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'La tortura es un mal contagioso': Marcelo Viñar

El psicoanalista uruguayo viene al país a hablar de violencia.

“La mente tiene la capacidad de negociar discursivamente los conflictos, para encontrar alternativas”, dice Marcelo Viñar, psicoanalista uruguayo reconocido por sus trabajos sobre el psicoanálisis y la violencia.
La próxima semana estará en Bogotá dictando un curso que abarca, ente otros temas, víctimas y victimarios, perdón y adolescentes marginados.
¿Cuál es esa mirada particular que el psicoanálisis puede hacer de la violencia?
El gran aporte del psicoanálisis es entender que la violencia es inherente a la condición y la naturaleza humanas. Se trata no de promover un mundo beatífico sin violencia, sino de hacer que esa violencia sea tramitable en el orden de las palabras, y no en la destrucción del adversario. No podemos pensar en un mundo y una naturaleza sin violencia, pero sí en uno donde los intereses, los egoísmos y las sensibilidades sean la base para soportar una pluralidad.
¿Cómo lograrlo, si la violencia es inherente a la naturaleza humana?
No tengo la receta, si la tuviera reclamaría el Nobel de Paz. La academia no puede darla, pero sí proponer la creación del debate de ideas, y lograr transacciones como se han logrado en las democracias plurales, donde la comunidad de intereses no es unánime. Necesitamos la invención de espacios de negociación para tener una distribución más equitativa de la riqueza y las oportunidades, que han sido el fracaso de las democracias de derecha y de izquierda.
¿Qué lo hizo interesarse en estos temas?
La vida. La perplejidad. Fui alumno y fui docente joven y me di cuenta de que serlo requiere una complicidad intelectual y afectiva, un vínculo docente-dicente. Me di cuenta de que hay un desinterés del conocimiento como progreso y que el mundo adulto no estaba viendo dónde estaban la sensibilidad, la libido y la atracción de los jóvenes. Y es que venía un adolescente a hablarme por cuatro o cinco horas, y yo no sabía a quién tenía adelante. Era un ser humano distinto con el cual no podía tener un vínculo fácil.
¿Qué hacer cuando los adolescentes marginados riñen con ley?
Hay que romper con la tradición de cárceles para jóvenes. El muchacho que vive una experiencia de esas sale peor de lo que ingresó. En mi país colaboro con el acompañamiento y la reintegración de jóvenes de 14 a 20 años. Uno de los desafíos de la cultura política del siglo XXI es crear instituciones de rehabilitación no basadas en el encierro ni en un modelo carcelario. No se trata de imponer castigos, sino de tener una rehabilitación preventiva y de humanizar.
¿Por qué dice que la tortura es un mal contagioso?
Basta con tener un torturado en un núcleo determinado y con cierto grado de intensidad y profundidad, para que haya un contagio en la sociedad; lo que me afecta a mí, afecta a todo mi entorno. Durante las dictaduras uruguaya, argentina o chilena, la prisión arbitraria y las desapariciones forzosas no solo ponían en riesgo el psiquismo de quienes estaban en el blanco de esta amenaza, sino que se esparcía como una nube negra sobre toda la sociedad.
¿La violencia deja huellas en la mente de las personas?
No se pueden borrar las experiencias y menos si son dolorosas y extremas. Las torturas, no cabe duda, dejan marcas dolorosas en la memoria.
¿Entonces puede perdonarse a los victimarios?
No, no es posible, pero sí es posible tolerar. Se reconduce al infinito una situación de venganza y de ojo por ojo y diente por diente. Se puede estar al lado del que nos haya hecho una fechoría y, sin embargo, quererlo. Nosotros hemos hecho fechorías a nuestros seres queridos, y más que perdonarlos es poder tolerar el que el ser más cercano tenga aspectos de maldad. Me parece que no podemos confundir la amnistía con la amnesia. Hay unos traficantes del olvido, sobre todo los criminales que le tienen miedo a la justicia y que prohíben la memoria. Cómo decirle a una señora que perdió a su hijo en la guerra: ‘Pase la página, olvídelo’.
Los torturados
¿Pueden sanar las víctimas?
De acuerdo con Marcelo Viñar existen dos tipos de víctimas, que son opuestos: el primero corresponde a aquellas personas que nunca pueden desprenderse de la experiencia del horror que tanto ellas como sus ancestros han vivido, “es lo que llamo ser prisioneros de una memoria escatológica”, dice. Del segundo hacen parte quienes dejan el pasado atrás y son capaces de creer que hay un futuro sin secuelas. “Miles han sido víctimas de torturas y ahora tienen una vida feliz”, sostiene Viñar.
Con la asesoría de Inés Bayona Villegas, psicóloga y psicoanalista.
¿Cuándo y dónde?
La charla del doctor Viñar será en la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis, el próximo 24 y 25 de mayo.
Informes: 610-0508 y 611-3831. cursos_seminarios@socolpsi.org
SERGIO CAMACHO IANNINI
REDACCIÓN SALUD
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