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Las fuertes secuelas de una 'cana al aire'

El 63 por ciento de los colombianos ha sido engañado. La mitad se enfermó por ello.

Si los efectos físicos, psicológicos y sociales que la infidelidad deja en la gente se agruparan en un síndrome, el de 'los engañados', Colombia tendría suficientes casos para declarar una epidemia. De acuerdo con los hallazgos de la encuesta de Datexco para EL TIEMPO, el 63 por ciento de los adultos no solo asegura haber sido traicionado por su pareja alguna vez, sino que por eso la mitad de ellos vio alterada su cotidianidad y sufrió problemas de salud que incluyeron trastornos del ánimo, depresiones y hasta ideaciones suicidas.
Las consecuencias, a juzgar por los resultados, no se quedan ahí. En seis de cada diez casos, los engañados le pusieron fin a su relación con el infiel (incluidos separaciones y divorcios), lo que conllevó además rupturas familiares y pérdidas económicas, por cuenta de las separaciones y liquidaciones. Un 28,21 por ciento aseguró que su relación de pareja se deterioró.
En esa decisión, valga decirlo, resultaron ser más tajantes y decididos ellos (52,76 por ciento) que ellas (30,35 por ciento). Según los mismos infieles consultados, en el 41,28 por ciento de los casos sus parejas se enteraron del engaño porque ellos lo confesaron (31,79 por ciento), alguien les contó (25,4 por ciento) o ellas los vieron (14 por ciento) o encontraron evidencia en sus celulares.
Y aunque el 65 por ciento de los afectados afirmó haber averiguado con quién fue engañado, el 74 por ciento decidió no hacer nada contra esas personas; un 21 por ciento, por el contrario, se atrevió a reclamarles.
De los encuestados que sospechaban estar siendo engañados, solo el 20 por ciento hizo algo para confirmarlo: revisarle el celular a la pareja (43,1 por ciento), oír sus conversaciones (29,59 por ciento), revisar sus cuentas de redes (25,92 por ciento) o su correo (19,82 por ciento). Seguirla, ponerle trampas o contratar un investigador privado son prácticas que han ido quedando en el pasado.
Un altísimo porcentaje de estas víctimas asegura serle fiel a su pareja en estos momentos (67,3 por ciento), frente a un 6,1 por ciento que no lo es.
Duele como una herida real
El impacto de una infidelidad puede generar efectos como la tristeza profunda, la pérdida de la autoestima y la depresión, que también causan síntomas físicos. Estudios sobre el tema, y entre ellos el de Naomi Eisenberger, de la U. de California, sostienen que un corazón roto por rechazo, divorcio o abandono puede causar tanto daño en los centros de dolor del cerebro como una herida física.
Según la Asociación Colombiana para el Estudio del Dolor, en el cuerpo de una persona anímicamente afectada se eleva la producción de catecolaminas; estas sustancias aumentan la presión arterial y la frecuencia cardíaca, dos condiciones que pueden generar, entre otros problemas, dolencias coronarias.
Al tiempo, se reduce la producción de dopamina, serotonina y endorfinas, lo cual desemboca en estados de desinterés, falta de energía y alteración del sueño y la actividad física. En este punto hay que buscar ayuda.
Isa Fonnegra de Jaramillo, psicóloga especializada en duelo, asegura que la primera opción, salvo en casos puntuales, no siempre es el manejo psiquiátrico.
"Si efectivamente hubo una pérdida, la persona debe hacer duelo; el tamaño de este dependerá de la dimensión de lo perdido. Si la relación equivalía a un proyecto de vida, si brindaba estabilidad, la constatación de una infidelidad puede producir un desplome del mundo personal, una sensación lacerante de sentirse engañado", dice la especialista.
Durante ese proceso -que es individual-, lo primero que se hace, explica Fonnegra, es poner las cosas en perspectiva, para tratar de explicar por qué ocurrió: "Eso es vital para superar algo tan doloroso como la sensación de ser reemplazado y excluido", señala.
Casados y unidos son más sanos
Para la ciencia es cada vez más cierto que las buenas relaciones de pareja favorecen la salud mental y física. En las dos últimas décadas ha crecido la evidencia que señala que los casados o con pareja estable se cuidan más y son más sanos.
Los cónyuges tienden a tomar y fumar menos, conducen en forma más segura y se sienten en mejor forma que quienes viven solos. Un estudio de investigadores de Finlandia y Suecia, publicado por el 'British Medical Journal', dice que compartir el día a día baja el riesgo de sufrir deterioro cognitivo a largo plazo.
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