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Los trastornos del exmilitar que mató a 12 colegas en Washington

'Aaron tenía problemas para controlar su ira': padre del autor de la masacre de Navy Yard.

SERGIO GÓMEZ MASERI
Descartada ya la tesis de un segundo atacante en la masacre del lunes en el Navy Yard, en Washington, todos los ojos se posan ahora en la figura de Aaron Alexis, el afroamericano de 34 años que asesinó a sangre fría a 12 de sus colegas antes de perder la vida en un tiroteo con la Policía.
Y si bien son muchas las teorías, nadie sabe a ciencia cierta qué pudo provocar la ira que lo llevó a cometer semejante barbarie. De hecho, lo que ha emergido hasta ahora es un perfil contradictorio entre un joven descrito por su amigos como “noble y de buen corazón” y otro, de un hombre con trastornos psicológicos y serios problemas de conducta que ya le habían ocasionado roces con las autoridades. (Lea también: Asesino de Washington: budista, amante de las armas y decepcionado)
Alexis nació en Brooklyn, en Nueva York, pero estaba radicado en Fort Worth (Texas), donde trabajaba para The Experts, una empresa de servicios de tecnología. Hacía una semana se había desplazado a Washington para trabajar en un nuevo contrato adquirido con la Armada para renovar la red interna de computadores en el Navy Yard, un complejo de esta rama de las Fuerzas Armadas en pleno corazón de la capital estadounidense. Antes de eso había prestado servicio como reservista activo de la Armada, entre el 2007 y el 2011. Fue entonces cuando adquirió el rango de electricista de tercer nivel, especializado en los sistemas eléctricos de varios tipos de aviones.
Por el momento, los que han hablado son sus amigos y familiares, que todavía no salen del asombro. “Lo que sabemos es que él no era esa clase de persona. Nada de lo que le escuché me hizo alguna vez pensar que era una persona de cuidado. Nadie en esta familia se lo esperaba”, sostiene Anthony Little, esposo de su hermana.
Nutpisit Suthamtewaku, un inmigrante tailandés con el que Alexis compartió vivienda durante varios años en Seattle, estado de Washington, dijo también que nunca vio asomos de violencia en su amigo.
“Era una persona tranquila, fácil de llevar. No puedo creer que él haya hecho esto. Él era mi mejor amigo, como un hermano”, afirmó este hombre a la cadena CNN.
De acuerdo con Suthamtewaku, Alexis practicaba el budismo, meditaba con frecuencia y se había empeñado en aprender tailandés, lengua que ya dominaba con destreza. Como hobby veía programas de cocina y había comenzado un curso por Internet para obtener un grado de ingeniero aeronáutico.
Según Suthamtewaku, aunque siempre le causó curiosidad la fascinación de Alexis por los juegos de video violentos y las armas, nunca, en los tres años que vivieron juntos, exhibió agresividad alguna.
Lo único que le incomodaba y por lo que tuvo que ponerlo en su sitio en varias ocasiones, es que le coqueteaba abiertamente a las clientes del restaurante de comida thai que decidió montar con su esposa y donde Alexis trabajaba a cambio de no pagar la renta.
Lo que si detectaron tanto su esposa Kristi Suthamtewaku como Michael Ritrovato, otro excompañero de vivienda, era que en los últimos meses no andaba feliz con la vida.
Según ambos, Alexis se quejaba con frecuencia del maltrato laboral que recibía de su empresa y al parecer estaba en una pelea por el pago y las compensaciones que recibió tras un trabajo de varios meses en Japón.
Así mismo, estaba frustrado con el Gobierno federal pues no obtenía los beneficios que creía merecer en su calidad de veterano retirado.
“Tenía problemas financieros y hace algunos meses le escuché decir por primera vez que se quería ir de Estados Unidos”, sostuvo Kristi.
Pero algo andaba mucho peor en su entorno psicológico que no había sido detectado por sus amistades. Según varios reportes de prensa, Alexis había contactado en las últimas semanas a dos hospitales de veteranos pidiendo ayuda psiquiátrica.
Además, poseía un récord criminal que indicaba ya serios problemas. En el 2004 había sido arrestado brevemente luego de disparar contra las llantas del carro de un obrero en una constructora porque este lo estaba “molestando”.
En el interrogatorio que le hizo la Policía, Alexis dice que recuerda la discusión con el hombre, pero que tenía borrado de la cabeza el momento en el que sacó el arma y disparó.
