El Cairo. Al menos 51 personas fallecieron como resultado de la violencia que se desencadenó al amanecer de ayer en El Cairo, y más de 400 resultaron heridas. Entre ellas está Mohamed, que fue alcanzado por un cartucho en su oreja izquierda: todavía inestable y sordo, aseguró a EL TIEMPO que volverá a manifestarse a favor del depuesto presidente, Mohamed Morsi.
La mayor parte de las víctimas pertenece a fieles de ese movimiento islamista que llevaban días acampando a las puertas de la sede de la Guardia Republicana, donde se cree que está retenido Morsi desde que el miércoles fue derrocado por los militares.
Los manifestantes acusan directamente a las fuerzas armadas y de seguridad de haberlos atacado y abierto fuego sobre los fieles que realizaban el primer rezo del día, denominado del fagr (amanecer). Por su parte, los militares aseguran que fueron atacados por “grupos armados” con armas de fuego, cocteles molotov y balines: un soldado falleció y 42 resultaron heridos. El Ejército, además, arrestó a unas 200 personas que portaban “cocteles molotov y una gran cantidad de armas y municiones”.
La violencia pone a dura prueba la transición política en Egipto después de un golpe de Estado que fue pacífico, pero que ya está manchado de sangre. También pone en duda las verdaderas intenciones del Ejército, que no empleó la violencia para derrocar al presidente Morsi la semana pasada, pero que desde entonces ha actuado en forma cada vez más brutal contra sus seguidores.
Para los Hermanos Musulmanes, lo ocurrido ayer es una masacre a sangre fría, a manos del Ejército, que disparó gas lacrimógeno y balas sobre los “manifestantes pacíficos, sin ninguna consideración por la santidad de la oración ni de la vida humana”.
El partido islamista, apartado del poder por los militares, llamó a todos los egipcios a una intifada (‘levantamiento’, en árabe) en contra de “aquellos que intentan robar” lo conseguido hasta ahora “con los tanques, los vehículos blindados e incluso por encima de los cadáveres”.
Maryam estaba rezando en la mezquita de Mustafá, junto al cuartel de la Guardia Republicana, cuando empezó a escuchar disparos y a la gente pidiendo ayuda. “Abrimos las ventanas y puertas, y el gas lacrimógeno nos asfixió; los hombres nos llevaron a las mujeres y a los niños a zona segura”, contó a EL TIEMPO.
“La policía y el Ejército nos atacaron porque votamos por Morsi hace un año y ahora reivindicamos que es el presidente legítimo de Egipto”, declaró con convicción y lágrimas.
Los seguidores de Morsi, acampados en la plaza Rabaa al Adawiya, de El Cairo, desde hace más de una semana, tienen muy claro quién es el responsable de la masacre. “Al Sisi asesino”, gritan, en referencia al ministro de Defensa, que fue el encargado de anunciar la caída del presidente islamista.
En las clínicas improvisadas de la plaza se estuvo tratando a muchos de los heridos. El doctor Mahmud atendió a decenas de casos en pocas horas. “Los heridos tienen disparos de bala en la cabeza y en el pecho, y muchos disparos de balines en todo el cuerpo”, explicó a este diario. Mientras, en el campamento, muchos hacían fila para donar sangre.
Las autoridades interinas prometieron investigar los sucesos, pero la impunidad suele ser la norma en Egipto, sobre todo cuando están implicadas las intocables fuerzas armadas y de seguridad. Por su parte, los movimientos y partidos liberales que apoyaron el golpe de Estado no condenaron la violencia.
Francesca Cicardi
Para EL TIEMPO