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Las fichas del Gobierno en las negociaciones

De la Calle, Jaramillo, Pearl, los generales Mora y Naranjo, algunos otros personajes del proceso.

EL TIEMPO
Humberto de la Calle, el político que convenció a las Farc
Desde cuando se graduó como abogado en la Universidad de Caldas, a los 22 años, Humberto de la Calle convirtió la palabra en su principal herramienta. Con ella ayudó a convencer a la guerrilla más vieja del planeta –con cerca de 7.500 hombres– de que era hora de deponer las armas para hacer política de manera legal.
En noviembre del 2012, dos meses después de ser designado por el presidente Juan Manuel Santos jefe del equipo negociador del Gobierno en el proceso de paz con las Farc, De la Calle se convirtió en la cara política de los diálogos.
Fue el encargado de explicarle al país los acuerdos con la guerrilla, que la mayoría de las veces quedaban plasmados en densos documentos.
Para ser la cabeza de esta negociación con las Farc contaba también con la experiencia en la implementación de acuerdos logrados con otros grupos guerrilleros en los años 90, cuando fue ministro de Gobierno y el delegado del presidente César Gaviria en la Asamblea Constituyente. Eran momentos en los que el M-19, el Epl y el Quintín Lame se reinsertaban a la vida civil.
A lo largo de los tres años y medio de negociaciones con las Farc, cada mañana, antes de salir de su cuarto en la Casa 25 –residencia de la delegación del Gobierno en el complejo El Laguito de La Habana–, De la Calle leía los editoriales de la prensa colombiana y se enteraba de las noticias a través de la radio, que sintonizaba en su celular.
Varias personas del equipo de trabajo en los diálogos de paz coinciden en que para De la Calle “estar informado es un hábito”, pero también fue una exigencia que se impuso como parte de la compleja tarea que implicaba ser la cabeza de la delegación del presidente Juan Manuel Santos en los diálogos.
Cuentan que cada día, desde las 7:30 de la mañana, en medio del desayuno con la delegación oficial, De la Calle recordaba cuál sería la posición del Gobierno en los puntos que se estaban tratando con esa guerrilla.
Vocación de pedagogo
Con la misma vocación de pedagogo de sus primeros años de profesor de derecho constitucional, este hombre nacido en Manzanares enfatizaba a su equipo en los roles asignados –dependiendo de los temas de la agenda– y en los puntos cruciales de discusión.
En la mesa de negociación, De la Calle fue siempre un hombre respetado por las Farc. “Buenos días, doctor”, era el saludo de los delegados de esa guerrilla cuando él llegada al Palacio de Convenciones de la capital cubana para cada jornada de diálogos. Sus colaboradores cuentan que el tratamiento de “doctor” era exclusivamente con este hombre de 69 años.
El senador del Polo Democrático Iván Cepeda no dudaba de que el “talento” de De la Calle era clave para el éxito del proceso de paz, y el liberal Horacio Serpa lo ha definido como un “gran jurista”.
Incluso el senador del opositor Centro Democrático, Álvaro Uribe, llegó un día a decir que la participación de De la Calle en el proceso de paz le daba “un asomo de tranquilidad”.
Sergio Jaramillo, el estratega de la paz
Nadie maneja mejor el silencio y la discreción que Sergio Jaramillo, alto comisionado de Paz.
“Es casi mudo”, dicen quienes le conocen ese talante de no tener afán de protagonismo. Pero cuidado, su fama de “bicho raro”, de antipático o de niño play es engañosa.
Si hay alguien que debe reclamar réditos por el histórico acuerdo que se firma hoy en La Habana es él. Es uno de sus principales arquitectos y quien ha trabajado silenciosa y pacientemente para que Gobierno y guerrilla les den a los colombianos la posibilidad de vivir en un país sin guerra.
La obsesión de Jaramillo ha sido sacar adelante este acuerdo. Y su trayectoria en temas de seguridad y paz no miente.
Después de estudiar filosofía y filología en Toronto, Oxford, Cambridge y Alemania, fue ‘descubierto’ por el entonces canciller Guillermo Fernández de Soto.
Como asesor del programa ‘Diplomacia para la paz’, Jaramillo ayudó a buscar apoyo internacional para los diálogos del Caguán en el gobierno del presidente Andrés Pastrana, y recursos para el naciente Plan Colombia.
Su formación europea, leyendo y compartiendo con los intelectuales que escribían sobre las guerras y los conflictos que han marcado al mundo y al Viejo Continente, le dieron bagaje en inteligencia y espionaje, que alimentarían su fama de estratega.
Su destape como un experto en seguridad y conflicto lo hizo con Marta Lucía Ramírez, la ministra de Defensa, que lo había conocido cuando ella ocupó la embajada colombiana en Francia.
Jaramillo fue su viceministro de Defensa y asesoró al Ministerio en temas de derechos humanos. Su amplio conocimiento lo llevó a estructurar la llamada Política de Seguridad Democrática del presidente Álvaro Uribe.
Desde entonces, sabía que el objetivo de cualquier política de seguridad era obligar a las guerrillas a sentarse a conversar.