Su padre, a quien consultaron tras este incidente, les dijo a las autoridades que Alexis tenía dificultades para manejar su rabia y que sufría de estrés postraumático como consecuencia de los atentados del 11-S en Nueva York, un evento que presenció cuando vivía en esta ciudad.
Su carpeta también recuenta otro arresto por desorden en un bar donde destruyó varios muebles y un incidente en el 2010 en el que disparó un tiro al techo de su apartamento que penetró en la casa de la vecina superior.
De acuerdo con la vecina, vivía aterrorizada por la conducta de Alexis que varias veces la había increpado de manera violenta por ruidos en su apartamento.
En su versión a la Policía, el hombre dijo que se trataba de un accidente pues la pistola se había disparado mientras la limpiaba.
El martes, además, la Armada reveló que Alexis había acumulado ocho reprimendas a lo largo de sus cuatro años de servicio. Varias de ellas fueron triviales, como una por infracción automovilística y dos por ausentarse del trabajo sin explicación alguna. Pero otras fueron más serias e incluyeron insubordinación y desacato a la autoridad.
Retiro con honores
Fueron esos incidentes los que forzaron su retiro en enero del 2011. Inicialmente la Armada quiso darlo de baja alegando un ‘patrón de conducta inadecuado’ y ofreciéndolo solo un ‘retiro general’, que hubiese limitado los montos y derechos de sus prestaciones. Pero al parecer el proceso de despido estaba tardando demasiado y dado que la Armada quería deshacerse de él cuanto antes optaron por un ‘retiro con honores’, que le garantizaba los máximos beneficios posibles.
Toda una sumatoria de incidentes que al parecer no se tuvieron en cuenta cuando se le otorgaron a Alexis las credenciales para poder ingresar sin restricciones y chequeos de seguridad al Navy Yard.
De hecho, su ‘retiro con honores’ es hoy motivo de intensa polémica en Washington, pues gracias a él fue que pudo conseguir trabajo en la firma contratista y luego tener acceso irrestricto a las instalaciones militares. Igualmente, le abrió la puerta para comprar sin problema alguno el rifle semiautomático y la pistola que utilizó en la masacre.
Un dato que no explica la tragedia pero que con seguridad encenderá de nuevo el debate sobre el control de las armas en EE. UU.
Lo que también parece descartado es que el ataque tuviera una raíz ideológica o alguna conexión con el terrorismo internacional.
De acuerdo con la jefe de Policía de la ciudad, Kathy Lanier, “nada apunta, por ahora en esa dirección”.
Todo indica, más bien, que se trataba de un hombre profundamente trastornado que un buen día decidió cobrarse con la vida de inocentes su frustración frente a un sistema que, a su juicio, lo había decepcionado.
Alcalde vincula recortes federales con masacre
El alcalde de Washington D. C., Vincent Gray, vinculó los fallos de vigilancia que pudieron facilitar el tiroteo del lunes, en el que murieron doce personas, con los recortes en el presupuesto federal.
“Los cortes son para ahorrar dinero del Gobierno federal y así es como esquilmamos en tareas como esta y ponemos a la gente en peligro”, señaló Gray en una entrevista con la cadena CNN. El tiroteo del lunes, en el cual también murió el supuesto atacante identificado como el exreservista naval Aaron
Alexis, ocurrió en la sede del Mando de Sistemas Navales, el mayor de los cinco mandos de la Marina de Guerra. La vasta instalación naval, a orillas del río Anacostia, se encuentra a menos de dos kilómetros del Congreso de EE. UU. y a menos de seis de la Casa Blanca. Según las autoridades, Alexis, un contratista privado que trabajaba en computadoras, ingresó en la sede naval usando la tarjeta de identidad de otro empleado, y quizá portando una escopeta que había adquirido recientemente en Virginia. Para su ataque, el individuo usó asimismo un rifle automático AR-15 que, según las investigaciones iniciales, pudo haber arrebatado a alguna de sus víctimas. “Cómo pudo ocurrir esto es increíble”, dijo Gray, quien describió el Astillero Naval como “una de las instalaciones más protegidas del país”.
El desacuerdo entre el presidente Barack Obama y la mayoría republicana en la Cámara de Representantes condujo desde marzo a cortes automáticos en todos los gastos del Gobierno federal, que han afectado especialmente a las Fuerzas Armadas. “Obviamente hay doce personas que pagaron el precio último por lo que se haya hecho para que este hombre entrara en la base”, agregó.
La Marina, por su parte, ordenó una revisión de la seguridad en todas sus bases.
SERGIO GÓMEZ MASERI
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
SERGIO GÓMEZ MASERI
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