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'Las Farc hacen la paz o se formalizan como bandidos': Villalobos

El excombatiente salvadoreño llama la guerrilla colombiana a dejar armas y lanzarse a la política.

YAMID AMAT
Joaquín Villalobos fue fundador y máximo dirigente del Ejercito Revolucionario del Pueblo (Erp), una de las cinco organizaciones que conformaron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), durante la guerra civil de El Salvador, en los años 80 y 90. Estuvo en Bogotá dando una conferencia que tituló ‘El posconflicto’.
En la siguiente entrevista sostiene que “las Farc son el peor generador del miedo a la izquierda en Colombia” y afirma que ese grupo no tiene alternativa diferente a dejar las armas y hacer política. “O las Farc hacen la paz o se formalizan como bandidos”, dice.
¿Qué tan difícil es negociar la paz?
Siempre es complicado. No es un camino fácil, no solo por lo que implica buscar resultados concretos, manejables, sino porque en esa ruta hay que estar procesando constantemente y enfrentando barreras mentales, ideológicas.
¿Qué lo condujo a negociar la paz?
En El Salvador, quien quería la negociación era la insurgencia, no el gobierno. La guerrilla proponía una solución negociada. Para algunos sectores del gobierno, negociar era traicionar. Inclusive, sectores opuestos a la paz sabotearon al gobierno de la democracia cristiana, que es el que intenta la primera etapa de negociación, o sea, la rechazaron. El ejército, que gobernaba, no permitió que yo me desplazara a negociar.
¿En que consistía el Fmln? ¿Reunía realmente a toda la insurgencia?
Era una coalición de grupos. Había sectores extremistas, organizaciones con tendencia socialdemócrata, una izquierda civil no armada compuesta por un grupo social cristiano. Era una alianza de fuerzas opositoras a un régimen autoritario. Se aceptaba la idea de que la negociación era como la bandera política para hacer la guerra; un poco como cuestión táctica, incluso con el apoyo de Cuba.
¿Qué quiere decir que la negociación era una manera de hacer la guerra?
Es decir: yo hago la guerra no para hacer una revolución sino para buscar un resultado intermedio poniéndome de acuerdo con el gobierno.
Pero cuando comenzó la negociación, ¿ustedes sí tenían una intensión real de paz?
Había división. Unos grupos creían que ese era el fin: negociar la paz. Otros no. Era hacer la guerra hasta triunfar.
Usted era el jefe del llamado Erp. ¿Cómo se fusionaron en el Fmln?
Éramos cinco grupos. Lo hicimos por la influencia del triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua, que generó la idea de que la unidad era fundamental.
¿Cómo se llegó a la negociación?
Primero, al considerar que la negociación era un instrumento político. Segundo, se convino que la guerra era el instrumento militar de la negociación. Y, tercero, cuando la negociación tomó control de todo, era muy difícil seguir combatiendo. Todo giraba alrededor de lo que pasaba en la negociación. Ya no importaba si había un combate. Eso era secundario. El 31 de diciembre del 91 se firmó el último acuerdo en Nueva York y después vino la fase protocolaria en México.
¿Cuál fue la mayor dificultad para llegar a la firma del acuerdo de paz?
La reforma del aparato militar. Es que, a diferencia de Colombia, el gobierno en El Salvador era militar, antidemocrático, corrupto y violento.
¿No se trataba de una lucha por mayores conquistas sociales?
No pusimos énfasis en temas sociales. Queríamos sí libertad, insertarnos en la política y competir para resolver la pobreza. Pero, fundamentalmente, buscamos cambiar las reglas del juego y cambiar el régimen autoritario militar.
¿Lo que se firma es un cambio de gobierno?
Elecciones libres, reforma militar, reforma policial, reformas en el sistema judicial, reformas en el sistema electoral y programas de reinserción. Todo avalado por cambios constitucionales, para prohibir que los militares pudieran ejercer cargos en seguridad pública y construir la nueva policía. Todo supervisado por la ONU. (Lea también: 'Hay que dejar de odiar para conseguir la paz': Frederik de Klerk)
¿Cuántos hombres alcanzó a tener el Fmln?
Un poco más de 10.000. Se desmovilizaron, y las armas se destruyeron con supervisión de la ONU.
Con el tiempo, usted se volvió gran crítico del Fmln. Inclusive llegaron a acusarlo de traidor. ¿Por qué?
Cuando firmamos el acuerdo de paz, se produce una cercanía entre el expresidente Alfredo Cristiani y yo, para defender la estabilidad del país. Nuestro acuerdo se basaba en conducir el proceso de tal manera que no hubiera golpe de Estado, que podía venir de la derecha, y que no hubiera realzamiento guerrillero;que las disidencias no se manifestaran de forma armada. El Fmln pedía una depuración del Ejército y elaboró un listado que comprendía todo el alto mando, el ministro y el viceministro de Defensa, los jefes de las brigadas más importantes. Todos tenían que salir del Ejército. Yo consideré que eso era humillar, que no habíamos ganado la guerra sino acordado la paz, y convine con Cristiani sacarlos a todos, pero en un plazo de un año. Casi todos querían su pensión y ese tipo de cosas. Estados Unidos ayudó con recursos para estabilizar al país. Y también convino con Cristiani la amnistía para los guerrilleros. Funcionó muy bien: el presidente me cumplió los compromisos, y yo cumplí con él. Pero el Fmln me calificó de traidor. No me molesta. Sigo siendo un agente de izquierda.
