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Gas sarín, el arma química que tiene en vilo al mundo

Fue desarrollado en 1938 en Alemania como pesticida. Ataca el sistema nervioso y mata rápidamente.

Incoloro e inoloro, el gas sarín, a causa del cual hace un mes murió en Siria una cantidad indeterminada de personas (1.429 dice Estados Unidos), es un arma de destrucción masiva que produce una muerte rápida y dolorosa, pero también genera terribles sufrimientos a quienes se les administra en mínimas dosis. (Lea también: Así ataca el gas sarín).
Químicamente, es un neurotóxico y está clasificado entre los organofosforados. Sus componentes químicos se suelen usar como plaguicidas artificiales. Sin embargo, en este último caso, está prohibido debido a su altísimo nivel de toxicidad. (Vea acá las  zonas afectadas por el gas sarín y conozca sus efectos).
El sarín fue clasificado como arma de destrucción masiva en la Resolución 687 de la ONU y su producción y almacenamiento fueron declarados ilegales en la Convención sobre Armas Químicas, de 1993. (Siga este enlace para leer: Damasco acusa a occidente de imponer su voluntad al pueblo sirio)
Este gas fue descubierto en 1938, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, por químicos alemanes de la firma IG Farben, mientras trabajaban en la investigación de nuevos pesticidas.
Al ser liberado, ataca directamente el sistema nervioso central, que es el que regula todas las actividades vitales del cuerpo humano. La dosis letal para un adulto es de medio miligramo.
“Lo que hace el sarín es atacar la enzima que regula la producción de acetilcolina, compuesto químico que, por decirlo de alguna forma, ‘enciende y apaga’ nuestras funciones vitales. Al exponerse a este gas, el cuerpo sigue produciendo acetilcolina en exceso, lo que genera que todas las funciones vitales del cuerpo comiencen a trabajar sin descanso ni regulación alguna”, explicó Javier Rodríguez, médico magíster en toxicología de la Universidad Nacional.
Según el experto, los músculos no dejan de contraerse, todo el cuerpo tiembla, hay calambres, el corazón sufre arritmia, no se puede controlar la micción ni la defecación, los pulmones se llenan de agua y aparecen “complicaciones que pueden terminar en un paro cardiorrespiratorio o en convulsiones sin cesar hasta producir daño cerebral”. Todo esto, en cuestión de unos minutos.
Los síntomas de la exposición a este químico son el aumento de las secreciones del cuerpo por boca y nariz y sudoración excesiva. “Una de las características de que el cuerpo fue expuesto al sarín es que la pupila del afectado se contrae mucho, queda muy pequeña y, de acuerdo con la exposición, ocasiona la muerte en muy poco tiempo”, afirmó Myriam Gutiérrez de Salazar, magíster en toxicología y consultora de la FAO de las Naciones Unidas.
Y si la persona no muere, puede quedar con repercusiones en su salud durante toda la vida.
De acuerdo con la cantidad a la que haya sido expuesta, como explicó la toxicóloga, la persona puede quedar en coma permanente con daño cerebral, presentar problemas cardiacos después y, si el cerebro estuvo mucho tiempo sin oxígeno, desarrollar daños neurológicos similares a los que deja una trombosis cerebral.
Dada su peligrosidad, en países como Israel, debido a la constante amenaza que significa un eventual ataque con este tipo de arma química, se ha desarrollado un antídoto conocido como Atropina, que, si se administra a tiempo, puede salvar la vida de la persona y minimizar sus consecuencias.
“Si personal entrenado aplica este antídoto y a la persona se le da el tratamiento adecuado, se puede salvar. Sin embargo, se debe actuar muy rápidamente y en pocos minutos. Y hay que tener en cuenta que es un gas de guerra, que ataca a muchas personas al mismo tiempo y eso complica el procedimiento”, añadió Gutiérrez.
Si a eso se suma que su detección es difícil, que se puede usar en aerosol o disolver en agua, se entiende la alarma que se ha despertado en el mundo, máxime cuando Siria, en julio del año pasado, admitió que tiene en su poder armas químicas y que, según el Centro de Estudios sobre la No Proliferación, del Instituto Monterrey de Estados Unidos, dispondría de “centenares de toneladas” de agentes tóxicos.
Su utilización bélica
Por sus efectos, estas sustancias neurotóxicas son utilizadas en forma de gas con fines bélicos.
El sarín, el tabún, el somán, el VX, el antú y el mevinfós son los más conocidos de este tipo.
Cuando se presentan ataques colectivos, la puesta en marcha de las medidas en forma masiva es casi imposible. Esto explica su alta letalidad.
Desde mediados del siglo pasado se han desarrollado algunos, dentro de los cuales podría estar el usado en Siria. Incluso desde la Primera Guerra Mundial se han venido utilizando gases venenosos. En ese entonces los utilizados iban desde el gas lacrimógeno hasta agentes incapacitantes, como el gas mostaza y otros letales como el fosgeno.
