¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

De regreso al futuro

Mientras el país recupera su normalidad después de unas agobiantes semanas, en las que la protesta social desnudó la necesidad de dignificar la vida de nuestros campesinos acelerando la modernización del sector rural, al que hace más de medio siglo convertimos en un triste teatro de guerra, surge la tarea inaplazable de trazar la agenda de las grandes transformaciones.
Es cierto que desde el campo, pero también desde el mundo urbano, la agitación social multiplicada por la ausencia de los partidos y movimientos políticos que, asumimos, no logran conectarse con los ciudadanos y mucho menos los interpretan para representarlos, produce un desánimo nacional que parece detener las marcha de las transformaciones para atarnos al pasado de violencia, donde hemos estado anclados históricamente.
Responder al llamado de los ciudadanos que reclaman con indignación significa, particularmente, no perder el rumbo y avanzar con firmeza para movernos hacia el futuro y vencer la lógica del miedo, utilizada con frecuencia para construir un supuesto consenso político.
Cuando la protesta social reemplaza la vía del diálogo democrático, lo que indica el sentido común es que una combinación de miedo y desconfianza abre los caminos de la violencia, dando origen a la fórmula de la mano dura invocada por quienes protestan y también por quienes de manera simplista piensan que los desbordes del orden público desaparecen mágicamente usando exclusivamente la fuerza.
Las expresiones desesperadas de las últimas semanas se constituyen, cuando menos, en un campanazo de alerta que nos conmina a actuar con determinación para resolver definitivamente el problema de los cultivos ilícitos y su impacto sobre la calidad de vida de las comunidades y la afectación a la institucionalidad en el campo. Es una historia que estamos superando, si tenemos en cuenta que en los años 90 los narcocultivos llegaron a ocupar 200 mil hectáreas de tierra cultivable. Hoy no superan las 50 mil.
Lo que falta por hacer no es sólo reducir el uso de la tierra sembrada de marihuana, coca y amapola, para transformarla con cultivos alternativos y recuperar los ecosistemas; lo que resulta imperativo es fortalecer la cultura democrática y la estructura de poder de comunidades y regiones enteras, donde la ausencia de institucionalidad ha sido la constante y donde la prestación de servicios sociales del Estado ha sido más la excepción que la regla.
El mejoramiento de las condiciones de vida en el sector rural pasa, por lo tanto, por la generación de las condiciones necesarias para asegurar alternativas productivas para las miles de familias que derivan su sustento de los cultivos ilícitos. Ello implica sostenibilidad en las políticas sociales y de seguridad, para evitar, a toda costa, que las economías criminales sigan alimentando la violencia y fortaleciendo las estructuras narcoterroristas.
El futuro debería construirse en función de la protección de los ciudadanos. Las alternativas a la actual política de drogas tienen sentido si se fortalece la seguridad de las personas y de las comunidades rurales, para garantizar su competitividad y abrir el camino para que nuestro campo trascienda su trágica historia de drogas y violencia, y se alcance definitivamente la convivencia pacífica.
Después del paro agrario, regresar a la agenda del futuro es la gran lección. En el fondo se trata de liberar a las familias campesinas del yugo de las lógicas mafiosas, garantizar la presencia real del Estado y fortalecer los canales de participación política.
General Óscar Naranjo
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO