¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Educación

Hablando pura miel / En defensa del idioma

En defensa del idioma.

En defensa del idioma.

Foto:Archivo Particular

ANÁLISIS UNISABANA

Análisis UniSabana

Este arsenal de comunicación se envuelve, como los tamales, para sacudir fibras.

La intención del discurso político por estos días (y por muchos del pasado) busca, más que convencer, endulzar la amargura constante de muchos ciudadanos por unos segundos o minutos. Y aunque la cura no resulte definitiva, es muy entendible que cada uno de estos dolientes renovables quiera al menos un alivio fugaz, pasajero.
Debido a que las palabras son el instrumento más usado para envolver las ideas, estas últimas construyen las añoranzas o los anhelos en la mente de tanto potencial elector. Poco les importa a ellos si después verifican que otra vez las ilusiones se han disuelto: su amnesia parece ser eterna.
Toda persona en sus cabales persigue un bienestar más o menos permanente; es un derecho. Por supuesto, las visiones son diferentes y los recursos, variados. Algunos aciertan; otros se equivocan, y eso es una obviedad. Sin embargo, estos mecanismos de defensa sicológica ante las adversidades, el aceptar tanta melaza, parece impedir que otras salidas sean halladas por los buenos ciudadanos.
En esa encerrona, y ante la imposibilidad de propuestas diferentes, las opciones en una elección continúan pintando el fondo, cambiando las cortinas, moviendo las tramoyas, alternando las luces, reacomodando las sillas, renovando los personajes o proponiendo ritmos melódicos distintos, pero los libretos no dejan de arraigar el mismo discurso y en el mismo escenario: Colombia.
El almíbar se riega en las tablas sin medida, y el público es convocado para aplaudir, y elogiar, o para chiflar y censurar. Cada actor quiere ser elegido como el protagonista de esta repetida puesta en escena; pero solo depende del público que el ganador sea uno u otro. Por eso, luego de tantas temporadas (casi desde que mi tatarabuelo era un niño) la gente supone que el cambio de generación implica un cambio de libreto.
Entonces, para lograr el favor de este juez colectivo y definitivo, que otorgará el poder pleno al ganador y le permitirá a este conducir así los destinos de todos ellos, cada actor buscará a como dé lugar figurar en la mayor cantidad de actos. La obra, y en esta los parlamentos, debe parecer una propuesta original, nueva, distinta. Pero, solo parecer.

Al público, por su parte, debe impedírsele descubrir que los papeles que ahora aparecen en el escenario han sido retocados

Como “la política es dinámica” (¡aunque no cambie nada!), los aplausos de los entreactos dejarán que los participantes vayan midiendo los niveles de aceptación o rechazo. De esta manera, los actores empezarán a cavilar el desenlace. Cuando uno de ellos confirme que apenas unos muy escasos espectadores le brindan aplausos, entonces decidirá que su trabajo actoral debe enfocarse a realzar la imagen de otro de sus colegas; por supuesto, siempre y cuando se le garantice que aparecerá en el elenco de la siguiente temporada, así sea para limpiar los baños, servir en la cafetería o lustrar zapatos.
Al público, por su parte, debe impedírsele descubrir que los papeles que ahora aparecen en el escenario han sido retocados. La gente debe creer que la carga de verosimilitud es alta. No obstante, si algún asistente empieza a sospechar de la ficción en esta oferta de farándula, habrá que acudir de nuevo, no a la caña de azúcar, porque esta es natural, sino a los endulzantes artificiales, aunque sean dañinos; importa es que sean efectivos.
Así, regresan con más fuerza las palabras, las expresiones, los gestos y toda la riqueza del lenguaje corporal, adobados con el vestuario, las luces y los sonidos. Las confabulaciones, entre bambalinas o en los camerinos, ya están ratificadas. Luego, este arsenal de comunicación se envuelve, como se envuelven los tamales, para sacudir las fibras y reconstruir las ilusiones ajenas.
Quizás, el público vuelve al teatro una y otra vez con la esperanza de que en la representación (que jamás sospecha que puede ser una utopía) aparezca ya no un actor, sino una persona que exponga su vida y sus intenciones con plena autenticidad.
Al final, habrá un elegido, pero de nuevo el público abandonará la sala saturado de miel para dirigirse a su inacabable rutina, que al poco y por más tiempo seguirá siendo amargura.
Con vuestro permiso.
JAIRO VALDERRAMA V.
UNIVERSIDAD DE LA SABANA
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO