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Sin rendición de cuentas, objetivo mundial de educación corre peligro

Informe de la Unesco revela qué tan cerca estamos de cumplir las metas para 2030.

Simón Granja
Irina Bokova/Directora General de la Unesco. 
Cuando no se obtienen los resultados esperados, es muy fácil buscar a quién culpar. Ello también es cierto en el ámbito de la educación. Actualmente, 264 millones de niños y jóvenes no van a la escuela. El aprendizaje, incluso en el caso de los matriculados, suele ser deficiente. En lugar de buscar culpables, deberíamos trabajar juntos para remediar los fallos. Para conseguir el objetivo mundial relativo a la educación establecido en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, es necesario que todos nos esforcemos y rindamos cuentas.
Definir líneas de responsabilidad claras, saber cuándo y dónde se quiebran esas líneas y qué medidas son necesarias como respuesta a esa situación: tal es el significado de la rendición de cuentas, el eje del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (Informe GEM) 2017-2018, que acaba de publicar la UNESCO. Los gobiernos, las escuelas y los docentes desempeñan un papel de vanguardia al respecto, codo a codo con los estudiantes y los padres.
La falta de rendición de cuentas puede hacer peligrar los progresos logrados en el cumplimiento de la Agenda 2030. En primer lugar, la inexistencia de planes de enseñanza diseñados claramente y de presupuestos transparentes elaborados por los gobiernos puede desdibujar los papeles y hacer que las promesas queden incumplidas y las políticas sin financiar. Cuando los sistemas públicos no imparten una educación de suficiente calidad y los agentes que buscan un beneficio económico colman esa laguna, pero actúan sin estar regulados, las personas marginadas salen perdiendo.
Los gobiernos son los garantes principales del derecho a la educación. Sin embargo, en casi la mitad de los países del mundo no se puede enjuiciar al gobierno por la violación de ese derecho, a pesar de que constituye un recurso esencial para aquellos que tengan quejas al respecto.

Todo el mundo debe desempeñar un papel en la mejora de la educación, empezando por los ciudadanos

Todo el mundo debe desempeñar un papel en la mejora de la educación, empezando por los ciudadanos, apoyados por organizaciones de la sociedad civil e instituciones de investigación, que señalan las lagunas de que adolece la educación equitativa y de calidad. Los estudiantes salieron a la calle en Chile y Sudáfrica y lucharon con éxito por la asequibilidad de la educación superior.
Las peticiones realizadas por padres en los Estados Unidos permitieron modificar el contenido de los libros de texto para tener en cuenta el cambio climático. En Filipinas, voluntarios supervisaron los puntos de entrega de libros de texto, reduciendo los costos en dos tercios.
Los medios de comunicación son otro aliado fundamental, pues proporcionan una plataforma para las actividades y campañas de promoción realizadas por las organizaciones de la sociedad civil y los investigadores, y exigen cuentas a los gobiernos y otros agentes del sector de la educación utilizando el poder de las palabras. Las organizaciones internacionales también han estado en la primera fila, definiendo nuevos objetivos y metas acordes con los complejos retos de nuestra época.
El Informe GEM 2017-2018 muestra asimismo que no todos los métodos de rendición de cuentas nos ayudan actualmente a alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 relativo a la educación. En algunas partes del mundo, cada vez es más habitual, por ejemplo, que se sancione a los docentes y las escuelas por los malos resultados en los exámenes, en nombre de supuestos intentos de mejorar la instrucción y el aprendizaje de calidad.
El Informe concluye que dicha manera de actuar debe manejarse con mucha cautela para evitar consecuencias indeseadas, contrarias a las buscadas. Después de todo, es poco probable que una persona en particular sea culpable de un aprendizaje deficiente.
Está ampliamente demostrado que las pruebas y los exámenes muy exigentes basados en mediciones restrictivas de los resultados pueden alentar los esfuerzos encaminados a ”trampear con el sistema”, lo cual repercute negativamente en el aprendizaje y castiga desproporcionadamente a los marginados, que podría ser dejados de lado para mejorar los resultados generales y no se pueden permitir pagar clases particulares para mantener el nivel.
Es vital recopilar datos sobre los resultados del aprendizaje para arrojar luz sobre los factores que impulsan la desigualdad en la educación. Sin embargo, para extraer conclusiones precisas, hacen falta tiempo, recursos y competencias que pocos países poseen, y puede ser demasiado fácil sacar conclusiones erróneas.
Rendir cuentas significa ser capaces de actuar cuando algo va mal, por medio de instituciones de auditoría independientes que verifiquen los gastos, comités parlamentarios sólidos que controlen al gobierno y defensores de los ciudadanos que protejan los derechos de estos. Necesitamos mecanismos generales más sólidos para consagrar y hacer cumplir el derecho a la educación y exigir a todos los gobiernos que rindan cuentas de sus compromisos, incluidos los donantes. El derecho a la educación debe convertirse en un derecho exigible en todo el mundo.
La expresión “rendición de cuentas” aparece a lo largo de todo el Marco de Acción Educación 2030, lo que muestra la importancia que la UNESCO y la comunidad internacional conceden a las funciones de seguimiento y examen para catalizar y supervisar los avances. Ello significa que todos los países deberían elaborar informes nacionales de seguimiento de la educación en los que expliquen su progreso con respecto a sus compromisos – actualmente, solo lo hace aproximadamente la mitad de ellos y en su mayoría sin regularidad –. La rendición de cuentas tiene que ver con interpretar las pruebas empíricas, determinar los problemas y hallar la manera de resolverlos. Tal debe ser la línea maestra de todos los esfuerzos que dediquemos a alcanzar una educación equitativa y de calidad para todos.
IRINA BOKOVA 
DIRECTORA GENERAL DE LA UNESCO
Simón Granja
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