Él entendió las difíciles dinámicas de la guerra colombiana: las Farc recién salidas del Caguán, los ‘paras’, los narcos, la criminalidad. Y empezó a estudiar sobre el terreno lo que ya había aprendido leyendo.
De los libros a la realidad
Jaramillo aprovechó su paso por la cartera de Defensa para entrevistar a desmovilizados. “Parecía un niño haciendo reportería para saber del país lo que no le habían dado los libros”, cuenta una persona que trabajaba con él.
Se quedaba hasta tarde escuchando a los desmovilizados en unidades militares, para entender la guerra.
Así pudo estructurar una visión moderna del estamento militar colombiano que, a finales de los 90, venía de fuertes derrotas y dando tumbos ante una guerrilla a la que los militares combatían pero no entendían.
Como viceministro de Defensa cuando Juan Manuel Santos era el ministro, Jaramillo fue clave en la estrategia del trabajo conjunto de todas las fuerzas de seguridad en inteligencia. Tuvo un papel protagónico en el operativo que terminó con la muerte de ‘Raúl Reyes’ y en el manejo que se le dio a la información del computador del guerrillero.
Pero, por otro lado, impulsó una política de derechos humanos que dosificara el uso de la fuerza del Estado, ayudó a desenmascarar los ‘falsos positivos’ y aplicó un eje central de su idea de seguridad: la política de consolidación, centrada en llevar el Estado a las zonas apartadas.
Como Consejero de Seguridad Nacional del presidente Santos coordinó los acercamientos con las Farc y estructuró el Acuerdo Marco de Paz, donde están los lineamientos de las negociaciones de La Habana.
Es un estratega y ‘ajedrecista’, pero no en el sentido político tradicional. “No dice una palabra de más”, afirma otra persona que ha estado con él en el proceso de paz.
Para Jaramillo, la paz es la etapa que debe seguir a cualquier guerra y por eso muchos creen que es clave para el posconflicto.
Frank Pearl inició contactos
Este economista de la Universidad de los Andes y magíster en administración pública de la Universidad de Harvard, que comenzó su vida pública en el gobierno de Álvaro Uribe, fue la ficha clave para que el gobierno de Juan Manuel Santos retomara los contactos que las Farc habían comenzado con Uribe.
Frank Pearl fue Alto Consejero Presidencial para la Reintegración con Uribe y en el 2009 fue Comisionado para la Paz. Con Santos comenzó como Ministro de Ambiente.
Naranjo, clave para futura seguridad
Por su conocimiento sobre el narcotráfico, el exdirector de la Policía, general (r) Óscar Naranjo, jugó un papel importante para el punto sobre fin de los cultivos ilícitos y fue el encargado, con ‘Pablo Catatumbo’, de plantear una propuesta para hacerles frente a los nuevos paramilitares y dar seguridad a los guerrilleros desarmados.
En el pasado, Naranjo participó en las acciones que dieron muerte a varios jefes guerrilleros, como ‘Alfonso Cano’, el ‘Mono Jojoy’ y ‘Raúl Reyes’.
Restrepo, la visión económica
Gonzalo Restrepo, el presidente del Grupo Éxito entre 1990 y el 2013, fue nombrado negociador del Gobierno en mayo del 2015. Fue el rostro del empresariado en los diálogos desde ese momento.
A partir de que se unió a la mesa de La Habana, este magíster en negocios y mercadeo de la Universidad de Georgia, se destacó por tender un puente entre lo pactado y la empresa privada del país. En medio de su discreción, aportó la visión económica para la paz.
Mora, tropero con autoridad
El general (r) Jorge Mora fue importante en la mesa por su conocimiento de la guerra. Entre 1998 y el 2002 fue comandante del Ejército, y luego, hasta el 2003, comandante de las Fuerzas Militares –el cargo más alto al que puede llegar un militar desde cuando el Ministro de Defensa es un civil– y desde allí inició el Plan Patriota, que marcó el declive militar de las Farc.
Holguín, la ejecutiva
La canciller María Ángela Holguín comenzó a ser parte del equipo negociador en mayo del 2015. Aunque por sus ocupaciones como diplomática no estaba de manera permanente en los diálogos en La Habana, fue clave para conseguir el apoyo internacional y cuando se requirió el respaldo de las Naciones Unidas para la conformación de una misión no armada para la verificación y monitoreo del cese bilateral y definitivo del fuego.
Su gestión, sin duda, permitió dar un paso definitivo en las negociaciones para la dejación de las armas.
Riveros, la voz de las mujeres
Antes de ser designada vicefiscal general de la Nación, María Paulina Riveros Dueñas fue una de las delegadas del Gobierno en las negociaciones de La Habana (Cuba). Su participación fue clave en el diseño de estrategias para garantizar el reconocimiento de los derechos de las víctimas y la inclusión del enfoque de género en los acuerdos de paz con las Farc.
Flórez, clave en la guerra y la paz
Con 39 años al servicio del Ejército, el general Javier Flórez lideró la Subcomisión Técnica para los acuerdos de paz que definió puntos complejos como la dejación de armas, el cese bilateral del fuego y la desmovilización. Fue comandante de la Fudra y es considerado uno de los oficiales claves que participó en las operaciones más exitosas contra las Farc.
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