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Carolina Cruz y Laura Acuña, las reinas del 'rating' por fin juntas

Ellas, vestidas de gala, son el mejor regalo en esta celebración de nuestra edición 100.

Muchos son los mitos que se han tejido en torno a las supuestas diferencias entre Laura Acuña y Carolina Cruz. Las dos bellas responden a los rumores. Ellas, vestidas de gala, son el mejor regalo en esta celebración de nuestra edición 100.
No se pueden mezclar! La frase, que ha despertado la intensa curiosidad de los televidentes, es una de las leyendas que de tanto replicarse parecen volverse realidad. "Carolina es dulce, Laura es recia"; "los celos profesionales y el poder de Laura sacaron a Carolina de Muy buenos días". Esas afirmaciones convirtieron a Laura en una especie de terror para cualquier nueva presentadora que quisiera acompañarla en el mañanero. Incluso, según esos mismos mitos faranduleros, Carolina, cansada de malos ambientes, se habría hecho a un lado para buscar otros horizontes.
"Como agua y aceite, Carolina y Laura, las dueñas del rating televisivo, las reinas de la presentación en el canal de las más bellas; la caleña y la bumanguesa, la sonriente y la frentera, no se dirigen la palabra"... El rumor se convirtió en bola de nieve y el morbo de los fanáticos aumentó. En enero de este año, en Lieja (Bélgica), un hallazgo científico fue noticia de primeras páginas: "Por medio de experimentos se logró lo que parecía imposible... mezclar el agua y el aceite".
Y sin tanto protocolo, sin ninguna complicada fórmula química, sin años de pestañas chamuscadas en intentos fallidos en diversos laboratorios, elenco logró lo que para muchos parecía imposible. Laura y Carolina se juntaron, Laura y Carolina sonrieron, Laura y Carolina bromearon durante una divertida sesión fotográfica que las retrató como las estrellas que son, vestidas de gala y adornadas con exquisitas joyas. Ellas, las dueñas absolutas de los sueños amorosos de miles de colombianos, juguetearon para mostrar, sin tener que demostrar, que todo no era más que uno de esos chismes que tanto abundan en el mundo del espectáculo.
Si alguna vez pelearon, si la una le hizo el feo a la otra o sintió pasos de animal grande, todo es parte de un pasado que ellas niegan que existió. Durante la mañana dominguera en la que posaron en el norte de Bogotá, camaradería fue lo que se vio. ¿Serán tan buenas actrices para fingir con tal maestría que se llevan bien? ¡Difícil!
"Es ridículo pensar que una presentadora más tenga el poder de sacar a alguien -apunta Laura mientras mira a los ojos; siempre mira a los ojos para subrayar sus palabras-. También me han preguntado que cuándo les voy a dar la oportunidad a otras presentadoras. Las oportunidades se las busca cada uno. No he durado gratis ocho años en el canal y en ese programa de TV. Algo debo estar haciendo bien. Nunca he tenido problemas con Carolina. Ella es una persona muy tranquila, serena, no arma problema por nada. Así fuera yo una déspota terrible, no encontraría con quién pelear pues Caro no pelea".
Fuerte y directa, así es la rubia de piernas largas que todas las mañanas seduce con su desparpajo. "Esa personalidad y el perrenque de Laura son de admirar -agrega Carolina. Todo lo que ha pasado y situaciones difíciles, su separación, lo que eso fue en los medios. A ella no le importa el qué dirán, es frentera, camelladora y sin pelos en la lengua. Por eso hay tanta gente en su contra, porque sus opiniones a veces son muy fuertes".
Hace 11 años la caleña entró a RCN, después de que la corona le fue arrebatada en Cartagena y tras la primera 'palomita' que le dio Jorge Barón en El noticiero del espectáculo. "Siempre ha sido la más juiciosa, siempre estudia sus libretos, está interesada en aprender, pero más allá de cualquier consideración, Carolina es una excelente hija y muy buena amiga", contó una de las personas que la tuvieron a su cargo en los comienzos, cuando la llamaron para presentar el concurso Comandos y luego cuando la llevaron a que cubriera la feria decembrina de su ciudad: "Estaba asustada, con la adrenalina a mil. Además, me tocó presentar con Andrea Serna, que, de lejos, es para mí la mejor presentadora del país".
La llegada de Laura a las pantallas fue tres años después, cuando saltó del canal regional de los Santanderes. "La TV es un accidente; llegó a mi vida sin buscarla -afirma Laura. No era mi sueño ni mi profesión ideal. No se me pasó por la cabeza que podía ser una figura pública. Sabía que tenía un don para comunicarme con la gente, pero no a esos niveles".
