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Operación Mariscal en la Comuna 13 cumple 10 años

Esta acción militar afectó principalmente a la población civil. Paz anhelada aun no llega.

La madre no aguantó más ver a su hijo tendido en el piso. Estaba herido y nadie podía auxiliarlo: aquel que lo intentara corría el riesgo de caer. Sacó un pañuelo y salió a la ventana a ondearlo, en señal de tregua, para poder ir por él.
"La gente vio eso y los vecinos sacaron trapitos. Cuando menos pensé ya era una manifestación con sábanas y la bandera de Colombia de que queríamos la paz. La balacera comenzó desde la noche y a uno le provocaba callar todo pero era imposible, esa era la única salida", recuerda Shneider Jaramillo, líder de la Comuna 13 que participó en la que luego sería llamada 'La marcha de los pañuelos blancos'.
Esta fue la respuesta civil a la Operación Mariscal en la comuna 13, una de las 10 operaciones militares que realizó el Estado en esta zona de la ciudad durante el 2002 y que el próximo 21 de mayo cumple 10 años.
Algunos pobladores e investigadores afirman que la Marcha comenzó en el barrio Nuevos Conquistadores; otros dicen que nació en El Salado y que la valiente no fue una mamá sino una niña de 12 años, impulsada por su familia.
En 10 años los recuerdos se han tornado borrosos. "La palabra operación solo se comprende después. En ese momento uno no manejaba la idea, era la guerra: que venían desde Bogotá, que llegaba la Policía y el Ejército. Era el miedo", añade un líder de la 13, quien prefirió omitir su nombre.
Para Adriana Arboleda, acompañante de las víctimas desde la Corporación Jurídica Libertad, Mariscal sentó las bases para lo que luego fue Orión.
"En esta hubo una gran movilización social contra el operativo: por un lado sacar los pañuelos blancos y por el otro que la comunidad fue la que auxilió a los heridos en un ejemplo de solidaridad", resalta esta activista de Derechos Humanos.
La Operación Mariscal dejó como saldo nueve personas asesinadas, tres de ellas menores de edad, todos civiles ajenos al conflicto.
Un presente convulso
"De todo esto el miedo ha disminuido, ha quedado la tolerancia y algo de indiferencia porque ya la gente no se asusta tanto con las balas", añade este líder quien prefiere no publicar su nombre.
Entre las ganancias de esta década, que también menciona la comunidad, está el aumento de organizaciones juveniles, de mujeres y de víctimas. Con ellas la gente ha ganado en confianza.
"La tranquilidad es aparente. En las últimos días han hecho ir a familias de Belencito. Las muertes por 'fronteras invisibles' siguen dándose pero ya no con el impacto de antes", reconoce el líder que agrega que el conflicto no se acaba y que ya aprendieron a vivir con él.
"Para mí la situación no cambia: civiles armados, robos, siguen matando jóvenes, matándose entre ellos mismos y víctimas inocentes. Queda seguir trabajando y arrebatarle más gente al conflicto. La única esperanza es seguir trabajando unidos", concluye Shneider.
Estado, responsable de dos asesinatos
La Procuraduría General de la Nación, en fallo de única instancia del 9 de noviembre del 2006, destituyó e inhabilitó por cinco años a quien era el Comandante de la Policía Metropolitana al momento de la Operación Mariscal, el Brigadier General José Leonardo Gallego.
El fallo afirma que, por omisión de sus funciones, infringió el Derecho Internacional Humanitario durante esta operación. La Nación también fue condenada como responsable de la muerte de Martha Janeth Correa y de Yiseth Adriana Tascón Olarte, quien era una estudiante de 11 años y cayó víctima de una bala de fusil cuando salió a llamar por teléfono para avisar que no podría ir al colegio.
Sueños que aún resisten y claman por la verdad
Un líder de la comuna 13, que prefirió omitir su nombre por seguridad, afirma que su esperanza es que la comunidad viva un día en paz y tranquila. "Pero es que con la presencia de tantos grupos es muy difícil. A todo lugar donde uno va sabe que hay, pero no se meten con uno", añade.
Para Adriana Arboleda, acompañante de las víctimas desde la Corporación Jurídica Libertad, la comunidad sigue resistiendo y hace un llamado a la conviven- cia pacífica y al respeto de sus derechos.
"Hay un gran movimiento juvenil que habla de la necesidad de desmilitarizar el territorio. De la necesidad de soluciones reales y no solo urbanísticas, que todo no se pretenda tapar con obras de infraestructura", señaló la investigadora. Para ella también es de resaltar el grupo de mujeres víctimas que trabajan por la verdad, justicia y reparación.
CARLOS MARIO CANO R
REDACTOR EL TIEMPO
MEDELLÍN
 
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