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Radiografía de la Bogotá del siglo XXI

La capital es la ciudad que genera las mayores expectativas. Pero también, la más desigual.

REDACCIÓN BOGOTÁ
Bogotá tiene tantos atributos y tantas razones para ser considerada una ciudad privilegiada, como desafíos y problemas por resolver. Está entre las 30 capitales más densas del mundo –por encima de Lima, Buenos Aires, Sao Paulo y Ciudad de México–, alberga al 16 por ciento de la población nacional, genera el mayor ingreso per cápita, presta los mejores servicios públicos y posee la menor tasa de analfabetismo y el menor porcentaje de empleo informal (57,16 por ciento).
En contraste, es la más inequitativa –tiene pésima redistribución del ingreso– y desigual frente a las demás ciudades grandes de Colombia; sus niveles de pobreza extrema superan los de Bucaramanga y Cali y solo el 47 por ciento de la población tiene casa propia.
Así lo destaca un completo estudio del Banco de la República titulado ‘¿El triunfo de Bogotá?: desempeño reciente’, elaborado por Luis Armando Galvis, que evalúa los avances y retrocesos de la ciudad en la última década.
Pese a los escándalos por corrupción que la han sacudido en los últimos dos años, la capital colombiana comenzó la segunda década del siglo XXI apalancada en su tamaño (7,5 millones de habitantes), ubicación privilegiada y en la cosecha del éxito de la gestión de las administraciones que la gobernaron a finales del siglo XX y comienzos del XXI, y que la han convertido en un buen vividero y en un atractivo centro de negocios.
Con el 24 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país y la sexta parte de la población nacional –concentrada en sus veinte localidades– es, sin lugar a dudas, el centro de consumo más apetecido del orden nacional y uno de los más importantes de Latinoamérica.
A comienzos de este año, Invest in Bogotá, la agencia público-privada para la promoción de la inversión en la capital, reportó el inicio o ampliación en la ciudad de operaciones de 30 empresas multinacionales en servicios para la industria de petróleo y gas, servicios tercerizados de base tecnológica (financieros y de desarrollo de software), agroindustria e ingredientes naturales para la industria de cosméticos, manufacturas ligeras (materiales de construcción) e infraestructura hotelera.
Los países de origen de esas inversiones fueron Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, España, Alemania, Francia, Portugal, Dinamarca, Chile, México, Panamá, Venezuela, China, India y Emiratos Árabes.
Factores de éxito
Tanto interés en la ciudad tiene una explicación: Bogotá se ha consolidado como una plataforma de servicios. Este sector representa el 70 por ciento de su economía, frente a 48 por ciento del resto del país. El análisis del Banrepública destaca que el 93 por ciento de las ventas de 180 empresas del gas y del petróleo que operan en el país tienen origen en la capital.
La ciudad tiene un abanico amplio de opciones que ofrecer: es líder en cobertura de servicios públicos, con tasas que bordean el 100 por ciento, y en calidad y acceso a la educación (un millón de niños y jóvenes reciben educación gratuita); tiene la tasa más baja de analfabetismo y encabeza las cifras más bajas de desempleo: terminó el 2012 con 8,5 por ciento, y aunque hoy tiene un 9,5 por ciento de desocupación, es menor comparada con la del país (10,3). Es la ciudad con los más bajos niveles de pobreza y uno de los más altos de inversión pública en el sector social.
Galvis, economista del Centro de Estudios Económicos Regionales del Banco de la República, compara a Bogotá con ciudades como Bucaramanga, Cali y Medellín, y con latinoamericanas, como Caracas, Sao Paulo, Santiago o Río de Janeiro. Destaca que, además de sus propios logros, ha habido factores externos que la han favorecido: estar ubicada en el trapecio Cali-Bogotá-Medellín-Bucaramanga, que potencia el desarrollo, por ejemplo. También han influido factores externos: la pérdida de protagonismo portuario de Barranquilla, el impacto del narcotráfico en Cali o la caída de la industria en Medellín.
