Esta es una realidad frecuente; en Colombia mueren 10 de cada 1.000 bebés y es uno de los fenómenos emocionales más intensos para los seres humanos, ya que es un hecho contrario al ciclo vital esperado, y tiene gran impacto psicológico.
La muerte, en cualquiera de las etapas de la vida del hijo que se espera, es desvalorizada y minimizada. Difícilmente estos padres reciben el reconocimiento social de sus lazos de paternidad y maternidad con un bebé que no nació o que falleció y, si es un aborto inducido, puede ser más difícil aun.
En los intentos de mitigar el dolor propio y el de los padres, no les permitimos hablar de lo que pasó; esperamos de ellos una ?recuperación pronta? o que existan ?tiempos suficientes? para llorar al hijo.
Realmente no es así; es fundamental comprender que las expresiones emocionales en el duelo son necesarias y que el hablar del hijo o recordarlo es la manera que encuentran los padres para honrarlo y darle lugar en la familia.
Es necesario permitir las emociones sin juzgarlas y entender con tranquilidad que la tristeza no siempre es sinónimo de patología o riesgo para la salud.
En medio de los intentos por consolar, sugerimos ?reemplazar? o ?compensar? la pérdida. Por ejemplo, proponemos planes, ideas, otros hijos, objetos o personas en los cuales pensar, cuando el lugar del hijo fallecido realmente no puede ni debe ser encubierto. Lo único necesario es acompañar a estos padres respetuosamente.
Permitir que sean ellos los únicos con el derecho para recoger, guardar o deshacerse de los objetos, regalos o ropa del bebé, a menos que ellos expresen algo diferente; dejar que hablen de sus emociones y de lo vivido, que permanezcan mucho tiempo en pareja y, por algún tiempo, alejados de familia y amigos cuando así lo sientan.
Muy importante será evitar acciones o comentarios que nieguen o desvaloricen el momento por el que se pasa y el pesar por el hijo fallecido, como, por ejemplo: ?pueden tener más hijos?, ?fue mejor que esto pasara? o ?aún era muy pequeño?, etc.
El duelo perinatal es similar a otros duelos, los padres experimentan rabia, tristeza, vergüenza, se perciben a sí mismos como ineficaces y culpables. Las reacciones dependen de cada individuo y, por lo mismo, no existen ?estándares? en los tiempos de evolución o ?recuperación? emocional.
No podremos evitar la pérdida ni el dolor, pero sí podemos ayudar a que el camino sea más respetado.