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Ciencia

¿Está cambiando el campo magnético de la Tierra?

La Tierra tiene un campo magnético que se genera en su interior por el movimiento de metales líquidos; su configuración en torno al planeta se parece a la de un gigantesco imán con polo norte y sur.

La Tierra tiene un campo magnético que se genera en su interior por el movimiento de metales líquidos; su configuración en torno al planeta se parece a la de un gigantesco imán con polo norte y sur.

Foto:123RF

Podría quedarse temporalmente sin este escudo protector contra partículas energéticas del espacio.

De tanto en tanto, una noticia aparentemente aterradora se toma internet y las redes sociales: ‘El campo magnético de la Tierra está cambiando y las consecuencias podrían ser catastróficas’. Esto se refiere a un fenómeno que, si bien está ocurriendo con un impacto real en la vida en el planeta, debe ser explicado con detenimiento, porque no se trata de un evento en extremo particular.
De acuerdo con recientes estudios, lo que está sucediendo con el campo magnético o geomagnético es que sus polos, que difieren de los polos geográficos por unos cinco grados, se están invirtiendo. Un proceso que, aunque no tiene un ciclo definido, ya ha ocurrido varias veces en la historia de nuestro planeta y que puede tener efectos que van desde cambios en el funcionamiento de los dispositivos de comunicación hasta alteraciones en el comportamiento de algunos animales.
Para entender el campo magnético terrestre es necesario, primero, considerar a la Tierra como un gigantesco imán, en el que las fuerzas magnéticas son generadas por el núcleo del planeta, que actúa como un dínamo: un núcleo interno sólido, compuesto en un 99 por ciento por hierro, y un núcleo externo, también de hierro, pero en estado líquido, que interactúan el uno con el otro, produciendo diferentes fuerzas, presión y roce.
Así lo explica el astrofísico colombiano Santiago Triana, del Observatorio Real de Bélgica, y quien ha estudiado en detalle el comportamiento del corazón de la Tierra: “El núcleo es un conductor en movimiento, y según la ley de inducción de Faraday, al estar inmerso en un fluido, interactúa con el campo magnético y lo modifica. Estos campos, además, afectan el movimiento del conductor, cambiando su fuerza y su dirección”, indica Triana, y agrega que, en el caso de los fluidos, no se puede definir muy bien qué afecta a qué ni en qué momento, porque el ciclo se repite indefinidamente.
De acuerdo con Triana, de esta manera se presentan las condiciones para que el campo magnético se incremente o disminuya, e incluso se invierta. “Esto pasa en casi todos los planetas que tienen núcleos sólidos, como Júpiter, Mercurio y Saturno (Marte es una excepción, porque aunque tuvo campo magnético, este ya no está activo); incluso, en el Sol hay un campo de este tipo”.
¿Pero, cuáles son los efectos del cambio en el campo geomagnético? David Tovar, codirector del grupo de Ciencias Planetarias y Astrobiología de la Universidad Nacional de Colombia, explica que esta no es la primera vez que los polos magnéticos se invierten, como quedó demostrado en investigaciones según las cuales, en esta ocasión, el debilitamiento está ocurriendo a razón de 5 por ciento cada 10 años.
De hecho, se tienen registros de rocas de diferentes periodos geológicos que indican que la inversión ha ocurrido varias veces a lo largo de la historia de la Tierra, la última hace aproximadamente 780 mil años (aunque hace 40 mil años hubo una breve inversión que duró unos 440 años, que se conoce como el evento de Laschamp). “No es algo que pase de un día para otro. Al principio se va debilitando hasta que al final se invierte, pero esto puede tardar hasta un millón de años, es totalmente aleatorio”, dice Tovar.
Para hacerse una idea de la importancia del campo magnético basta con comparar su magnitud, medida en gauss, con la de otros objetos con polaridad: un imán de pared tiene 50 gauss, el de un altavoz, 1.000; un imán de herradura está entre los 100 y los 1.000 gauss y el de una máquina de resonancia magnética puede llegar a los 100.000 gauss. El de la Tierra, en cambio, es de menos de un gauss, en la superficie. Con todo y que parece insignificante, el campo magnético es el único capaz de proteger al planeta del bombardeo interestelar de partículas como los rayos cósmicos, y los neutrones y electrones que provienen del Sol, pues funciona como un escudo, denominado magnetósfera.
“Se cree que por el aumento de radiación podría haber un incremento en algunos tipos de cáncer, como el de piel, pero, hasta el momento, estas son solo hipótesis”, dice Triana. En todo caso, esta situación está lejos de ser un escenario apocalíptico. De lo que sí se tiene seguridad es que los principales perjudicados serían los sistemas de comunicación satelital y algunos animales, como ciertas aves que navegan orientadas por el polo magnético”, puntualiza Triana.
NICOLÁS BUSTAMANTE H.
Redacción Ciencia / Vida
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