Movilidad y brecha social
A tono con las discusiones del momento, el documento señala que Bogotá se ha vuelto una de las urbes más densas del hemisferio occidental. Tiene, en promedio, 200 habitantes por hectárea, pero hay zonas donde alcanza los 568, más alto que el de Nueva York (530) o Ciudad de México (490). “Esa densidad –dice Galvis– tiene costos asociados”. Uno de ellos es que la ciudad demanda un mejor transporte y soluciones de movilidad. Aunque a comienzos de siglo, TransMilenio significó un alivio, para la mayoría de personas que no tiene más alternativa que usar el transporte público tradicional, moverse sigue siendo un problema, que se agrava con las congestiones de carros y motos.
Se trata de un fenómeno que pone en desventaja a los habitantes de la capital frente a otras ciudades latinoamericanas y que golpea su bienestar, pues un viaje en bus tarda hasta 70 minutos, en promedio.
El otro gran costo es la concentración del ingreso. Si bien Bogotá ha tenido avances en salario promedio ($ 1’040.891), “estas ganancias han sido acompañadas de mayores desigualdades en la distribución del ingreso”, agrega Galvis. Baste señalar los dos extremos del salario promedio, según la encuesta multipropósito realizada en el 2011 por el Distrito con el apoyo del Dane: $ 349.247 para el estrato 1 y $ 4’848.738 para el 6, lo que la ubica como la ciudad más desigual del país.
El más reciente censo inmobiliario del Catastro de la ciudad muestra que Bogotá es una urbe de estratos medios y bajos. De un total de 1’309.559 viviendas registradas, 36 por ciento está en estrato 3 y 32 por ciento en estrato 2. Entre los dos suman el 68 por ciento de la ciudad. Solo el 17 por ciento está en estrato 4, considerada clase media alta. En los extremos está el estrato 1 (el más bajo), con el 6 por ciento, y los estratos 5 y 6 (los más altos), con el 5 y 4 por ciento de las viviendas de la ciudad.
De ahí a que los dos grandes desafíos que enfrenta Bogotá, de cara al siglo XXI, sean la solución de la movilidad y la adopción de políticas que permitan la redistribución del ingreso y ayuden a cerrar la brecha social.
Vivienda costosa
Bogotá tiene los precios de vivienda más altos, si se compara con otras ciudades del país. La diferencia puede alcanzar porcentajes cercanos al 30 por ciento. “Podría decirse que los incrementos en el estándar de vida están siendo acompañados de aumentos en los costos de vida, siendo este último un factor que se convierte en un elemento expulsor de población”, según el análisis del estudio.
Creció dependencia de transferencias
Bogotá es solvente, pero necesita nuevas fuentes de recursos
Otro tema que revisa el estudio es el desempeño fiscal de Bogotá frente a otras ciudades, que cada año Planeación Nacional mide, teniendo en cuenta seis factores: qué tan autofinanciados están los gastos de funcionamiento, si el pago de la deuda está respaldado, qué tanto depende la ciudad de transferencias de la Nación, cómo es la generación de recursos propios, la magnitud de la inversión y la capacidad de ahorro. Este método establece cinco rangos, de cero a 100 puntos. Entre más cerca de 100, más solvente es la ciudad o el municipio. Los que obtienen de 80 puntos hacia arriba están en el rango de municipios solventes. Hasta el 2009, Bogotá, Bucaramanga, Cali y Medellín presentaban índices de desempeño fiscal por debajo de 80 puntos. Entre el 2002 y el 2012 Bogotá pasó del puesto 51 al 76. En general, Bogotá tiene buen manejo de su deuda y focaliza la inversión en gasto social, pero cada vez más los impuestos pierden peso frente a los ingresos totales. Del 2000 al 2011 pasaron del 67,9 al 63,4 por ciento. Mientras tanto, la ciudad depende cada vez más de transferencias para financiar sus programas.
Es urgente romper la inequidad
Bogotá es la ciudad más rica del país: representa el 24 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). En el PIB per cápita ($ 20’239.551) solo la superan departamentos que viven del petróleo (Arauca, Casanare, Meta y Santander).
Pero, según el análisis del Banco de la República, “en aspectos como la concentración del ingreso, aparece como una de las ciudades más desiguales del país”. Es por eso que cuando se mira a la ciudad con la lupa de los ingresos, la desigualdad salta a la vista. Y lo muestra la encuesta multipropósito realizada por Bogotá con el apoyo del Dane, en el 2011: el ingreso promedio mensual en el estrato 6 ($ 4’848.738) es 14 veces mayor que el del estrato 1 ($ 349.247), 10 veces mayor que el del estrato 2 ($ 485.310) y cinco veces mayor que el del estrato 3 ($ 932.472). Y estos tres sectores (1, 2 y 3) cobijan cerca del 80% de la población.
