“La segunda idea la podemos extraer de las palabras de Jesús que hemos escuchado en el Evangelio: “ruego por los que creerán en mi por la palabra de ellos, para que sean uno, como tú, Padre en mí y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros” (Juan 17,20). Santa Laura Montoya fue instrumento de evangelización primero como maestra y después como madre espiritual de los indígenas, a los que infundió esperanza, acogiéndolos con ese amor aprendido de Dios, y llevándolos a él con una eficaz pedagogía que respetaba su cultura y no se contraponía a ella. En su obra de evangelización Madre Laura se hizo verdaderamente toda a todos, según la expresión de san Pablo. También hoy sus hijas espirituales viven y llevan el Evangelio a los lugares más recónditos y necesitados, como una especia de vanguardia de la Iglesia.
“Esta primera santa nacida en la hermosa tierra colombiana nos enseña a ser generosos con Dios, a no vivir la fe solitariamente – como si fuera posible vivir la fe aisladamente -, sino a comunicarla, a irradia la alegría del Evangelio con la palabra y el testimonio de vida allá donde nos encontremos. Nos enseña a ver el rostro de Jesús reflejado en el otro, a vencer la indiferencia y el individualismo, acogiendo a todos sin prejuicios ni reticencias, con auténtico amor, dándoles lo mejor de nosotros mismos y, sobre todo, compartiendo con ellos lo más valioso que tenemos: Cristo y su Evangelio”.