Pero usted vive en Londres y ha hecho críticas duras al Fmln.
Es que yo quería una izquierda como la chilena, no como la cubana. Fuimos a elecciones. Yo propuse que el candidato fuera un demócrata cristiano, un hombre con mucho prestigio, inclusive de las filas del sector privado, como un mensaje de que no éramos extremistas. La propuesta me la rechazan: ellos querían ir con su propio candidato. Perdimos las elecciones. El sector que me ganó era muy confesional y fanático; yo era pragmático. Pero la vida da muchas vueltas: años después, en el 2009, el Fmln aplica la fórmula que yo planteé, hace lo que yo dije, va con un candidato que no era guerrillero. Es el actual presidente, Mauricio Funes. Era un presentador de televisión, un periodista muy popular, pero que nunca había tenido compromiso militante con el Fmln ni con la izquierda. Ganan la elección, están en el gobierno. Ya no soy ningún crítico de ellos, porque este hombre es un socialdemócrata, incluso el presidente más popular que ha tenido el país. Quienes corrigieron fueron ellos, no yo.
¿Cuál es la principal enseñanza de esta experiencia?
Que las armas de ninguna manera son el camino al poder. En Colombia hay una insurgencia que persiste en las armas por una cuestión de lealtad. En El Salvador, las armas eran un factor instrumental, fruto de las condiciones. En mi país hubo en el siglo XX siete golpes de Estado y cuatro elecciones con fraude. Entonces las elecciones no eran la vía para cambiar el poder; eran los golpes de Estado. Y se daban porque había un conflicto permanente entre terratenientes, industriales y campesinos.
Si las armas no son el camino, ¿por qué las tomó?
Porque en El Salvador por elecciones no se podía. Nunca fui militante del partido comunista. Fue toda una generación de jóvenes los que tomamos la opción armada porque se había cerrado la vía electoral por completo.
¿Por qué se fue de El Salvador?
Por un consejo de un gran amigo: el embajador de Chile en San Salvador. Me dijo: tú estás en un conflicto permanente con la extrema derecha y en un conflicto permanente con la extrema izquierda. Tienes tres posibilidades: una, un día de estos te equivocas y te van a destrozar políticamente; otra es que tengas una presencia tan fuerte que la gente se canse de ti, de verte en conflicto permanente; y una tercera es que aciertes, que los arrincones y te maten. Lo mejor que debes hacer es irte por un tiempo. Y me fui.
Pero no ha vuelto a El Salvador.
No. La salida fue por 18 meses, y llevo 18 años afuera.
¿El Fmln cambió o fue usted quien cambió?
El Fmln era confesional, fundamentalista; era un poco como las Farc. Si el Fmln hubiera tenido las habilidades que tuvo el M-19, con la fuerza que tenía yo, habríamos ganado la segunda elección. El Fmln perdió tres elecciones sucesivas antes de poder ganar.
¿Por qué dice usted que las Farc son fundamentalistas?
Es el único grupo insurgente armado del mundo. Uno debe pensar que están locos o tienen una religión metida en la cabeza. Y no es un crucifijo sino es un fusil y le rezan todos los días.
¿Cree que la paz la necesitan más las Farc que el gobierno?
Los que más prisa tienen de que esto salga son ellos. A las Farc les urge pasar a actuar en política. Mire: o las Farc hacen la paz o se formalizan como bandidos. No creo que tengan otra posibilidad.
¿No le ve usted ningún futuro a la guerrilla en Colombia?
Ninguno. Algo más: las Farc son el gran estorbo, el gran obstáculo para que la izquierda pueda competir democráticamente, porque ellos mantienen la agenda de seguridad y contribuyen a mantener la hegemonía conservadora en este país.
¿Por qué dice usted eso?
Las Farc son el generador del miedo a la izquierda en este país.
Es decir…
Como hacen y han hecho terrorismo, se supone que son parientes ideológicos de una izquierda democrática. Es como que si aquí hubiera una extrema derecha matando gente. Eso afectaría a los partidos conservadores.
Es decir, ¿lo mejor que le puede pasar a la izquierda en Colombia es que se acaben las Farc?
Así es: que pasen a hacer política, que sean parte del sistema. Eso es lo mejor que le puede pasar al país y a ellos mismos.
¿Y lo ve posible?
Soy optimista en relación con lo que el presidente Santos ha llamado el alineamiento de astros. Estas oportunidades no se repiten, hay que tomarlas. Esta configuración entre la actual situación de Cuba, la de Venezuela con todo y sus problemas, la correlación militar con las Farc, el presidente que tiene Colombia, la situación en Ecuador... Todos esos elementos son parte de un conjunto de cosas, y el hecho de que aún queda una generación de dirigentes políticos en las Farc, porque la siguiente creo que ya sería de bandidos.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO
YAMID AMAT
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