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Educación

Cómo asfixia la palabra 'tema' / En defensa del idioma

Es mucho más adecuado escribir y decir "de acuerdo con tu propuesta..." que "de acuerdo a tu propuesta...".

Es mucho más adecuado escribir y decir "de acuerdo con tu propuesta..." que "de acuerdo a tu propuesta...".

Foto:123rf

Universidad de la sabana

Logo de la Universidad de La Sabana

Muriel salió del partido contra Bolivia por el “tema de una lesión”. ¡Qué tiene que ver el "tema"!

La expresión "el tema de la guerra' se ha escrito 5,720,000 veces al momento de la consulta en Google (ayer); “el tema de la seguridad”, 4,070,000; el “tema de la paz”, 4,050,000; "el tema de la selección",4,310,000; "el tema de la sexualidad", 2,480,000; “el tema de la telenovela”, 225,000; “el tema de la muerte”, 4,380,000.
Por supuesto, ningún método científico soporta estas cifras, que corresponden solo a unos minutos de consulta azarosa. Y la sola palabra “tema” se cita 891 millones de veces; “guerra”, 399 millones; “paz”, 518 millones; “seguridad”, 560 millones; “selección”, 225 millones; “sexualidad”, 27 millones 700.000; “telenovela”, 19 millones 500.000, y “muerte”, 232 millones.
Sin embargo, esas magnitudes, y ahora que proliferan las consultas y las participaciones en Internet, me dan suficiente respaldo para afirmar que cuando las personas están extraviadas y no encuentran un tema, acuden a la palabra “tema”.
¡Cómo les cuesta asignar el término preciso a una idea! Y debido a que cuando tratan un tema, es obvio que es un tema; por eso, usar la palabra “tema” resulta tan desesperadamente redundante, que se cierra el círculo (¡terriblemente vicioso!) y se demuestra que no tienen tema. En ello ayuda el escritor de nacionalidad inglesa George Orwell: “El lenguaje reducido estrecha el pensamiento”.
Sobre esta exagerada muletilla, “tema”, ya hemos tratado en otras oportunidades; pero, como el contagio persiste y se extiende, se requiere reiterar esta situación. Si hemos de llamar o calificar “tema” a cualquier idea, concepto, asunto, punto, aspecto, situación, definición, referente, etc., pues todo ello lo convertiremos en “tema”, y esa denominación, de un tajo, descabeza los significados distintos. Otros sesudos hablantes informan que no llegaron a tiempo a una cita por el “tema del transporte”.
Entonces, surge una pregunta: ¿por qué se ponen a hablar del transporte en lugar de ir a la cita? Es fácil la solución: no fueron a la cita por el deficiente transporte o por falta de transporte.
Basta con escuchar las emisiones noticiosas radiales y televisivas: informadores y fuentes desbordan la ebullición de la palabra “tema”; es todo un tsunami nacional de la monopalabra.
Ahora se escucha a una pareja de esposos en el supermercado decir “el tema del queso” (en un programa de Gastronomía se tratará en clase); algunos se preocupan por el “tema del taxi” (¿hablar de taxis será interesante?), “el tema de la paz está difícil” (el tema no, porque cualquier persona puede hablar de paz; lo difícil es conseguirla), “el tema del trasporte en Bogotá es complicado” (aplíquese el comentario anterior). Dizque el futbolista Luis Muriel salió del partido frente a Bolivia por el “tema de una lesión”. Curioso, ¿cierto? ¿Se puso a hablar de una lesión y por eso salió del partido? Y tan fácil que es decir: “salió del partido por una lesión”, o “…debido a una lesión”. ¡Qué carajos tiene que ver el “tema”!
Si todas las ideas sumadas (casi infinitas) que perciben los seres humanos durante toda su existencia son designadas, nombradas o nominadas como “tema”, pues ese será en un futuro bastante cercano el único “tema”. Y, la verdad, debemos solucionar ese “tema”.
Hasta hace pocos años, la muletilla que abundaba era “cosa”. Una cosa es un alfiler o la historia de la humanidad; una idea es una cosa y las grandes ciudades son otra cosa; todo aquello que perciba la mente humana es una cosa, y si no la percibe es otra cosa. Como esta expresión vale para todo, por eso mismo resulta imprecisa y vaga: sirviendo para todo, no nombra nada. Cuando se pide a cualquier usuario de la palabra definir “cosa”, responde: “pues una cosa es… algo”. ¡Interesante! ¿Y qué es algo? Es fácil: “algo” es una “cosa”. Así, tenemos de nuevo un círculo vicioso, pero aquí, al menos, “cosa” reemplaza a “algo”, y “algo” a “cosa”.
No obstante, con el “tema”, el “tema” es diferente”, porque es un “tema” distinto; entonces el “tema” está en que debemos acostumbrarnos a no usar tanto “tema”, pero como casi nadie se esfuerza, entonces no aparece otro “tema”. Otra prueba más de la indigencia de léxico, interesante “tema”.
Por eso, discúlpenme ahora, damas y caballeros, y, por favor, cambiemos de tema.
Con vuestro permiso.
JAIRO VALDERRAMA V.
jairo.valderrama@unisabana.edu.co
Facultad de Comunicación
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