Laura y Carolina son las más vendedoras de revistas, ambas por bellas, pero Laura también por polémica. A esta última, los golpes la han madurado, y hasta han suavizado su carácter: "He tenido que renunciar a opinar. A veces me gustaría estar afuera de la TV para hacerlo como lo hacen todos los televidentes, pero no puedo pues algunos no toleran las diferencias de opiniones y creen que por estar en la pantalla no se pueden expresar sentimientos. A mí se me nota cuando algo no me gusta o si tengo preferencias". De todos modos el carácter le gana muchas veces: "Sucumbo a eso siempre y me meto en muchos líos, pues como no soy periodista me siento como la que quiere decir y ser oída. De todos modos creo que ser objetivo no es no opinar sino ser consecuente con lo que se piensa".
A Carolina, la que soñaba con ser administradora, arquitecta o veterinaria, se le atravesaron las pasarelas y terminó siendo una de las protagonistas más queridas de esa caja mágica en la que se perdía soñando con las telenovelas. Con sus abuelos, "renoveleros", vio muchos culebrones. El primero, al menos el que recuerda, fue Topacio, cuando tenía unos 5 años. "Perdí dos años de colegio, sexto y octavo, pero no por vaga sino por todo lo contrario. Siempre tuve excelente promedio, pero lo que no me gustaba no lo hacía, y así sigo siendo en mi vida".
El mito, el que la ha rodeado a ella y a tantas otras figuras de la TV, es uno que ya no le preocupa pues no le presta atención; sobre todo en un país donde algunos personajes dicen que todo se puede comprar: "Como pasé por el reinado, he sido modelo y soy presentadora, algunos hablan sin saber, y hasta dicen de mí y de muchas otras que salí con alguno o que me pagaron. Pero a mí que me esculquen. Al comienzo esos cuentos me afectaban por mi familia, pero si alguien conoce los sacrificios que he tenido que padecer son mi hermano y mi mamá. Ellos han vivido situaciones difíciles conmigo. Siempre digo que el que nada debe, pues nada teme, y el mico sabe a qué palo trepa. Nunca me ha tocado recibir una llamada jarta o un comentario maluco. Cuando vivía en Cali y salía a bailar con mi primer noviecito, si por ejemplo se me acercaba un mesero y me decía que había un personaje extraño preguntando por mí, me iba de inmediato del lugar".
La imagen, algo de lo que ambas viven, no solo se construye con sus acciones sino también con los rumores que se levantan a su alrededor. "Creo que no tener una imagen dulce no tiene que ver con ser santandereana o ser de acá o de allá, sino con la personalidad -agrega Laura. No diré que mi personalidad es la mejor, pero para algunas cosas es buena, como para saltar obstáculos, superar momentos difíciles, ayudarles a otros en sus trances duros y para hacer valer mi opinión. Nunca he tenido miedo de decir no cuando los demás dicen sí. Lo contrario. Es que cuando debo hacer cambios, modificar la conducta o mi forma de pensar, es difícil. Es un hecho que el mundo es intolerante. Para muchos es difícil aceptar una opinión contraria. Aceptar no es compartirla sino respetar lo que el otro piensa. Trato de no juzgar, no señalar, no hacer juicios pues nadie sabe dónde está la gotera, solo el que vive bajo ese techo".
Ella no vive en función de lo que otros piensan pero ahora asegura que hasta le gustaría que la gente tuviera la percepción correcta, "la que tienen mi familia, mis amigos, los que han sostenido una conversación conmigo. Muchos se guían solo por lo que uno les puede proyectar en TV, lo que les han contado o han leído en una revista. Me gustaría que tuvieran su percepción, la que fuera, pero argumentada".
Carolina y Laura, agua y aceite, están juntas. Carolina sonríe con cualquiera con facilidad; Laura es más reservada y hasta se le siente que quiere pasar inadvertida; como al día siguiente de las fotos, cuando la encontré dando la espalda a la puerta, sumergida en su iphone, carilavada y sin la producción con la que se ve en pantalla. "No me gusta mucho el maquillaje. No se trata de una posición romántica o contestaría sino que mi piel es delicada y se irrita fácilmente. Además, nada más rico que poder pasarme las manos por la cara sin que se me riegue nada, que me pueda recostar en la cama sin manchar las sábanas o pueda llorar feliz viendo una película".