El estudio resalta el hecho de que en la capital, “las áreas de mayor desigualdad coinciden con las localidades más prósperas como Usaquén y Chapinero”. En cambio, localidades como San Cristóbal, Usme y Ciudad Bolívar, en el sur, presentan menos problemas de desigualdad en sus salarios, pero “el nivel de pobreza en ellas es alto”.
El estudio detectó la desigualdad en otros campos: en vivienda, por ejemplo, solo el 47 por ciento de los hogares de la ciudad son propietarios de vivienda, cuando en ciudades como Barranquilla, Cartagena y Montería el porcentaje está por encima del 60 por ciento. Parte de la explicación está en el precio: Bogotá tiene los costos más altos, entre 10 y 20 por ciento por encima del resto del país.
La desigualdad también se refleja en la geografía. El estudio recoge los mapas que muestran a la ciudad más próspera en el corredor oriental –la menos poblada– y la más pobre en el borde occidental, donde están las localidades con más habitantes: Kennedy, Suba, Engativá, Ciudad Bolívar y Bosa.
Con excepción de Suba, estas zonas concentran la mayor parte de las viviendas clasificadas en los estratos socioeconómicos más bajos.
El acceso a los servicios de salud también refleja la inequidad, según el estudio: el 55 por ciento de las clínicas y los hospitales está en las localidades con mejores ingresos (Usaquén, Chapinero, Teusaquillo y Barrios Unidos) y no en las más pobladas y de menores ingresos.
“Su ubicación corresponde más a criterios de localización en las proximidades de los centros de negocios que a las áreas mayormente pobladas”, señala el informe.
Ciudad de oportunidades
La capital colombiana es el mayor centro de consumo del país (7’571.345 personas) y eso la convierte en un gran polo de atracción para las empresas: de hecho, el 93 por ciento de las ventas de 180 compañías del sector del petróleo y gas que hay en el país se origina en Bogotá.
Se consolidó como una plataforma de servicios especializados que la hacen atractiva, a la hora de ser elegida como eje de negocios, máxime cuando resulta tan costoso el transporte de mercancías entre el centro del país y las zonas portuarias.
El estudio cita, por ejemplo, que transportar un contenedor de 40 pies entre Barranquilla y Bogotá cuesta unos dos dólares por kilómetro, mientras que un recorrido similar en México llega a 1,05 dólares, según cifras del Consejo Privado de Competitividad 2011. Otros cálculos del Banco Mundial muestran que el transporte por tonelada de Bogotá a Cartagena es de unos 94 dólares, cuando transportar la misma cantidad entre Cartagena y Shanghái (China) es más barato: está en alrededor de 60 dólares.
La ciudad es una fuente de mano de obra calificada. Y en esa medida, es una ciudad de oportunidades para las personas que buscan empleo y para las empresas que requieren personal. No es gratuito, entonces, que tenga la tasa más baja de desempleo (9,5 por ciento) comparada con la del resto del país (10,3 por ciento) y ostente la segunda tasa más baja de informalidad: 57,16 por ciento, después de Medellín, que tiene 50,09 por ciento. Las demás ciudades están por encima del 62 por ciento.
También tiene mucho qué mostrar en el campo social: el porcentaje de hogares en situación de pobreza bajó de 31,7 a 13 por ciento entre el 2002 y el 2011, en tanto que la Nación pasó de 49,6 a 34 por ciento. En hogares de extrema pobreza la capital pasó de 7,1 a 2 por ciento y la Nación de 17,6 a 10,6 por ciento. A Bogotá solo la supera Bucaramanga en estos logros con 10,7 de pobreza y 2,2 por ciento de pobreza extrema.
Bogotá tiene las más altas coberturas en electricidad (99 por ciento), acueducto (98,2) y alcantarillado (97,9). En gas (79,8) solo es superada por Bucaramanga (91,5).
