilizada para entrar y sacar mercancías ilegales, bien hacia Venezuela o hacia el Caribe. Las bandas controlan las rutas de la coca que eran antes de los ‘paras’.
4. Violencia
‘Urabeños’ y ‘Rastrojos’se disputan el control sobre bandas locales, muchas de ellas familiares, que por décadas han mandado en la región. La de ‘Marquitos’ es una de ellas. Además hay presencia del frente 59 de las Farc.
REDACCIÓN EL TIEMPO