La otra, la caleña, la misma que mide 1,80 de estatura, es igual de relajada con su aspecto. Nunca abandona los converse y los jeans son su prenda preferida. Sin gota de maquillaje y sobre todo sin labial, pues lo detesta, se pasea con sus amigos oculta tras unas gafas oscuras: "Hace una semana estuve en Rio de Janeiro y me sentí libre. Claro que me gusta y agradezco que la gente me quiera y me reconozca, pero hace mucho tiempo no sentía la felicidad de pasar inadvertida. Cómo me gustaría ir al supermercado sin que traten de mirar qué estoy metiendo en el carrito o de si me senté bien o tengo buenos modales al comer".
Dos años, eso es lo máximo que Carolina dice que estará presentando farándula. "No me veo sentada en el set el resto de mi vida; no porque no quiera ni me guste sino porque soy consecuente con las épocas y la vida. Sé que hay situaciones que se van 'chuleando'. No le tengo miedo a la vejez, ni al matrimonio, ni a los hijos. Soy fresca con cada momento y le saco provecho. Seguiré en entretenimiento, que es lo que conozco y me gusta; pero hay unas mujeres divinas, más jóvenes, que tienen ganas de comerse el mundo y hay que darles la oportunidad. Tampoco me veo presentando noticias serias, pues soy muy sensible y no sería capaz. Tampoco está en mis planes volverme actriz pues no me parece chévere. Quiero tener una familia, y en su momento será mi proyecto más importante".
Dos hijos son los que espera tener. De matrimonio no habla, aunque asegura que su relación con Lincoln Palomeque sigue en maravillosos términos. Laura, con dos años de matrimonio con el empresario Rodrigo Kling, se ve con tres muchachitos: "No estoy planificando, no estoy evitando un embarazo, están todos los exámenes bien, pero ahí sí es cuando Dios quiera. El médico dice que quedar embarazada no es tan fácil y menos en este nivel de trabajo en el que vivo".
Las dos bellas, las que según las leyendas urbanas se odian, no pararon de bromear durante la sesión de fotos. "Laura y yo no somos las mejores amigas, pero porque nunca nos vemos". Carolina es detallista, 'cositera', en el buen sentido, según la define Laura. De ella se espera un regalo o la llamada en el cumpleaños. Laura es más distante, dice que por pura distraída, y que muchos de sus amigos le reclaman porque olvida los cumpleaños.
¿Amigas y rivales? No, dice Carolina: "Las dos hemos madurado. Creo que cuando uno es más joven y ve que llegará otra persona divina, con capacidades, se puede sentir amenazado. Con el paso de los años se da cuenta de que hay espacio para todas. Además hay para todos los gustos y no creo que todos los 46 millones de colombianos quieran a las mismas".
Es lógico preguntarle a Carolina si eso quiere decir que la llegada de Laura la amenazó: "No, sino que todas hemos sentido que cuando llega alguien uno se pone las pilas, se exige más. La vida tan plana no es buena. Laura siempre está dispuesta a hacerme un favor y yo a ella". Como cuando la asesoró para que montara su almacén de ropa. Es que en eso de los negocios Carolina es maestra. Ambas saben que la TV está pero que no puede ser todo en la vida, que hay otros espacios, otras vidas complementarias y hasta más importantes; esos espacios íntimos que defienden de los intrusos. "Ahora −apunta Laura−, como estoy casada con alguien que no pertenece ni quiere pertenecer al medio, tengo una vida más privada".
Carolina y Laura, agua y aceite, como en el experimento de los científicos belgas, se juntaron y formaron un bello espectáculo. Las caprichosas figuras que los dos líquidos crean no alcanzan a igualar la belleza con la que estas dos mujeres hipnotizan cuando están juntas. Agua y aceite, el mejor regalo para los lectores de elenco en esta edición 100.
Asistente de fotografía: Junior Rojas / Retoque digital: Miguel Cuervo.                                                                                                 Vestuario: Pronovias, Carmen Vergara, calle 82 N.° 11-91, centro comercial El Retiro, local 102 C, Tel. 530 1996, Bogotá          Joyas: Swarovski, centro comercial El Retiro, calle 82 N.° 11-75, Tel. 376 4035, local 1-119                                                                Calzado: Primavera Shoes, centro comercial Unicentro, local: 1-25, Tel. 637 8015, Bogotá                                                       Maquillaje y peinado: Mauricio Leal, Cel. 310 783 0048, y Mauricio Carvajal, Cel. 310 389 3201                                                                 Locación y agradecimiento especial: Fernando García, Atelier de Estilo, calle 109 N.° 17A-25, Tel. 620 47 91, Bogotá, www.fernandogarcia.com.co.
Diego León Giraldo S.
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