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Un 'dealer' habla del negocio de las drogas sintéticas en Bogotá

Dice que solo dos personas tienen en el manejo del 2CB, la nueva droga que llegó al mercado.

Cristian* llevaba en sus manos un gran fajo de billetes de 50.000 y 20.000 pesos cuando entró a su alcoba, donde minutos antes me había hecho pasar, mientras en la sala arreglaba las cuentas del fin de semana con uno de sus cuatro empleados, que llegó a entregarle el producido de jueves a martes.
Frente a mis ojos contó cuatro millones de pesos, resultado de ventas de las drogas sintéticas. En cinco días un solo empleado vendió 100 pastillas de éxtasis, 50 'trips' (LSD), 50 bolsas de 0,7 gramos de 2CB, 10 bolsas MDMA y 70 bolsas de un gramo de cocaína. De los dos empleados, uno trabaja durante el día y otro, en la noche.
No todos trabajan los mismos días ni distribuyen las mismas drogas. Los de mayor confianza, es decir, los más antiguos, venden las drogas sintéticas y los otros las más comunes, como marihuana y cocaína.
Antes de hacer su primera entrega y empezar a ganar un sueldo de aproximadamente un millón y medio al mes, cada empleado debe presentarle a Cristian su familia, el lugar donde viven y dar teléfonos de amigos o familiares que brinden referencias suyas.
Sin importar horario ni las drogas que tenga a cargo, ni la cantidad que haya vendido, cada uno de sus empleados gana 100 mil pesos por día.
Ninguno puede tener clientes propios, únicamente los que Cristian les autoriza.
De esta manera ha logrado mantenerse en el medio por seis años.
"En este negocio es muy importante ser recto. Así se mantiene uno. Ser honrado y siempre tener las cuentas claras. Cuando me doy cuenta de que alguno me está 'embolatando' prefiero de una vez cortarlo...", me grita desde otro lugar de la casa mientras guarda las ganancias de su trabajo.
Según Cristian, los días buenos son de jueves a sábado. Días en los que la noche atrapa a los capitalinos alrededor del licor y el baile. A diferencia de lo que la gran mayoría de personas piensa, las drogas sintéticas no tienen género musical ni edad, ni son ajenas a hombres, mujeres u homosexuales.
En las fiestas electrónicas, parrandas vallenatas o discotecas de salsa se consumen drogas sintéticas.
El éxtasis, el MDMA y los 'trips' se asocian mejor por su efecto psicoactivo con el género electrónico, pues, según Cristian, estas drogas producen euforia y felicidad y hacen más sensible el oído a los sonidos. Además, ayudan a mantenerse despierto por más tiempo.
La cocaína, el 'popper' y el 2CB, que salió a la luz pública hace poco pero que Cristian ha visto en el mercado desde hace cinco años, se consumen en cualquier tipo de fiesta. "Todo arrancó hace como diez años. Yo estaba en mi trabajo y un 'duro' me dio una bolsa con 5.000 pepas. Es la vez que más pepas he tenido en mi poder. Ahí aprendí cómo era la vuelta, rumbié, conocí las viejas más buenas, me volví loco, pero me quedó gustando".
Empezó distribuyéndolas él mismo a domicilio y en las fiestas. Con el pasar de los años fue creciendo y escalando dentro del negocio del expendio de drogas.
Sus proveedores de mercancía le fueron teniendo más confianza y dándole mayores cantidades, porque, como él insiste, su manera recta de actuar, su lista de clientes y el voz a voz de los consumidores contentos por la calidad hicieron que creciera su negocio.
Ahora sólo vende a domicilio a clientes conocidos y uno de sus secretos es que no le vende a ninguna persona que no conozca o esté fuera de su base de datos, de mil clientes.
Su regla de oro es que jamás le ha vendido ni le venderá ningún tipo de droga a un menor de edad.
Las pastillas de éxtasis las examina con un líquido que, al aplicarlo, debe ponerse morado en menos de dos segundos, porque si tarda más tiempo se trata de éxtasis de baja pureza. Este probador, al igual que el MDMA, los consigue por Internet.