Movilidad: la piedra en el zapato
Un habitante de Bogotá se gasta hasta 70 minutos en promedio para moverse de su casa al trabajo o al estudio. Eso hace que “Bogotá sea un ejemplo poco envidiable” de movilidad, no solo para el país, sino para el continente, según el estudio.
Es, de lejos, uno de los problemas que más impactan la calidad de vida. Y va en aumento: entre 2002 y 2008, los ciudadanos percibían que tardaban unos 54 minutos en el viaje que realizaban con mayor frecuencia durante el día. Entre 2009 y 2011, la cifra aumentó a 67 minutos. Y comparada con 15 ciudades de América Latina, Bogotá se llevó el primer lugar, cuando el Observatorio de Movilidad Urbana comparó el tiempo de viaje en bus (véase gráfico).
Después de Cartagena y Cali, Bogotá es la tercera ciudad donde la gente dice en las encuestas que han aumentado las demoras para movilizarse. Y aunque en la última década TransMilenio representó un alivio en el desplazamiento para sus usuarios (1’800.000 pasajeros día), para el 53,7% de la gente la situación ha ido de mal en peor, porque no tienen otra alternativa que el transporte público tradicional. El reto es mayúsculo: la ciudad tiene los mismos 15.800 kilómetros-carril de hace una década y dos millones de carros, el doble de comienzos de siglo.
‘No se debe concentrar el desarrollo’: Luis Armando Galvis, investigador
¿La política de subsidios y rebajas de tarifas es una buena vía para reducir la inequidad y desigualdad?
Es un paso, pero no es garantía para cumplir ese objetivo. Se debe mejorar el acceso a oportunidades para las personas de bajos recursos. Algunas políticas de subsidios terminan siendo medidas asistenciales que no garantizan la movilidad social de los individuos en los estratos más bajos. Se necesitan medidas estructurales sostenibles, como la mejoría en la calidad y la pertinencia de la educación pública. Si tenemos maestros bien calificados, no se justifica que los estudiantes de estas instituciones tengan menor rendimiento en las pruebas estandarizadas que los de los privados.
¿Medellín y Barranquilla le están tomando delantera a Bogotá? ¿Qué tiene que hacer la capital para mantener el liderazgo?
Las regiones han venido mejorando en su liderazgo y eso es algo que debe ser bien visto. No hay razón para pensar que toda la actividad económica y el crecimiento demográfico se deban concentrar en Bogotá. De hecho, un crecimiento más equilibrado en sus diferentes polos de desarrollo es lo deseable desde el punto de vista de la planeación, pues esa primacía de la ciudad capital es característica principalmente de los países subdesarrollados, no de los desarrollados. Se necesita mejorar la confianza inversora para que si Medellín es la ciudad más innovadora, Bogotá sea la de mayor emprendimiento social.
Siendo una de las ciudades más densas del mundo, ¿densificar y compactar a Bogotá es viable?
Esta propuesta es posible y de hecho sería benéfica para la ciudad siempre y cuando se logren articular las demás variables que permitan alcanzar el éxito. Tal es el caso de los cambios en el sistema de transporte, el manejo del espacio público, las normas sobre las estructuras para que un evento natural no se convierta en una catástrofe, entre otros. Los precios del suelo de las zonas más densas serían un factor que frenaría el avance de la ciudad más compacta y a esas zonas no lograrían acceder los ciudadanos de estratos medios o bajos. También es un poco complicado pensar que la ‘gente VIP’ permitirá que se construya Viviendas de Interés Prioritario en sus vecindarios, esto porque se afectarían los precios de los inmuebles. Esto se ha observado en Estados Unidos, en donde las zonas donde se localiza la vivienda subsidiada, a la cual acceden latinos y afroamericanos, experimentan una reducción en el precio de los inmuebles.
¿Las finanzas de la ciudad están en riesgo por cuenta de la salida de la industria y debido a que para algunos hay una estampida de clases altas que se están yendo a vivir en la sabana?
Es poco probable que las finanzas se pongan en riesgo como consecuencia de la caída en la industria. Nótese que el sector industrial solo representa un 12 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de la ciudad, en cambio el sector servicios representa más del 70 por ciento del valor agregado generado en la ciudad.
Además, otros recaudos, como los provenientes del comercio y el sector financiero, que son parte de los servicios, han mostrado crecimientos notables recientemente.
REDACCIÓN BOGOTÁ
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