De la gran exposición de arte al aire libre que ostentó la calle 26 durante los últimos 20 años queda muy poco. (Vea aquí los monumentos que están deteriorados)
Los trabajos de construcción de la troncal de TransMilenio hicieron que algunas de las obras fueran modificadas y que otras, prácticamente, estén en la ruina. En el olvido...
En un recorrido hecho por EL TIEMPO con María Fernanda Urdaneta, maestra de Bellas Artes y una de las restauradoras más importantes del país, quedó en evidencia el alto grado de deterioro de las estructuras.
La primera parada fue a la altura del Cementerio Central, en la carrera 18. Allí, y debido al paso del TransMilenio, el busto de Jorge Eliécer Gaitán, de autoría del maestro Bernardo Vieco Ortiz, uno de los más grandes escultores colombianos, fue trasladado a la carrera 19. "Lo más grave es que le cambiaron la posición. Antes estaba de espaldas al Cementerio Central, como símbolo de repudio, pues el caudillo no pudo ser enterrado allí por motivos políticos y lo llevaron a su casa en el barrio Santa Teresita. Es que los monumentos también tienen una razón de ser, un significado entre líneas", aseguró Urdaneta.
Ahora, Gaitán mira hacia el oriente, "tiene la visual de sus asesinos", complementa la restauradora.
Al frente de la Gobernación de Cundinamarca muere otra obra. Se trata de Longos, del escultor Hugo Zapata e inaugurada en 1994.
La pieza, compuesta por tres triángulos acostados en el separador, está invadida de grafitis y el óxido amenaza todas las láminas. Según Urdaneta, esta obra, junto con todas las que hay en la 26, hace parte del Museo Vial, proyecto cultural y urbanístico inaugurado por el presidente César Gaviria en 1991.
"Invitaron a los mejores artistas del momento para que escogieran el lugar y pusieran sus trabajos. La curadora fue Ana María Escallón. Fue un paso importante para la cultura; sin embargo, no se tuvo en cuenta la iluminación técnica nocturna, ni se identificaron con una placa y mucho menos se aseguraron contra siniestros", afirma Urdaneta.
¡Qué vergüenza!
Entre basura y maleza se encuentra lo poco que los vándalos dejaron de Ala solar, una manifestación monumental del arte cinético donada por el gobierno venezolano a Colombia el 24 de julio de 1974 y de autoría del artista de ese país Alejandro Otero.
Después de 37 años, la obra da vergüenza. La mayoría de sus 42 piezas metálicas ubicadas en las aristas de la estructura, de 14 metros de alto, fueron robadas. Hoy solo queda un cascarón mal puesto ubicado muy cerca del edificio de Catastro y a la avenida de las Américas.
La Rebeca, en la 26 con carrera 13, también sufre. El plato con el que recoge agua está roto. Su nariz, restaurada por Urdaneta en el 2006, la han tratado de arrancar. La escultura, hecha en mármol de Carrara, uno de los más finos del mundo, está rodeada por una polisombra llena de huecos, materia fecal, aguas putrefactas y basura.
"Creo que lo mejor que le puede pasar es trasladarla al parque de la Independencia; de hecho, tenemos ese proyecto con la Corporación de Amigos de San Diego y la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá", adelantó la experta.
El Instituto Distrital de Patrimonio es la entidad que desde este año asumió la responsabilidad, en reemplazo del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), del mantenimiento de los 495 monumentos que, según la institución, tiene la ciudad.
Sobre la situación de las obras de la calle 26, María Eugenia Martínez, directora de ese instituto, le dijo a EL TIEMPO que las piezas ultrajadas de la 26 no son la prioridad, por ahora.
"El norte de este instituto es el centro histórico. En los próximos cuatro años solo nos podemos comprometer con el mantenimiento preventivo de 50 obras", confirmó la funcionaria.
Así las cosas, el futuro de estas obras y monumentos es incierto, pese al valor histórico y estético que tienen.
Otras joyas en el olvido
El viajero, ese enorme ejecutivo de colores situado a pocos metros del aeropuerto Eldorado, luce desarreglado. El óxido y la polución han deteriorado esta obra del argentino Antonio Seguí, uno de los artistas modernos más sobresalientes del arte moderno. Otros ejemplos catastróficos son 'Horizonte', del desaparecido Édgar Negret, y 'Doble victoria alada', de Eduardo Ramírez Villamizar.
FABIÁN FORERO BARÓN
Redactor de EL TIEMPO