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El llamado de las estrellas, tendencia internacional

Cada día más países con poca infraestructura espacial se interesan en explorar el espacio.

“El valor nos inspira a ir más allá del miedo”. En estas palabras del gran líder sudafricano Nelson Mandela hay un reto, un gran reto que nos da la oportunidad de florecer y evolucionar como planeta. Hoy en día nos enfrentamos a enormes pruebas en nuestra “esfera azul”; estamos viviendo momentos extraordinarios con avances más sorprendentes que los soñados por nuestros ancestros. Mucho de esto es gracias a los resultados de la exploración espacial, que ha moldeado al planeta para mejor. Hoy, los seres humanos nos beneficiamos de soluciones proporcionadas por esta exploración, las cuales nos proveen opciones que antes no eran asequibles, como las tecnologías probadas por la Nasa para extraer agua de las rocas, algo que era magia hace solo unas décadas.
¿Podemos, entonces, atrevernos a soñar más? Muchos países, más que los anteriormente viables, están respondiendo actualmente al llamado de las estrellas. La gran hazaña de ir a Marte está siendo realizada, por ejemplo, por una nación emergente en el área espacial: India, que se ha aventurado a soñar, está en vía de llegar al Planeta Rojo (con la nave Mangalyaan), en una inserción proyectada para septiembre de este año.
Mangalyaan se unirá al satélite climático de Nasa, Maven, que llegará días antes. Esto ejemplifica lo mejor de nosotros. Naciones impulsadas a ir más allá, a apuntar hacia el conocimiento, la inspiración y el valor.
Hace tres décadas se empezó una iniciativa en las Américas para fomentar un diálogo regional sobre el espacio. Este esfuerzo fue denominado las Conferencias Espaciales de las Américas. La iniciativa ha dado como resultado una serie de seis reuniones celebradas en Costa Rica, Chile, Uruguay, Colombia, Ecuador y México. Estos foros han actuado como factor catalítico para el desarrollo espacial regional. Su efecto ha sido la formación de organizaciones espaciales, como la Comisión Colombiana del Espacio y la Agencia Espacial Mexicana.
Hoy, América Latina brilla con excelentes posibilidades y notables logros como región emergente en el espacio. Ejemplos de esto son los satélites lanzados en junio del 2011 (Sac-D y Aquiarius), una colaboración entre la Comisión espacial de Argentina –que construyó la nave espacial– y la Nasa (agencia espacial de Estados Unidos) que contribuyó con el instrumento científico. Esta colaboración espacial científica estudia las variaciones de salinidad del mar y su relación con la evolución del clima en nuestro planeta.
La agencia espacial de Brasil ha desarrollado, probado y construido naves espaciales produciendo una serie de satélites de teleobservación de la Tierra para estudios ambientales. En el 2017 lanzarán su primer satélite de estudio del ecosistema oceánico llamado Sabia-Mar1 o Sac-E, con un plan de duración de cuatro años.
Trabajo en equipo
África también es un continente emergente en la exploración espacial, con varios países como Egipto, Zimbabue, Túnez, Botsuana, Nigeria y Sudáfrica, que están interesados en participar en actividades espaciales. Asia también está haciendo grandes logros en la exploración espacial, con misiones a Venus (Akatsuki), Mercurio (BepiColombo-Mercurio Magnetosphereric Orbiter) y a los asteroides (Hayabusa). Y con el reciente aterrizaje lunar de Change’3, se va a beneficiar de desarrollos tecnológicos, más allá de las aplicaciones de teledetección (como la detección de tsunamis y sistemas de alerta de huracanes, etc.).
Estos son sólo algunos ejemplos que demuestran el interés, las capacidades y los esfuerzos en las actividades espaciales por parte de regiones que treinta años antes tenían muy poca infraestructura espacial.
La Agencia Espacial Europea (ESA), desde sus orígenes en 1980, es la única que representa un modelo regional en la exploración espacial. Esta agencia está formada por veinte estados miembros europeos, además de uno asociado (Canadá), y ha gestionado exitosamente ambiciosos proyectos, en un medio multicultural y multilingüe; de esta manera se ha convertido en una muestra para otras regiones del mundo. ESA tiene, además, muchos antecedentes de cooperación espacial, bien establecidos con misiones tripuladas y robóticas, con otras agencias del mundo.
Como un faro luminoso, la estación espacial internacional (ISS) ejemplifica el mejor ejemplo de seres humanos que colaboran en el espacio. La ISS quedará registrada en los anales de la historia como una empresa que declara que podemos trabajar juntos pacíficamente para lograr grandes cosas como civilización. Y continuará iluminando el camino para enseñarnos cómo continuar trabajando en el espacio para beneficio de todos.
¿Podemos, pues, atrevernos a soñar más? ¿Podemos permitirnos no hacerlo? Es innegable que la exploración espacial continúa inspirándonos y nos recuerda que somos parte de algo más grande. No nos podemos atrever a no explorar el espacio porque es parte de nuestros orígenes. Y, como dijo Buckmister Fuller: “Somos todos astronautas a bordo de la nave espacial Tierra”.
Vivimos en el espacio todos los días y mediante su estudio estamos aprendiendo a prosperar en el medio en el que coexistimos. Solo que a menudo lo olvidamos. El reto es utilizar todas las oportunidades para conformar una visión conjunta que nos permita desarrollar un plan global estratégico de exploración espacial utilizando todos los foros posibles para este diálogo.
La exploración espacial es la más audaz y quizás sea una de las iniciativas más ambiciosas que el ser humano pueda emprender. Nos impulsa a trabajar juntos como planeta. Este proceso de ir más allá de nuestras fronteras gravitacionales, por el bien de todos los seres humanos, no es solo una tarea noble: es una empresa necesaria para la sostenibilidad de nuestra especie.
Sobre la autora
La científica colombiana Adriana Ocampo Uría es geóloga planetaria.
Es experta en el tema de exploración espacial y ha participado en estudios sobre el tema.
ADRIANA C. OCAMPO URÍA
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
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