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El Eln, con la palabra empeñada frente al país

Irremediablemente, esta negociación estará atada al desarrollo de las campañas políticas.

Salvo que al Eln no le importe violar la palabra empeñada ante los colombianos y la comunidad internacional, la promesa del jefe guerrillero ‘Pablo Beltrán’ durante la instalación del proceso de paz, esta semana, es una esperanza en medio del mar de dudas que creó el tormentoso trayecto que antecedió el comienzo de la negociación con este grupo armado.
“A todos les decimos que pueden contar con nosotros y que no los defraudaremos”, dijo el vocero del Eln en la hacienda Cashapamba, en Ecuador, donde se lanzó la mesa de diálogos.
Esto podría entenderse como que esa guerrilla finalmente asume la negociación con el gobierno de Juan Manuel Santos como la que debe llevar a la paz.
Lo más significativo es que ‘Pablo Beltrán’ hizo la afirmación tras agradecer el apoyo de los países garantes de la negociación: Cuba, Noruega, Brasil, Chile, Venezuela y, por supuesto, Ecuador, sede de la primera ronda de conversaciones formales y cuyo presidente, Rafael Correa, fue clave para destrabar el inicio de los diálogos.
El reconocimiento de este respaldo, lo mismo que del grupo de países de acompañamiento, que según dijo se acaba de conformar y que está integrado por Alemania, Holanda, Italia, Suecia y Suiza, es por lo menos una señal de que hoy el Eln es consciente de la oportunidad que representa el apoyo internacional.
Y más allá del compromiso ante los países que se han decidido a apoyar la negociación –para completar la paz que ya comenzó con las Farc–, la guerrilla de ‘Gabino’ se mostró inusualmente conciliadora en la instalación del proceso de paz.
Según las palabras de ‘Beltrán’, el Eln “no llega a la mesa a pedir una revolución por decreto” y asume que el resultado de las conversaciones dependerá de que cada parte se mueva de “posiciones tradicionales”.
Si bien es cierto que ‘Pablo Beltrán’ ha sido históricamente el moderado de este grupo armado, ante las dudas sobre la unidad de los mandos el Eln ha sido reiterativo en que los delegados de esa guerrilla en la negociación, encabezados por él, lo representan integralmente.
El martes, el Eln ni siquiera entró en contradicciones con el jefe de la delegación del Gobierno, Juan Camilo Restrepo, quien se encargó de recordar que el objetivo de la negociación es “subscribir un Acuerdo Final para terminar el conflicto”. Es más, ‘Beltrán’ se refirió explícitamente al compromiso del Eln de “sacar la violencia de la lucha política”.
¿Celeridad, la diferencia?
En lo que definitivamente esta guerrilla no parece estar sintonizada con el Gobierno es en la importancia de avanzar “con celeridad”, como también lo manifestó Restrepo.
Es más, da por hecho que será la presión de la sociedad civil la que sostenga el proceso de paz cuando termine la presidencia de Juan Manuel Santos.
Lo dijo el mismo ‘Pablo Beltrán’ en un escenario distinto a la instalación de la mesa de negociaciones: “Este gobierno se va, el de Santos. ¿Cuál va a quedar?”, planteó el jefe guerrillero.
Y aseguró que en caso de que a la Presidencia llegue alguien “totalmente adverso y contrario a un camino de paz”, es en manos de la gente y no del Gobierno o del Eln donde va a quedar el proceso “de cambios básicos urgentes” que necesita el país y que serán planteados por esa guerrilla en la mesa de negociaciones.
Esta referencia de ‘Beltrán’ al gobierno que se va y al que viene deja en claro que el propio Eln es consciente de que las negociaciones de paz que se iniciaron el martes en Ecuador están atadas a las elecciones presidenciales del año próximo.
Es un hecho que el proceso de paz con esta guerrilla quedó atrapado, irremediablemente, en la campaña electoral del 2018, y confiar su suerte a la presión de la sociedad civil es una ilusión. Sobre todo porque el Eln, como les ocurría a las Farc, no cuenta con el respaldo ciudadano que necesita para mantener una negociación por largo tiempo.
La encuesta de Datexco de esta semana muestra que el 88 por ciento de los colombianos tienen una imagen desfavorable del grupo armado.
Si este dato fuera irrelevante para el Eln, habría que remitirse al triunfo del ‘No’ en el plebiscito del pasado 2 de octubre para refrendar los acuerdos de paz con las Farc.
El resultado de esa votación es la prueba de que el Eln, para darle viabilidad política al proceso de paz más allá del gobierno de Santos, necesita comenzar, ya, a tener gestos que mejoren su sintonía con la sociedad colombiana. El inicio de los diálogos en Ecuador le brinda esa oportunidad.
Y, en ese sentido, depende de esa guerrilla aprovechar el momento antes de que las campañas electorales con miras al 2018 acaparen todos los reflectores del país.
MARISOL GÓMEZ GIRALDO
Editora de EL TIEMPO
En Twitter: MarisolGmezG
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