Esta modalidad de arma química fue uno de los principales métodos usados en la primera guerra global del siglo XX. La capacidad letal del gas era limitada –el 3 por ciento de las muertes en combate fueron debidas al gas–, pero la proporción de bajas no letales fue bastante alta, por ello se convirtió en uno de los factores más temidos entre los soldados.
Al contrario de la mayoría de las armas de la época, fue posible desarrollar contramedidas efectivas para el gas. De ahí que en las fases finales de la guerra, aunque su uso aumentó, en muchos casos su efectividad decayó.
En la Segunda Guerra Mundial el gobierno nazi preparó sarín para ser utilizado, pero no se tienen registros de que finalmente se haya empleado.
En cambio, sí fue comprobado y documentado el uso sarín en la guerra Irán-Irak de 1988, cuando las fuerzas iraquíes utilizaron armas químicas contra la localidad kurdo-iraquí de Halabja, donde causaron al menos 5.000 muertos.
En ese ataque sucedió lo mismo que en Damasco. Muchas víctimas se refugiaron en sótanos pensando que eran seguros, pero el gas, al ser más pesado que el aire, inunda los subterráneos.
Durante la guerra del Golfo, entre 1990 y 1991, se sospechó de la utilización de gas sarín, aunque tampoco hubo una confirmación oficial al respecto.
Este gas es relativamente fácil y barato de producir. De ahí que en los años 90 del siglo XX se empleara en dos ataques terroristas en Japón. La secta budista Verdad Suprema lo dispersó en 1994 en un barrio residencial de Matsumoto, donde murieron ocho personas.
Al año siguiente, cinco seguidores de la secta atacaron en forma coordinada el metro de Tokio, al dejar en los vagones bolsas cargadas con ese agente nervioso, que perforaron con paraguas. Huyeron y dejaron tras de sí una estela de gases tóxicos, con un total de 13 fallecidos y al menos 5.000 heridos.
Occidente comenzó a sospechar de su uso en Siria el pasado 19 de marzo, cuando los rebeldes denunciaron que un misil cargado con químicos había atacado la localidad de Jan el Asal, en Alepo. Allí murieron 25 personas y los cientos de heridos presentaban asfixia, espuma en la boca e irritación ocular, síntomas típicos de la exposición al sarín.
Ban pide castigo para responsables de ataque químico
Washington. Como se esperaba, el reporte de los inspectores de armas de la ONU no dejó duda alguna. En Siria, el 21 de agosto, fueron empleadas armas químicas durante un ataque que les causó la muerte, según Estados Unidos, a más de 1.400 personas, entre ellos niños y mujeres y hombres indefensos.
De acuerdo con el reporte, que fue entregado ayer al Consejo de Seguridad de esta organización, los inspectores recopilaron evidencia “clara y convincente” de que muchas de las muertes fueron provocadas por gas sarín.
El gas habría sido diseminado entre la población a través de cohetes tierra-tierra, que cayeron en zonas cercanas a Damasco, la capital.
Según los inspectores, el ataque causó un alto grado de letalidad dadas las condiciones atmosféricas de ese día, que forzaron el aire a permanecer a ras de piso y penetrar las casas y los sótanos, donde la gente buscaba refugio de los bombardeos.
Muchas personas, dice el informe, murieron cuando estaban dormidas.
“La conclusión es que en el conflicto que enfrenta a las partes en Siria se usaron armas químicas contra civiles, incluidos menores de edad, a una escala relativamente grande”, dice un aparte del informe, escrito por Ake Sellstrom, jefe del equipo de inspectores de la ONU que visitó ese país.
Si bien el mandato de las Naciones Unidas era solo establecer si este tipo de armas habían sido empleadas y no los responsables, Washington insiste en que fue el régimen del presidente Bashar al Asad quien apretó el gatillo, pues nadie más poseía la infraestructura para lanzar un ataque de esa magnitud.
Pero tanto el régimen de Damasco como Rusia alegan que fueron los grupos opositores los que lanzaron el ataque para forzar una intervención de Occidente.
Conocidos los resultados del informe, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, catalogó lo ocurrido en Siria como un “crimen de guerra” y pidió que los responsables sean llevados ante la justicia.
“La comunidad internacional tiene la obligación moral de hacer que los responsables afronten las consecuencias y de evitar que las armas químicas reemerjan como instrumento de guerra” dijo Ban Ki-moon en una rueda de prensa en la sede las Naciones Unidas, en Nueva York.
El informe se dio a conocer dos días después de que las delegaciones estadounidense y rusa llegaran a un acuerdo en Ginebra (Suiza) que prevé el desmantelamiento del arsenal químico que posee el régimen y, a cambio del cual, Estados Unidos puso en espera una acción militar, que la semana pasada parecía inminente.
El acuerdo, que será ahora considerado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, establece que Damasco tendrá como plazo una semana para presentar un informe en el que documenta la cantidad y ubicación de todas las armas químicas que posee y produce, así como las fábricas encargadas de su manufactura.
REDACCIÓN INTERNACIONAL
Con información de Carlos F. Fernández, asesor médico de Casa Editorial EL TIEMPO, y Rafael Quintero, de redacción ELTIEMPO.COM.
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