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¿Menos picos para todas las placas?

Es muy temprano para evaluar el nuevo esquema de pico y placa que puso a funcionar el alcalde de Bogotá. Cuando esto escribo, van apenas dos días de los nuevos horarios y turnos y no hay ningún resultado válido, salvo las opiniones de muchos lectores en nuestras redes sociales.
El sabor básico de sus comentarios es que el asunto del pico y placa por pares e impares es mucho mejor que lo que teníamos, pues la movilidad es más rápida y fluida. Lo que se congestionó fue el espacio "valle" entre las dos restricciones, pues claramente está libre la circulación de todos los vehículos y la gente aprovecha
lo que durante tanto tiempo, desde la orden de Samuel Moreno, no podía hacer: usar su carro, hacer sus vueltas, movilizarse. Hay trancón, pero se puede sacar el vehículo.
De todas maneras no habrá una medida que sea del agrado de todos. Es imposible que la prohibición del uso de un bien particular le caiga bien al dueño, por lo tanto lo mejor en el largo plazo es lo que dice el alcalde Petro: que un día va a desmontar el asunto y cada quien debe defenderse en la selva metálica de nuestras
calles y en el lunático piso de las pobres avenidas.
Eso nos llevará a otro debate, pues si quiere cobrar por utilizar las vías para desestimular el uso de los carros, más allá de lo que todos pagamos por rodamiento por 365 días del año que no existen, claramente tiene que ponerlas en perfecto estado porque nadie va a pagar por rodar en unas calles que solo dan vergüenza.
Sin embargo, rescato que por primera vez la medida no está plagada de hostilidad ni acompañada de millares de bolardos ni amenazas contra el carro particular, que es el menos culpable de todo este caos.
Con el nuevo mecanismo se le dio a la gente un espacio para usar libremente todos los días el vehículo en horas aceptables para las diligencias y parte de su trabajo. Le es viable a una persona que viaja cruzar la ciudad hacia otro destino. Se puede salir de Bogotá
en las horas valle como uno quiera. Quienes andan en moto la podrán utilizar sin limitaciones y las horas de restricción son más amables con los horarios familiares.
En suma, es algo más humana y amable, y hasta hay una zona, que es media ciudad, libre de restricciones. También me parece racional y sensato considerar que se debe hacer un experimento de tres meses para ver si caben reajustes de horarios y zonas.
Falta que llegue la gente de vacaciones, que salgan los buses escolares -todos a la misma hora, por el mismo sitio y hacia la misma parte- y que haya una actividad normal para calibrar bien hasta dónde el asunto tiene efectos positivos. De todas maneras uno tiene que acostumbrarse a vivir en el escenario que le tocó y acomodar sus tiempos a los problemas de las ciudades.
Bogotá no es la única colapsada en el mundo, pero sí ocupa una casilla preferencial en la falta de soluciones definitivas pues las obras públicas son calamitosas y un foco de corrupción, la planeación de nuevas rutas es desconocida, el presupuesto siempre ha estado en déficit y la gestión de la capital en esta materia es algo de esconder. No de ahora, sino de muchos años y alcaldes atrás.
Se ofrecen alternativas y se habla de obras y proyectos  inaplazables pero solo se refieren al transporte masivo y que, si algún día se ejecutan y funcionan, serán solamente una parte de las soluciones que necesita Bogotá.
No pensemos solamente en el carro particular. La mensajería, el paqueteo, los correos, el transporte de personal, los suministros, todo va a seguir rodando en las calles. Nadie puede ir con una máquina para podar el pasto en el metro o en un bus. De hecho, multan a las motos que llevan cajas grandes. Las rutas públicas son punto a punto y no le sirven a mucha gente que cada vez vive más lejos y aislada.
La bicicleta es una posibilidad muy liviana y limitada para ciertas personas y usos, dados el clima, el tamaño y hostilidad de la ciudad, y nunca será una alternativa que pueda pesar en el portafolio de soluciones.
Veremos cómo se desarrolla este nuevo modo de circular. Ojalá la gente racionalice sus movimientos, aproveche las nuevas posibilidades, que por fin las hay, así estén atoradas en la malla vial y que el plan y la forma de hacer mejoras en las calles que
ha propuesto el alcalde de Bogotá, con participación y veeduría de la comunidad, funcionen a la par con estas buenas ideas.
FRASE:
"Uno tiene que acostumbrarse a vivir en el escenario que le tocó y acomodar sus tiempos a los problemas de las ciudades. Bogotá no es la única colapsada en el mundo, pero sí debe ocupar una casilla preferencial en la falta de soluciones definitivas para su
movilidad".
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