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Ciencia

¿Está listo para ser un 'cyborg'? Podría ver colores invisibles

La investigación en implantes cerebrales usa animales no humanos como sujetos de experimentación

La investigación en implantes cerebrales usa animales no humanos como sujetos de experimentación

Foto:123rf

Cada vez son más quienes aceptan implantarse dispositivos electrónicos en el organismo.

Diana Rincón
¿Deseó alguna vez poder añadir más memoria a su cerebro? Tal vez Elon Musk pueda ayudarle.
Musk dirige una compañía cuyo producto más conocido es el Tesla, el auto eléctrico líder de la industria. También es director ejecutivo de SpaceX, una empresa que está creando cohetes para que los seres humanos podamos vivir en Marte. Ahora Musk reveló que es fundador y director ejecutivo de Neuralink, organización que quiere crear implantes cerebrales que convertirán a los computadores en extensiones directas del cerebro y mejorarán así nuestra inteligencia y memoria.
Los variados proyectos de Musk apuntan a un mismo objetivo: proteger el futuro de la especie. Los autos eléctricos nos ayudarán a evitar niveles peligrosos de calentamiento global y una colonia permanente en Marte reduciría el riesgo de que el cambio climático (o también una guerra nuclear, el bioterrorismo o la colisión con un asteroide) elimine a la especie humana.
Neuralink también apunta a este objetivo, porque Musk está entre quienes creen que construir una máquina más inteligente que uno mismo es, en palabras de Nick Bostrom (autor del libro Superinteligencia), “un error darwiniano básico”. Pero también considera que es inevitable, dados el veloz avance de la inteligencia artificial y los muchos incentivos para aumentar la inteligencia de los computadores.
Por eso, su estrategia preferencial para salvarnos de la extinción a manos de máquinas superinteligentes es conectarnos a los computadores, para volvernos tan hábiles como la inteligencia artificial más avanzada, por inteligente que pueda ser.
La implantación de dispositivos electrónicos en el organismo humano no es nueva. Hace casi 60 años que se usan marcapasos cardíacos, y desde 1998 grupos de científicos han implantado dispositivos en los cerebros de personas paralizadas, que les permiten mover un puntero en pantalla con el pensamiento o, en versiones más avanzadas, una mano artificial capaz de aferrar objetos.
Estos dispositivos no extienden la capacidad del usuario más allá de la de una persona sana normal. Pero el artista Neil Harbisson tiene implantada una antena en el cráneo que le permite oír colores; y no solo las frecuencias que podemos ver la mayoría de las personas (Harbisson padece una forma extrema de daltonismo), sino también la luz infrarroja y ultravioleta, invisible para el resto de la gente. Harbisson se autodefine como un 'cyborg', esto es, un organismo con capacidades aumentadas mediante la tecnología.
Para pasar de estos dispositivos, útiles pero limitados, al tipo de interacción mente-cerebro que busca Musk hacen falta avances científicos considerables. En general, la investigación en implantes cerebrales usa animales no humanos como sujetos de experimentación, lo cual –tras décadas de hacer daño a monos y otros animales– genera cuestionamientos éticos.

Será inevitable experimentar con seres humanos

En cualquier caso, para que el plan de Musk tenga éxito, será inevitable experimentar con seres humanos además de animales. Tal vez pacientes con discapacidades incurables o enfermedades terminales quieran participar como voluntarios en investigaciones médicas que les ofrezcan alguna posibilidad donde no tendrían ninguna. Neuralink comenzará con esa clase de investigaciones, pero para lograr su objetivo a gran escala necesitará más que eso.
En Estados Unidos, Europa y la mayoría de los otros países donde se hace investigación biomédica de avanzada, el uso de sujetos de experimentación humanos está estrictamente regulado, de modo que conseguir permiso para investigar la mejora de la capacidad cognitiva mediante la conexión del cerebro a una computadora puede ser sumamente difícil. La normativa estadounidense llevó a Phil Kennedy (pionero en el uso de computadores para que pacientes paralizados puedan comunicarse solo con el pensamiento) a implantarse electrodos en su propio cerebro para seguir investigando y, aun así, para encontrar un cirujano dispuesto a hacer la operación tuvo que ir a Belice (América Central). En el Reino Unido, el activista procyborg Kevin Warwick y su esposa se hicieron implantar interfaces de datos en el brazo para demostrar que la comunicación directa entre sistemas nerviosos de personas separadas es posible.
Musk cree que las regulaciones sobre experimentación con sujetos humanos pueden cambiar, pero eso llevará algún tiempo. Entretanto, ya hay entusiastas que siguen adelante sin pensar en normas.
Tim Cannon no tiene las credenciales científicas o médicas de Phil Kennedy o Kevin Warwick, pero eso no le impidió ser el cofundador de una empresa, en Pittsburgh, que implanta dispositivos biónicos (que a menudo prueba primero en sí mismo). Su postura (como dijo en ‘la primera feria de 'cyborgs' del mundo’, celebrada en Düsseldorf en el 2015) es: “Hagámoslo, y hagámoslo en serio”. Los asistentes a la feria de 'cyborgs' de Düsseldorf tenían imanes, tarjetas de identificación por radiofrecuencia y otros dispositivos implantados en dedos o brazos. La cirugía suelen hacerla tatuadores y a veces veterinarios, porque los médicos y cirujanos cualificados son renuentes a operar a gente sana.
¿Tienen razón los médicos? ¿Es necesario desalentar (o impedir) que personas sanas se implanten dispositivos?
Warwick afirma que las actividades de los 'cyborgs' aficionados son un beneficio para la investigación científica. Y agrega: “Es su decisión” (argumento que parece acertado, siempre que los interesados reciban información adecuada sobre los riesgos y acepten libremente correrlos). Si no se prohíbe a la gente fumar, o subir el K2 en invierno, ¿por qué ser más paternalistas con personas que se ofrecen como voluntarios para promover el avance de la ciencia? Es algo que puede dar más significado a sus vidas y, si Musk tiene razón, quizá termine salvándonos a todos.