De las demás drogas no tiene manera de constatar su pureza y calidad, sino probándolas.
El MDMA es un polvo de color dorado con cristales. Es un éxtasis más puro y el costo de un gramo es de 100.000 pesos en el mercado.
Los 'trips' son LSD impregnado en un cartón y lo que el distribuidor vende es una parte mínima de ese cartón por 30.000 pesos en el mercado.
El 2CB es un polvo similar a la cocaína, pero viene en diferentes colores y tiene un costo de 150 mil pesos el gramo en el mercado.
Cristian afirma que solo hay dos personas en Colombia que tienen la fórmula de elaboración de esta droga, y aunque hay pastillas de éxtasis de fabricación nacional, estas son mezcladas con muchos aditamentos que rebajan su calidad.
Por eso, dice, las que él vende son traídas de Holanda y Bélgica, donde su pureza es mucho mayor. "Yo compro mensualmente en promedio 500 pepas, pues hay meses en los que se vende más, como en vacaciones y sobre todo a final de año. La gente está comprando ahora mucho el 2CB por la novedad y porque los medios hasta ahora la están mencionando todo el tiempo. Antes era más exclusiva, aunque, para mí, mejor, porque se vende más.
El 'popper' fue una droga que tuvo su auge, pero ahora se vende muy poco. Los fines de semana que son de puente se venden mucho los 'trips', pues a la gente le gusta irse de paseo a 'tripiar' ".
Su familia no sabe nada de la venta de drogas que maneja Christian. Él tiene un trabajo paralelo de comerciante, al que se ha dedicado desde antes de entrar en contacto con los estupefacientes.
Los ingresos económicos que obtiene por la venta de drogas le ayudan a subir su calidad de vida.
Asegura que la propuesta del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, de ofrecer centros controlados de consumo de drogas ilícitas no afecta para nada el negocio de Cristian.
Él afirma que estos centros son para drogas como el bazuco y barbitúricos, y buscan evitar que la gente robe y consiga dinero para estas drogas.
Los clientes de Cristian son de estrato 4 en adelante, personas que trabajan, afirma, y a los que el consumo de este tipo de drogas no les afecta en su desempeño cotidiano y menos en su bolsillo.
"Yo cuido mucho a mis clientes, en el sentido de que si los veo mal o están comprando mucho y muy seguido dejo de contestarles y no les vendo. Esto solo pasa con los que consumen cocaína, pues las demás drogas no causan adicción o dependencia. Usted nunca va a ver que una persona se vuelva adicta al éxtasis o al 2CB o a las otras drogas sintéticas. Por ejemplo, una persona se mete de tres a cinco pepas de éxtasis, por mucho. Con una o dos, uno ya la pasa bien y no necesita ni tomar trago. Con los 'trips' pasa lo mismo, una persona no se mete más de uno en una noche. El MDMA es un gramo que se consume disuelto en la bebida entre tres o más personas. El 2CB es tan fuerte que una persona no puede consumirse un gramo sola", relata, con naturalidad, mientras se amarra los zapatos para partir a una cita amorosa.
Cristian es consciente de que su negocio es un delito, pero juega a defenderlo con argumentos que recuerdan la lógica de los extintos narcos, para quienes el problema nunca estaba en el tráfico ilegal del que se beneficiaban.
"Yo no pienso que lo que hago está mal. Por eso me parecería bien que legalizaran el consumo de drogas sintéticas, así se viera afectado mi bolsillo. Porque, como le cuento, este no es el ingreso del que vivo, sino el que me da para vivir mejor. Pero si es legal el licor, que mata tanta gente, que las vuelve agresivas y que, lo más grave, hace perder la conciencia, ¿por qué no legalizar unas drogas que jamás lo volverán agresivo y nunca lo hacen perder la conciencia? Uno consume pepas o la droga que sea hasta que se siente bien, mientras que uno bebe trago hasta reventar. Además, así sacarían del mercado a tanto vendedor 'chimbo' que les mete a las personas mercancía pirata, que sí pueden ser nocivas para la salud".
* El nombre del protagonista ha sido cambiado por razones obvias.
Redacción Especiales EL TIEMPO.COM
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