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Melquíades, el gitano, tiene su tumba en 'Cataca'

Personaje de Cien años de soledad 'descansa en paz' en tierra de Gabo, por iniciativa de holandés.

Bajo los almendros polvorientos del barrio El Carmen de Aracataca (Magdalena), en cuyas ramas revoloteaban mariposas amarillas, el jueves 19 de julio se realizó el funeral del gitano Melquíades, el primer muerto de Macondo cuyo fantasma regresó del más allá porque no pudo soportar la soledad.
Con el calor sofocante de las 10 de la mañana, cataqueros y personas venidas de otras ciudades llegaron caminando o en bicitaxis para sentarse alrededor de la tumba, construida en cemento y piedras, del gran mago cuyos imanes podían atraer los calderos, anafes y hasta los clavos y tornillos de las casas.
En los rostros de los asistentes no había señales de tristeza sino todo lo contrario. Con la tumba de Melquíades se revivía la esperanza de que los descendientes de los Buendía tengan una segunda oportunidad sobre la tierra, a través del impulso del turismo cultural para atraer visitantes del el mundo hacia Aracataca.
Esa es la intención de Tim aan't Goor, el holandés que desde hace cuatro años se quedó en la tierra de Gabriel García Márquez a donde llegó atraído por el realismo mágico de sus obras, quien con el apoyo económico del exalcalde de Aracataca, Fossy Marco María, construyó el sepulcro simbólico de uno de los principales personajes de Cien años de soledad.
"La idea es que Aracataca se llene de monumentos para incentivar la imaginación, que el pueblo conozca más de la obra de Gabo para darlo a conocer al mundo", dice Tim, de 29 años, quien ante la dificultad de los cataqueros para pronunciar correctamente su apellido adoptó el Buendía.
La tumba de Melquíades está alejada del centro para que los turistas se vean obligados a recorrer las calles del pueblo y descubran la magia de Macondo en el corazón de Aracataca. "Involucramos a los barrios. Queremos que la gente conozca el resto de Aracataca que son los barrios", agrega Tim.
Y es que el pueblo ficticio que describe Cien años de soledad toma vida en cada rincón de Aracataca, con su río de aguas diáfanas que se precipitan por un lecho de piedras enormes que parecen huevos prehistóricos, la línea férrea por donde pasa el tren dando alaridos y la casa del telegrafista donde el comején taladra la madera del techo y puertas.
Dilia Todaro, cataquera de ascendencia italiana, asegura que la idea de Tim es maravillosa porque servirá para impulsar que en otros sectores del pueblo se piense en atractivos turísticos para que los visitantes se queden más tiempo. Sin embargo, advierte que eso solo será posible mediante la alianza entre autoridades gubernamentales, gestores culturales y pobladores con sentido de pertenencia.
Tras el regreso del Nobel de Literatura a su tierra natal, en mayo de 2007, a bordo del tren amarillo que salió desde Santa Marta, la Gobernación del Magdalena comenzó a hablar de la 'Ruta de Macondo', un proyecto para promocionar el turismo cultural en Aracataca.
Sin embargo, hoy es poco lo que se ha avanzado.
Pese a eso Tim no pierde el optimismo. Espera que alguna entidad pública como la Alcaldía al menos ponga señalización turística en el pueblo para que los visitantes sepan donde están sitios como la tumba de Melquíades, el río o la casa del telegrafista. "Tengo fe que las entidades públicas deben iniciar y después los privados empiecen a participar", dice.
'Gobernantes se han burlado del pueblo'
El comunicador social-periodista Rafael Darío Jiménez, poeta y gestor cultural, asegura que la indiferencia en Aracataca se debe a que los gobernantes se han burlado del pueblo.
"No hay voluntad política de las administraciones locales, departamental y nacional. Nos han utilizado para crear ciertos proyectos y los recursos llegan pero no se ejecuta la obra", dice el periodista.
Jiménez añade que de la promocionada 'Ruta de Macondo', en Aracataca, únicamente quedó la refacción de la estación del ferrocarril en la que invirtieron 300 millones de pesos.
Paola Benjumea BritO
Corresponsal de EL TIEMPO
Santa Marta
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