Por el derecho a mezclar el cuerpo con la máquina

Moon Ribas es una coreógrafa de danza contemporánea catalana que en el 2007 decidió convertirse en 'cyborg'. Desde entonces ha instalado en su cuerpo diferentes dispositivos cibernéticos que le permiten percibir el movimiento de una manera más profunda.
En una ocasión, a Moon le instalaron un sensor en la parte trasera de la cabeza que vibraba cada vez que una persona se le acercaba, lo que le permitía tener “una percepción del movimiento de 360 grados”. Ahora, la coreógrafa intenta desarrollar “el sentido sísmico” a través de un dispositivo eléctrico que le permite percibir el movimiento de los terremotos en tiempo real y crear nuevas coreografías inspiradas en esta particular sensación.
Ribas y el artista inglés Neil Harbisson (famoso por tener implantada una antena en el cráneo que le permite percibir colores invisibles, como los infrarrojos y los ultravioletas, y por ser el único 'cyborg' oficialmente reconocido por un gobierno) crearon, en el 2010, la Fundación 'Cyborg', una organización internacional cuyo objetivo es ayudar a las personas a convertirse en 'cyborgs'. La fundación surgió como una respuesta a las miles de cartas y correos electrónicos que Harbisson y Ribas recibían de personas interesadas en ampliar sus sentidos y capacidades mediante la instalación de dispositivos cibernéticos en sus cuerpos.
La fundación, en la cual trabaja un equipo interdisciplinario conformado por neurólogos, psicólogos y artistas, entre otros profesionales, avanza en importantes investigaciones sobre la conexión del cuerpo con la cibernética. Lo anterior con el fin de crear tecnologías que funcionen no como utensilios, sino como ‘aplicaciones’, ‘prótesis’ o ‘extensiones’ del organismo.
El surgimiento de la Fundación Cyborg coincidió con el fortalecimiento de un movimiento de personas (los ‘cyborgistas’) que, en diferentes lugares del mundo, reivindican el derecho a potenciar las capacidades de sus cuerpos por medio de la cibernética, así como la posibilidad de relacionarse con el mundo a través de dispositivos que pueden hacer del entorno una experiencia mucho más intensa.
Además de cuestionar y oponerse a los obstáculos que autoridades eclesiásticas, científicas y gubernamentales imponen a quienes desean convertirse en 'cyborgs', los miembros de este movimiento están constantemente enrolados en proyectos científicos que le apuntan a determinar de qué manera la tecnología puede mejorar las capacidades cognitivas y sensoriales de los seres humanos.
Según cuentan en su página web, a la fundación han llegado todo tipo de personas: desde jóvenes artistas que quieren incorporar diferentes tecnologías a sus cuerpos para darles un giro a sus obras hasta adultos mayores interesados en recuperar o extender algún sentido que, por el paso del tiempo, han ido perdiendo.
El movimiento 'cyborg' reclama el derecho a la hibridez del organismo y la máquina, del mundo natural y el artificial; el derecho a interactuar en profundidad con el ambiente y con los demás y el de usar la tecnología no como una herramienta más, sino como una experiencia auténticamente viva.
Agata Sagan y Peter Singer*
© Project Syndicate
* Agata Sagan es una investigadora independiente radicada en Varsovia.
Peter Singer es profesor de bioética en la Universidad de Princeton y de la Universidad de Melbourne. En el 2013 fue nombrado uno de los pensadores contemporáneos más influyentes por el Instituto Gottlieb Duttweiler, de Suiza.
Diana Rincón
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