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Medio Ambiente

‘Los gobiernos tienen el poder de migrar hacia economías verdes’

Adaptarse al cambio climático significa, por ejemplo, ser más inteligentes en la forma en que nos preparamos mejor para desastres naturales como los huracanes.

Adaptarse al cambio climático significa, por ejemplo, ser más inteligentes en la forma en que nos preparamos mejor para desastres naturales como los huracanes.

Foto:REUTERS

El director ejecutivo del Programa Ambiental de la ONU insiste en abandonar combustibles fósiles.

Tras dos semanas intensas de conversaciones entre delegados del Gobierno, jefes de Estado, científicos, líderes sociales y conglomerados empresariales, durante la Convención Marco de las Naciones Unidas (COP23) para el Cambio Climático, que este año se celebró en Alemania, hay un mensaje que parece quedar claro entre los asistentes: todos los países, desarrollados o no, deben contribuir rápidamente a reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
“La economía global crece a una tasa promedio de 3,4 por ciento anual, la población se expandirá de los 7.400 a los 9.000 millones de personas hasta 2040 y se vivirá un proceso de urbanización que supondrá agregar el equivalente a una ciudad del tamaño de Shanghái a la población urbana del mundo cada cuatro meses”, advirtió la Agencia Internacional de la Energía (AIE), para llamar la atención sobre el aumento en el consumo de energía que se vivirá en los próximos años.
Para darles cumplimiento al Acuerdo de París, en el cual 195 países se comprometieron a evitar que la temperatura global del planeta aumente 2 °C, se llamó la atención sobre la necesidad de abandonar los combustibles fósiles y migrar hacia economías verdes, que mejoren la calidad de vida de las personas y garanticen ciudades más resilientes a los efectos del cambio climático, que ya se sienten con mayor intensidad.
El director ejecutivo del Programa Ambiental de Naciones Unidas, Erik Solheim, habló con EL TIEMPO sobre este y otros de los temas que se discutieron durante el evento anual de medioambiente más importante, y que este año fue protagonizado por la isla de Fiyi, con el fin de llamar la atención de las grandes potencias sobre su papel determinante en el futuro del planeta.
Cuando hablamos de migración por cambio climático, la mayoría de los ejemplos y estudios que se tienen se concentran en el Pacífico ¿Qué está pasando con Latinoamérica y cuál será la dimensión del problema?
Solo tenemos que mirar los recientes eventos climáticos extremos en el Caribe para ver el daño potencial del cambio climático en esa región. También hay advertencias de que el Amazonas, el noreste de Brasil, América Central, el Caribe y algunas partes de México experimentarán condiciones de mayor sequía. El aumento del nivel del mar es una amenaza significativa para América Latina, donde una gran proporción de personas viven cerca de las costas.
Aquí la preocupación es la contaminación de los suministros de agua dulce, la erosión costera, las inundaciones y el mayor riesgo de marejadas ciclónicas. La acidificación de los océanos, causada por las emisiones de dióxido de carbono, también afectará la biodiversidad y la riqueza de alimentos que proporcionan los océanos. Casi todos los países están amenazados de alguna manera, y, sin duda, esto impulsará la migración y el desplazamiento.
Esto es difícil o imposible de cuantificar, pero sabemos que son los pobres y los más vulnerables quienes sufrirán más. Adaptarse al cambio climático significa, por ejemplo, ser más inteligentes en la forma como planificamos nuestras ciudades, como nos preparamos mejor para los desastres o como cambiamos los sistemas de riego para la agricultura.
¿Qué debería hacer un país en desarrollo, como Colombia, para equilibrar la conservación de los ecosistemas con el desarrollo económico? Somos una nación altamente biodiversa que el año pasado arrasó con cerca de 170.000 hectáreas de bosque...
La respuesta es muy simple: todos los países necesitan mirar el entorno en el que se encuentran, incluyendo todos sus recursos naturales, como una cuenta bancaria. Debemos ser sensatos en cómo los estamos gestionando: por ahora estamos vaciando esa cuenta, que son los recursos naturales del planeta, de una manera insostenible y desenfrenada.
Pero el principal error consiste en creer que las ganancias económicas y la protección del medioambiente son temas contradictorios, cuando en realidad van de la mano. Lo que se necesita, y este no es un vacío exclusivo de Colombia, son sólidos sistemas de gobernanza ambiental que protejan el país y sus recursos naturales a largo plazo.
En otras palabras: no se trata de elegir entre el desarrollo y el cuidado del medioambiente, sino de preguntarnos cómo podemos desarrollarnos rápidamente hacia una economía completamente verde, con energías renovables, usando las tecnologías más limpias al alcance, proveyendo trabajos a cientos de personas alrededor del cuidado de los ecosistemas, mejorando la calidad de vida de la gente. Los gobiernos tienen el poder de reducir el uso de los combustibles fósiles y migrar hacia actividades más sostenibles.
¿Cómo vio el escenario durante esta COP, luego de los anuncios del presidente Trump de retirarse del Acuerdo de París?
La decisión fue, obviamente, muy decepcionante, pero me sentí muy alentado por la reacción tanto de Estados Unidos como del resto del mundo. Las actitudes están cambiando, y la acción climática se empieza a ver como una gran oportunidad económica y no como un costo. El Acuerdo de París es muy fuerte debido a ese mensaje positivo: se trata de lo que puedes hacer, no de lo que tienes que hacer.
Y así, países como India y China están invirtiendo fuertemente en alejarse de los combustibles fósiles, considerando que la acción climática no solo es buena para el planeta, sino esencial para sus economías y los negocios que surgen. Sabemos que el Acuerdo de París no es suficiente y que tenemos que seguir avanzando en energías renovables si no queremos subir la temperatura 3 grados centígrados más, que es justo hacia donde vamos si seguimos así.
Además, porque cada vez son más accesibles esas energías...
Exacto. Por su puesto que tenemos que seguir haciendo mucho más, pero los precios de las energías renovables, solar y eólica, están bajando rápidamente, y cada vez son más apetecidas y competitivas. Es muy importante lo que está pasando en la COP, pero más importante el activismo de la sociedad civil, que puede hacer mucho para generar presión a gobiernos y empresas.
¿Concretamente en Latinoamérica, en qué proyectos están avanzando?
No existe una única solución mágica para la acción climática, por lo que estamos trabajando en una amplia variedad de iniciativas. Esto incluye trabajar con las ciudades para promover soluciones de transporte e infraestructura con bajas emisiones, así como la protección de los ecosistemas y las selvas tropicales, los océanos, mejorar el acceso a las finanzas verdes y fomentar la transición hacia las energías renovables.
TATIANA PARDO IBARRA* 
Enviada especial
EL TIEMPO
* Ganadora de la beca del Earth Journalism Network
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