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La revolución de las impresoras 3D, tecnología que cambiará al mundo

De guitarras a ropa y de pistolas a edificios enteros podrían fabricarse con ellas.

Wilson Vega
Lo primero que usted necesita saber acerca de las ‘impresoras 3D’ es que, en realidad, no imprimen nada. Si fuéramos a usar un término que capture el proceso que realizan estas máquinas, probablemente sería 'adicionadoras', y seamos sinceros, eso no suena como algo que vaya a cambiar el mundo.
A diferencia de lo que hace un escultor, que retira las partes sobrantes de un bloque para dejar la forma que busca, estas máquinas depositan finísimas capas de material (de unas pocas décimas de milímetro) hasta completar un objeto.
La tecnología necesaria para este proceso ha existido por décadas, pero solo ahora su uso parece tener una oportunidad de masificarse gracias al interés de nuevos fabricantes y al despliegue en medios especializados, que han contribuido al desarrollo de una industria que, según proyecciones, moverá 3.100 millones de dólares para el año 2016.
A quienes se declaran poco impresionados con la relativa simplicidad y poco grado de detalle de las primeras ‘creaciones’, los promotores de la impresión 3D les recuerdan que lo mismo podía decirse de las primeras fotografías, o las primeras páginas web.
Si se masifica, la tecnología de impresión 3D permitirá que en el futuro usted ‘compre’ un artículo en línea y reciba –también por Internet– los planos digitales para fabricarlo en su hogar.
De hecho, Nokia ya creó un kit para producir carcasas para sus teléfonos.
Otro camino es sencillamente escanear un objeto mediante un láser y luego imprimir una copia.
Esto promete sacudir conceptos como el de ‘inventario’, ‘temporada’ o ‘entrega a domicilio’. También el concepto de ‘original’, pues un artista, por ejemplo, podría vender los planos de su obra y dejar la producción en manos del cliente.
En sitios como shapeways.com es posible adquirir desde anillos, pulseras y tazas hasta muñecos, cuerpos para guitarras eléctricas y la máscara de Iron Man.
En otros sitios, como instructables.com, entusiastas de esta tecnología comparten sin costo los planos de sus creaciones.
Ya hay iniciativas para ‘imprimir’ en toda clase de materiales, del plástico al metal.
En Harvard están usando materiales orgánicos para ‘imprimir’ comida y un método similar podría dar forma a tejidos y hasta órganos para trasplantes.
Algún día será posible comprar una impresora 3D con la facilidad con que hoy se adquieren las de 2D.
Y aunque parezcan lejanas, casi todos los productos digitales modernos se modelan primero con estas máquinas, así que es probable que alguna ya se haya cruzado en su camino.
‘Bioimpresoras’
Suena a ciencia ficción, pero con el uso de ‘biotintas’ es posible fabricar cartílago, cuero y hasta carne. La firma Modern Meadow cree que puede crear carne al ‘imprimir’ fibras usando células vivas. No sería necesario criar animales ni sacrificarlos.
Un sistema similar ya llevó a ‘imprimir’ una oreja y una tráquea para pacientes a la espera de un trasplante.
Licencia para armar
Bajo el sugestivo nombre de ‘Liberator’, esta pistola plástica tiene 17 piezas, de las que 16 fueron creadas en una impresora 3D. Dispara solo un tiro, usando una bala convencional de calibre 9 mm. Su creador, un defensor del libre porte y uso de armas, distribuyó los planos de manera gratuita a través de Internet. Hoy se consiguen versiones ‘mejoradas’ del arma.
‘Print à porter’
La modelo y bailarina Dita von Teese usó, en una gala en Nueva York, el primer vestido diseñado en un iPad y fabricado en una impresora 3D. Tomó tres meses completar este modelo, de nailon negro, que pesa seis kilos y está adornado con cristales Swarovski. Las 17 piezas del vestido están conectadas en casi 3.000 puntos articulados para permitir su movimiento.
Wilson Vega
Subeditor internacional
Wilson Vega
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