Demanda de justicia
Señor Director:
Su editorial ‘Un caso turbio’ (3-7-2013) se refiere al asesinato del grafitero Diego Felipe Becerra (q. e. p. d.). Ese agosto del 2011, un día antes de la final del Mundial Sub-20, ocurrió un caso “oscuro”: asesinaron a un muchacho, parte del futuro de esta nación gracias a una educación progresista; mediante su creatividad, no siempre bien expresada por la falta de claridad en cuanto a oportunidades de expresión artística como medio de superación, dibujaba grafitis, anuncios, en “la pared limpia de la casa” de nuestra gran ciudad, que demanda divulgación y pedagogía en cuanto a normas de convivencia (Código de Policía). Veamos los hechos reales y sancionemos a quien debilite la institucionalidad del orden para servir y cumplir la ley (Fuerzas Armadas), pero con justicia sostenible, diáfana, equidad, reparación y sanción. Lo mismo sucede en el caso de Luis Andrés Colmenares. No matar ante la duda; somos parte, no jueces, por lo que se necesita apoyar a la Fiscalía para esclarecer manzanas podridas que debilitan la democracia e inhiben el progreso.
Diego Casabianca Escallón
Bogotá
Evo Morales y los europeos
Señor Director:
La actitud desplegada por Austria y los gobiernos de la Europa latina contra el avión que llevaba a un jefe de Estado suramericano demuestra desdén por la soberanía de antiguas colonias y también menoscaba el débil acuerdo que mantiene un relativo orden internacional, es decir, la inviolabilidad de la soberanía integral de un Estado de derecho. Y, lo más grave, Iberoamérica está desunida y se excluye mutuamente. Cinco siglos después, muchos iberoamericanos, ignorando su mestizaje, aún abrigan un ibérico desprecio por africanos e indígenas, sean estos obreros o jefes de Estado. Ello evidencia las taras sociales de un mestizaje que ha sido incapaz de superar su trauma formativo para lograr el bienestar colectivo y hacerse respetar ante el mundo. Hoy por Bolivia, mañana por...
Jorge Porras
Bogotá
¿Y dónde esta el policía?
Señor Director:
En este puente de San Pedro viajé de Villavicencio a Acacías y me encontré con un desagradable trancón, que se ha vuelto pan de todos los días. Como siempre, la razón de todos los días: un accidente motociclístico, si así se lo puede llamar, y con víctimas fatales. Lo más preocupante fue ver en la caravana de carros al menos tres vehículos cuyos ocupantes oían música a alto volumen, tomaban cerveza y aguardiente y bailaban en la carretera, y los agentes de la Policía de Tránsito pasaban y nunca se dieron por enterados, y eso que el trancón duró tres horas. ¿Dónde esta el policía? Llamé al #767, que siempre permanece ocupado. Lo más triste fue llegar a mi destino, San Martín de los Llanos, y enterarme de la noticia de la muerte de una niña de 15 años atropellada por un motociclista y 2 acompañantes a toda velocidad ¡y borracho! ¿Y dónde está el policía?
Alexis Espitia Gamboa
Criminales despiadados
Señor Director:
Advertir a los ciudadanos que ante un asalto no se debe oponer resistencia pareciera una recomendación inocente ante la crueldad con que actúan los delincuentes en el país. Ya no se conforman con hurtar bajo cualquier modalidad, sino que se satisfacen lesionando o asesinando a sus víctimas. La falta de compasión debe ser proporcional a la condena, pues una justicia laxa hace más crueles sus métodos.
Wadid de Jesús Arana Delgadillo
Cartagena de Indias