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Robots colombianos que recogen arena lunar van por revancha en la Nasa

Estudiantes participarán con dos proyectos en concurso de ingeniería organizado por esa agencia.

Colombia despega en diseño aeroespacial. Estudiantes y algunos profesionales colombianos son los pilotos de estos dos proyectos, que buscan demostrar que en el país se puede construir un robot capaz de recoger arena lunar. Su escenario será el Lunabotics Mining Competition, concurso internacional de ingeniería organizado por la NASA que se llevará a cabo en el Kennedy Space Center, en Florida. La competencia será del 20 al 24 de mayo contra equipos de Estados Unidos (31), Bangladesh (5), Polonia (1), Australia (1), India (5), Canadá (3) y México (1).
Un equipo integrado por estudiantes de la Universidad de Los Andes y otro liderado por el Instituto de Astrobiología, integrado por estudiantes de colegio, universitarios y algunos profesionales, serán la representación colombiana en el certamen.
En Robocol, el grupo de Los Andes, la idea de participar en el Lunabotics Mining Competition nació del interés de siete amigos en el 2011 (cuando ocuparon el lugar 19) y creció con un equipo más consolidado en el 2012 (en esa edición fueron novenos, pero ganaron premio por mejor uso de redes sociales y tercera mejor presentación oral).
“La primera vez fue un grupo de amigos y la segunda vez buscamos quién quería participar. Esta vez buscamos los perfiles de lo que necesitamos”, relata Jorge Mario Garzón Rey, líder del equipo de Robocol de la Universidad de Los Andes, integrado por 17 personas entre 15 ingenieros mecánicos, eléctricos y electrónicos, civiles, industriales y dos diseñadoras. Su tutor es Carlos Francisco Rodríguez, profesor de ingeniería de esa universidad.
El Instituto de Astrobiología de Colombia tiene un grupo de trabajo de 25 personas, entre estudiantes de colegios públicos, de las universidades Pedagógica y Distrital, de la Fundación de educación superior Insutec y de la Corporación Tecnológica Industrial Colombiana (Teinco). Entre los participantes aparecen profesionales en mecatrónica, electrónica, telecomunicaciones, mecánica, licenciados en tecnología, programadores, diseñadores de software, dibujantes, dos médicos, un biólogo y un geólogo.
Es su tercera participación y el director del Instituto, Jorge Enrique Bello, reconoce que el aprendizaje siempre ha sido fuerte y que por ello en la categoría de ingeniería han quedado lejos de los primeros lugares. Eso sí, existe una mejoría que quedó en evidencia el año pasado con el segundo lugar en la categoría de diseño y trabajo grupal. “Como dirían los deportistas, nuestra idea es mejorar en nuestras metas personales y a nivel interdisciplinario”, dice.
La competición
El principio es diseñar y construir un robot que pueda recoger, analizar, separar y excavar en una superficie que simula la Luna de forma teleoperada o autónoma. Los jurados tienen en cuenta el trabajo de ingeniería en la excavación y analizará también aspectos como el diseño, la documentación del proyecto, la presentación oral del mismo, la actividad divulgación realizada en Colombia y el entusiasmo del equipo durante el concurso.
El robot tendrá que recoger 10 kilogramos de arena lunar, que es más densa y delgada que la tradicional.
Ambos equipos colombianos ajustan detalles para su participación este año. El equipo de Astrobiología rediseñó por completo su robot y trajo motores de potencia que no se consiguen en el país. Por su parte, los universitarios de Los Andes fabricaron un producto muy similar al Black Point uno (BP1), que es el material que se asemeja a esa arena con la que se hace la prueba. Así, se busca corregir los errores del año pasado, cuando la arena se metió en el robot y provocó la falla que evitó una mejor ubicación. “Aspiramos ganar o al menos quedar entre los primeros tres o cinco puestos”, dice Garzón, líder del equipo universitario.
“Nasa encontró que en la arena lunar hay mucho oxígeno y de ahí se puede encontrar la energía necesaria para suplir una estación lunar. El robot podría llegar a una base, superar los obstáculos y excavar para tener esta arena”, explica.
Los alcances del robot
El ‘Intensity’, como llamaron el robot de Los Andes, tiene un ancho 75 cm; de largo, casi un metro, y cuando se extiende completamente tiene un metro y 20 centímetros. Pesa entre 45 y 47 kilogramos, mientras que el del equipo de Astrobiología cumple las exigencias de la Nasa y mide 1,75 metros por un 1,50 y tiene un peso de 80 kilogramos.
La idea de Garzón es que el proyecto sea práctico también en la Tierra. “Se podría pensar que en lugar de tener obreros excavando tengamos esos robots. Ese es un aporte de nuestro robot para cualquier tipo de minería. Es un robot minero optimizado para excavar arena lunar, pero que podría extenderse para otro tipo de arena o tierra”.
La intención del Instituto de Astrobiología es, de paso, dar un golpe de opinión. “Lo importante es que el trabajo es desarrollado por estudiantes y es una competencia de estudiantes. Hay un programa de educación de fondo y hay un interés de la Nasa en llevar la tecnología a los estudiantes en Latinoamérica. Somos el único equipo del mundo que lleva estudiantes de colegio”, afirma un ingeniero de esa organización, que pidió omitir su nombre.
La Universidad de Los Andes les da un 90 por ciento del apoyo económico de la investigación y el resto lo reciben de la asociación de egresados de esa institución y de Café de Colombia. “El año pasado llevamos café y nuestro sitio de presentación se llenó de ese aroma y de visitantes ansiosos de beberlo. Para esta edición, estaban muy interesados en eso de nuevo”. Por su parte, el Instituto de Astrobiología recibe respaldo de la multinacional alemana Festo y el respaldo humano de colegios e instituciones educativas públicas.
Los jurados son ingenieros de Caterpillar y de la Nasa que son líderes en varios proyectos internacionales. Durante cinco días harán pruebas y el 24 de mayo se conocerá el resultado.
Al equipo ganador se le otorga una beca de 3.000 dólares y la oportunidad de ver el lanzamiento de un cohete en la plataforma de Cabo Cañaveral. Sin embargo, en ambos casos la meta es demostrar que la educación y la capacidad colombiana está a la altura de los mejores del mundo.
OSKAR ORTIZ ECHEVERRÍA
REDACCIÓN ELTIEMPO.COM
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