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Sí Vargas para rato

Existen solo dos cosas seguras hasta esta altura del proceso electoral que se avecina. La primera, que ya no queda duda de que el presidente Santos va por la reelección. (Dicen que esto está lleno de asesores gringos)... La segunda, que está absolutamente descartado el tal plan V.
Creo sincero que a comienzos de su gobierno, el presidente Santos no tenía decidido si gobernaría cuatro u ocho años. Eso dependía de que en su primer período lograra imponer su marca para la historia. Por ejemplo, firmando la paz, respaldado por unos altos niveles de aceptación de los colombianos. Incluso, salir como un héroe si a costa de renunciar a su segundo período dejaba marchando un proyecto de ley que ampliara el período –no suyo, sino de su sucesor– a seis años, a cambio de eliminar una figura extraordinariamente dañina para la democracia colombiana como es la reelección.
Mientras esa posibilidad existió, Germán Vargas Lleras era claramente su sucesor. El plan V. Fue para Santos un ministro de lujo, sin dejar duda de su talante y de su garra. Hasta llegó a desarrollar una sincera cercanía con el Presidente, basada en la franqueza y en la lealtad. Y, además, porque es uno de los pocos que lo hacen reír. Pero, al contrario de lo que muchos apostaban, el plan V no se fortaleció con el aumento de la impopularidad del Presidente y las dificultades y dilaciones del proceso de paz, sino que se anuló. Se canceló del todo. Hoy es evidente que el Presidente necesita su reelección para aferrarse a ese segundo aire, porque su primer gobierno todavía no les deja nada escrito a las futuras generaciones de colombianos, y más seguro todavía, aunque muchos no quieran aceptarlo, es que Vargas no se le va a atravesar.
Como registra más alto en las encuestas que el propio Presidente, no faltan quienes no descarten que Germán Vargas termine traicionando al presidente Santos y que reviva el tal plan V. Para mí, esa posibilidad está absolutamente descartada.
La pregunta es, entonces, qué hará Vargas Lleras sentado en la banca, luego de ayudarle al Presidente a ganar su reelección.
Por su vocación pública, no lo veo de presidente de algún Fedegán, o AV Villas, ni en algún prestigioso cargo gremial o del sector privado parecido. Pero Vargas necesita trabajar, porque no es un hombre rico, requiere de esquemas de protección, porque es una presa apetecida por el terrorismo y necesita visibilidad para mantenerse como una futura opción presidencial viable.
Sí. Tendrá que aplazar otros cuatro años sus aspiraciones, pero mientras tanto necesita oficio, pantalla y sueldo, por lo que necesariamente lo veo de nuevo en el Gobierno. Una embajada la creo descartada, porque no es de su talante andar asistiendo a cocteles diarios de las delegaciones de Uzbekistán o Albania.
Pero no me parece tan loca la idea de la vicepresidencia, como plantea el último número de Semana. Siempre y cuando ocupe al mismo tiempo algún ministerio que dé prestigio, como la Cancillería, o donde haya mucha plata para hacer ejecución, como el de obras públicas. Aquí, el Presidente y su actual ministra han dejado sembrada una fértil cosecha de infraestructura cuyos logros comenzarán a verse en el curso de los próximos dos años, y que él podría acrecentar.
Algunos dicen que para Vargas la vicepresidencia es una opción arriesgada, porque si el Gobierno no logra levantar cabeza, terminaría empaquetado en su desprestigio. ¿Pero acaso Angelino Garzón no es el hombre más popular del momento?
Lo que fuera un promisorio plan V, que, repito, ya no existe, hoy se reduce a la situación de un hombre capaz y promisorio que sabe mejor que nadie que en política no hay ni pasado ni futuro, sino solo presente. Pero, sobre todo, que mantenerse políticamente vigente durante 4 años en Colombia es una ruleta rusa.
Cuando el río suena... Lampedusa es el nuevo nombre de crimen de lesa humanidad.
MARÍA ISABEL RUEDA
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