Estaba claro que Dominique Strauss-Kahn quería ser el presidente de Francia. Y todo indicaba que un día no muy lejano lo conseguiría: en apenas veinte años, después de una infancia llena de viajes, de una juventud animada por las ideas socialistas y de una madurez fortalecida por la vida académica, Strauss-Kahn fue ministro de Industria, ministro de Economía, miembro del Parlamento, profesor titular en el Instituto de Ciencias Políticas de París, precandidato a la presidencia por el Partido Socialista francés y director del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero desde el 15 de mayo del 2011, en el momento en que fue arrestado en Nueva York justo cuando se perfilaba en las encuestas como el más posible sucesor de Nicolás Sarkozy, comenzó a ostentar el título de "protagonista de escándalo sexual".
Strauss-Kahn renunció a la jefatura del FMI tres días después de
haber sido acusado formalmente de "abuso sexual" por Nafissatou Diallo, la empleada de 33 años de un lujoso hotel neoyorquino en el que se estaba hospedando. "Niego firmemente todas las acusaciones que se han hecho en mi contra -decía su carta de renuncia, fechada el 18 de mayo-. A partir de este momento, dedicaré toda mi fortaleza, todo mi tiempo y toda mi energía a probar mi inocencia." Un año y medio después, convertido en "el hombre que lo tuvo todo pero lo perdió por no poder controlarse a sí mismo", Strauss-Kahn ha llegado a un acuerdo con Diallo, a puerta cerrada, en una corte civil del Bronx. "Gracias a todos en todo el mundo y gracias a la Corte -dijo Diallo a la salida del último encuentro-. Que Dios los bendiga."
Tras quince meses de verse narrado en las primeras planas de los diarios sensacionalistas como un sátiro irredimible, el protagonista de esta historia creyó así, y por un monto que sus abogados llamaron "confidencial", pero que se supone gigantesco, haber llegado al comienzo del fin de su pesadilla. Pero esta no termina. Ayer se supo que un tribunal de su país les negó a sus abogados la petición de retirarle los cargos por proxenetismo luego de participar en fiestas de alto voltaje junto con menores de edad.
De manera que muy pronto se sabrá si su vida fue una simple oportunidad perdida, una historia de venganzas o una parábola brutal sobre cómo corroe el poder.
editorial@eltiempo.com.co
Editorial: La parábola de Strauss-Kahn
- Compartir
- Comentar
-
Guardar
Ingrese o regístrese acá para guardar los artículos en su zona de usuario y leerlos cuando quieraEste artículo ya fue guardado Para consultarlo en otro momento, visite su zona de usuario.Artículo guardado Para consultarlo en otro momento, visite su zona de usuario.El artículo no pudo ser guardado, intente nuevamente
- Reportar
- Portada