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Ciencia

El Sol no es una estrella especial

El ciclo de la actividad del Sol es de once años y constituye uno de los desafíos que aún tienen los científicos que lo estudian.

El ciclo de la actividad del Sol es de once años y constituye uno de los desafíos que aún tienen los científicos que lo estudian.

Foto:Guillermo Ossa / EL TIEMPO

Desvirtúan tesis de que comportamiento de ciclos del astro lo hacen distinto a otros cuerpos.

El estudio de las estrellas ofrece un amplio abanico de aplicaciones que hasta hace unos pocos años era impensable. Entre estas posibilidades, que afectan directamente las vidas de las personas, dos llaman la atención: por un lado, la búsqueda de exoplanetas –dirigida a resolver la inquietud por la vida lejos de nuestro planeta– y, por el otro, el entendimiento de la actividad del Sol.
Así lo explican investigadores del Departamento de Física de la Universidad de Montreal, en Canadá, quienes realizaron la investigación ‘Reconciliación de ciclos magnéticos solares y estelares con simulaciones de dinamo no lineales’, publicada en la revista 'Science', y que encontró que el Sol, a diferencia de lo que se pensaba, tiene ciclos similares a los de otras estrellas (de tipo solar), lo que desvirtúa la hipótesis de que el astro exhibe un comportamiento distinto.
“Encontramos un mecanismo que explica la longitud de los ciclos magnéticos en estrellas del tipo solar que se ajusta tanto al Sol como a otras tres estrellas que tienen una estructura interna muy similar”, le dijo a este diario Antoine Strugarek, uno de los autores de la investigación.
La actividad del Sol, incluidos los cambios en los niveles de radiación solar y eyección de material, varía en un ciclo de once años, impulsado por cambios en su campo magnético.
Este ciclo constituye uno de los principales rompecabezas que todavía existen en la física solar, en parte porque no parece reflejar los ciclos magnéticos de otras estrellas de tipo solar; lo anterior llevó a algunos científicos a sugerir que el Sol es una estrella no solar.
En esta ocasión, Strugarek y sus colegas llevaron a cabo una serie de simulaciones de campos magnéticos solares para demostrar que el ciclo magnético del Sol depende de su razón de rotación y luminosidad, una relación que puede expresarse como una función del llamado número de Rossby, que en el caso del ciclo magnético del Sol es inversamente proporcional a dicho número.
“Los ingredientes básicos detrás de nuestro modelo podrían ser usados para mejorar la predicción de los ciclos magnéticos futuros. Esto es particularmente relevante para el clima espacial y para el pronóstico a largo plazo de la actividad solar”, dice Strugarek, quien añade que los resultados serán útiles para la caracterización de estrellas distantes y exoplanetas.
“La actividad de una estrella afecta su luminosidad, generando manchas en su superficie, que pueden llegar a interpretarse erróneamente como generadas por los exoplanetas. Nuestro descubrimiento refina qué señal periódica típica se puede esperar de la actividad magnética para una estrella dada, que es, por lo tanto, muy provechosa para la astronomía estelar y la caza de exoplanetas”, puntualizó Strugarek.

Metodología innovadora

Para lograr la precisión de sus observaciones, académicos emplearon una metodología que combinó la observación directa y el uso de simulaciones por computador.
“Nuestro conocimiento del universo se nutre de avances tecnológicos, no solo en los instrumentos de observación como los telescopios, sino de la capacidad de procesamiento de datos, que ha permitido realizar simulaciones más y más realistas para indagar sobre los procesos físicos que rigen el cosmos”, explica el astrofísico colombiano Santiago Vargas.
Y agrega: “En el caso de las estrellas nos valemos de la magnetohidrodinámica MHD, nombre dado al estudio de fluidos en movimiento que conducen la electricidad en presencia de campos magnéticos, lo que describe bastante bien lo que sucede en las estrellas”.
Según Vargas, las simulaciones MHD, que incluyen los ingredientes físicos esenciales, permiten luego comparar los resultados con las observaciones reales, “principalmente con el Sol, que es nuestro más veraz patrón de referencia”.
“Si se logran reproducir las características que exhibe nuestro Sol, entonces se estará validando la simulación realizada, que podrá aplicarse para simular la actividad de otras estrellas”, finaliza Vargas.
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