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A pensar dentro del tiesto

Dos sucesos recientes nos traen reflexiones importantes al respecto de nuestro peculiar mundo del automóvil.
Primero, el "Día sin carro", que en la práctica no es sino la extensión a una jornada completa de lo que viven los bogotanos
a diario y la repetición patriótica de la dosis de restricción que había en la anterior alcaldía.
Es obvio que este espacio y revista, dedicados al fomento del uso del automóvil y la divulgación de su entorno, no le encuentren significados o resultados importantes a una jornada que lo restringe y cohíbe. Como estaría cualquier sector de la vida ciudadana al cual se le cerraran las puertas de una manera caprichosa e improductiva para sus intereses.
¿Qué razón tiene parar y guardar los carros particulares para que se desboquen los del servicio público que generan, según las pobres y melancólicas estadísticas ambientales de la jornada, el 90 por ciento o más de la contaminación diaria? Con los supuestos 1,8 millones de carros particulares estacionados (que no existen sino en papeles y para que los funcionarios hagan anuncios estrepitosos y mentirosos porque no concuerdan con la realidad) que el CO2 baje un miserable 2 por ciento y el humo y el hollín un pírrico 6 por ciento, la enseñanza del pico y placa no es para los automovilistas sino para las autoridades de la ciudad.
Estas sí deberían tomarse la jornada, y el resto de sus días laborables, para pensar si están haciendo bien sus controles
ambientales con los vehículos del servicio público y con la industria. Si los famosos CDA están aprobando la circulación de buses y camiones chimeneas o taxis descalibrados y motos contaminantes.
Y para que vean que los problemas de la movilidad distan mucho de ser causados por el conductor privado, pues la ciudad, con un tercio de su población rodante, sigue siendo un nudo amarillo y una trenza multicolor de buses y motos.
Las dependencias del distrito que tienen que ver con esto son las que quedan en el banquillo después de la jornada donde el civismo de los automovilistas pasa una vez más en alza y saluda a la bandera con todo el respeto, pero, a la vez, con el sabor de un sacrificio improductivo más.
Hay que ver la falta de coherencia en la jornada cuando, además de la restricción a la movilidad particular, resuelven convertir un complejo y crítico día laboral para los ciudadanos de a pie y en ruedas en un domingo recreativo con la ciclovía en las principales rutas de Bogotá.
Fabricaron un idiota, innecesario y fenomenal trancón cuando supuestamente la ciudad debería fluir mejor. Tal vez pusieron las
arterias fundamentales al servicio de la bicicleta para tapar el pésimo estado de las ciclorrutas, su insuficiencia e inseguridad, el día en que podrían tener una ocupación que motivara esta alternativa de transporte.
El segundo punto nace de un informe de seguridad vial oficial en el cual se dice que el exceso de velocidad fue la causa de solamente el 4,69 por ciento de los accidentes que se dieron en el 2012.
Es un dato que contradice todos los reportes de esos siniestros, que siempre los atribuyen a esta causa y a una "falla de frenos", y que debería enviarle un mensaje a la Policía para que en vez de andar como astrónomos de las carreteras apuntando cámaras y radares, se dedique a corregir otros siete motivos de accidentes que constituyen el origen del 94 por ciento de los percances
viales de Colombia.
Ya es hora de que con estas lecciones las autoridades se pongan a pensar dentro del tiesto que les corresponde y no a salpicar
al ciudadano con más restricciones y cortapisas para su movilidad.
FRASE
EL CIVISMO de los automovilistas pasó una vez más en alza y
saludó a la bandera con todo el respeto, pero, a la vez, con el sabor de otro sacrificio improductivo en el decimotercer "Día sin
carro".
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