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Expertos analizan por qué los conductores borrachos no aprenden

Cada fin de semana son sorprendidas, en promedio, 300 personas ebrias al volante, en Bogotá.

CARLOS GUEVARA
Ni siquiera los 72 accidentes ocasionados por conductores borrachos, que han dejado 28 muertos y 97 heridos este año en Bogotá, ni las consecuencias para algunos de los responsables, que van desde la cárcel hasta multimillonarias indemnizaciones económicas para los familiares de las víctimas, han hecho que conductores irresponsables aprendan la lección.
Historias ampliamente difundidas –como la del joven Fabio Salamanca, que el 12 de julio provocó la muerte de dos ingenieras que viajaban en un taxi por la calle 26 (desde ese día van 10 percances similares con seis muertos y cuatro heridos), o la de Jonathan Cabrera, que 15 días después arrolló y mató a un muchacho de 28 años en el sector de Hayuelos– han ahorrado trabajo a los policías de Tránsito, pues siguen sorprendiendo a decenas de choferes bajo los efectos del trago, sobre todo los fines de semana.
Entre viernes y domingo de la semana pasada fueron sancionados 227 conductores ebrios en la capital, y los anteriores fines de semana, luego de los dos accidentes mencionados, no bajaron de 300 casos cada uno.
Por eso surge la pregunta: ¿por qué no aprenden los borrachos al volante?
El antropólogo, sociólogo y docente de la Universidad Nacional Fabián Sanabria dice que existe un problema grave que viene desde la infancia.
“Hay una relación directa entre accidentes y machismo. Desde pequeños nos inculcaron a los hombres que ser berraco es ser atravesado y tener el control de la situación, y por eso estadísticamente casi no vemos casos de mujeres que se ven involucradas en accidentes por estar borrachas”, argumenta.
Otra de las piedras en el zapato radica en las sanciones que se dan en la mayoría de los episodios. “En un país desarrollado las personas que son descubiertas mientras manejan en estado de embriaguez se ven expuestas a multas supremamente altas y algunas quedan exentas de acceder a créditos –explica Sanabria–. Aquí, lamentablemente, hemos visto que los responsables de accidentes con muertos hasta recuperan su libertad”.
Otra razón de la falta de conciencia ciudadana la da Claudia Puentes, directora de Pedagogía del Fondo de Prevención Vial: “La experiencia propia es clásica en estos casos. Muchos han tomado licor y manejado hasta sus casas sin que les pase nada, incluso varias veces. Por eso, el grueso de la gente piensa que nunca les va a tocar vivir una tragedia de estas, porque su propia vivencia así se lo indica. Seguramente, eso pensaban los protagonistas de algunos accidentes graves, como los que hemos visto a través de los medios de comunicación”.
Por otra parte, para la abogada Liliana Sinisterra, que lleva 10 años representando a víctimas de accidentes de tránsito, los desenlaces de algunos procesos por accidentes, en los que los autores reciben múltiples beneficios por reparar económicamente a las víctimas, dejan un sinsabor y un mensaje equivalente a la impunidad.
“Por eso, algunas personas dicen que la justicia es solo para los de ruana. Muchos creen que por tener dinero pueden llegar a salir del problema, pero lo cierto es que todos deberían terminar con una medida de aseguramiento, sin importar que hayan reparado económicamente a las víctimas”, anota la jurista, y advierte que las sanciones de peso, como suspender la licencia de conducción de por vida y la misma cárcel, sin excepciones, serían claves para generar un cambio de conducta.
No obstante, Puentes manifiesta que hay un avance frente a lo que se veía hace muchos años. “Hoy, un conductor borracho es noticia, no como ocurría hace algunas décadas, cuando salían personas ebrias manejando de las fiestas o de las discotecas y no pasaba nada. Sin embargo, hay que actuar con mayor firmeza: está demostrado que los controles cada vez más estrictos y numerosos, no solo los fines de semana, reducen a largo plazo los índices de conductores borrachos”, concluye.
CARLOS GUEVARA
Redactor de EL TIEMPO
CARLOS GUEVARA
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