Las infecciones se producen porque un germen invade el cuerpo y provoca un daño. Entran al organismo por la piel, las mucosas, los ojos, las vías digestivas o urinarias. El sistema inmune se defiende, pero es insuficiente.
Síntomas como irritación, inflamación y lesión de las membranas mucosas colaboran para la incubación del germen. Según algunos estudios, los niños prematuros tienen más riesgo de sufrir problemas respiratorios y pueden durar hospitalizados hasta dos años.
Está en manos de los padres crear un ambiente propicio para que no se desarrollen patologías severas como el asma y la rinitis.
Las personas con enfermedades respiratorias deben mantenerse alejadas del bebé para no infectarlo. En los lugares públicos, es necesario que el niño no este expuesto; por eso, antes de llevarlo a una guardería verifique la calidad del establecimiento y el nivel de salud.
Todas las personas que tengan contacto constante con el menor deben ponerse la vacuna de la gripa; de hecho, el bebé también debe ser vacunado. La limpieza y el aseo en el hogar son indispensables. Las manos siempre deben estar limpias antes de tocar al infante y bajo ninguna circunstancia el niño debe oler el humo del tabaco.