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Proceso de Paz

¿Cuál es el país que quieren las Farc?

Alias Iván Márquez, segundo jefe de las Farc y líder de los delegados de la guerrilla; el canciller cubano, Bruno Rodríguez (c), y Humberto de la Calle, delegado principal del Gobierno colombiano.

Alias Iván Márquez, segundo jefe de las Farc y líder de los delegados de la guerrilla; el canciller cubano, Bruno Rodríguez (c), y Humberto de la Calle, delegado principal del Gobierno colombiano.

Foto:Ernesto Mastrascusa / EFE

El discurso revolucionario de la guerrilla cedió el paso a un discurso reformador en La Habana.

Redacción El Tiempo
Con la histórica noticia del cierre de la negociación de paz y ad portas del plebiscito para refrendar los acuerdos, los colombianos deben conocer cuál es el país que quiere la guerrilla, qué tipo de modelo busca y qué papel esperan jugar en el escenario político una vez se firme la paz.
Un estudio de sus comunicados, textos de difusión a la tropa y entrevistas durante los años de negociación en la Habana ofrece una “radiografía política” del movimiento revolucionario más antiguo de la región.
Los análisis muestran que el discurso revolucionario de la guerrilla campesina en Colombia cedió el paso a un discurso reformador en La Habana.
Sus postulados han evolucionado en el transcurso de la negociación y han asimilado las reivindicaciones de los movimientos de lucha anticapitalista.
No solo el equipo negociador de la guerrilla, sino también los miembros que están en Colombia han seguido en detalle el desarrollo político, económico y social del país y del mundo.
Los textos de las Farc analizan día tras día cifras de desempleo en el país, critican los avances de la Ley de Tierras, controvierten las declaraciones de los líderes políticos o de los empresarios del país.
Las fuentes de información utilizadas van desde la prensa de los grandes medios económicos, fundaciones privadas, estudios de organismos internacionales hasta medios militantes de la izquierda internacional.
En política exterior son abanderados del pueblo palestino, críticos de la Otán y están convencidos de que el contexto internacional les es favorable con la grave crisis del modelo capitalista.

El discurso político

¿Comunistas del siglo XXI? Sin duda. Sus pensamientos son afines con ideólogos como el italiano Toni Negri, quien asegura que “hoy los comunistas deben luchar por establecer un trabajo común para redistribuir las riquezas y, por lo tanto, establecer el máximo de igualdad posible entre los hombres”.
Sí, la guerrilla admira a Chávez, a Castro, cree en un nuevo modelo y sus discursos están embebidos de marxismo-leninismo.
La biografía de cabecera de ‘Pablo Catatumbo’ es la de Lenin. Desarrollan un discurso crítico en el que oponen dos mundos: los países capitalistas frente a los comunistas del siglo XXI. Las reivindicaciones de su histórico jefe ‘Marulanda’ y la narrativa sobre la operación de Marquetalia, el ataque de 16.000 hombres a los campesinos de Río Chiquito, Pato y Guayabero se entremezclan con las nuevas realidades.
Siempre bajo la sombrilla de reivindicar a los excluidos, los pobres y los oprimidos, la guerrilla de hoy mira no solo el sur del país, sino los problemas de la Europa del sur. Miran con esperanza la lucha de los movimientos antisistema y la crisis del modelo neoliberal.
Leen con detenimiento el desarrollo de los nuevos partidos políticos europeos: la llegada al poder de Syriza en Grecia, la ruptura del bipartidismo en España con los avances de Podemos o las manifestaciones de los anticapitalistas en Francia.
Al igual que los movimientos antisistema, quieren que el Estado se “desneoliberalice”, se “desprivatice”, y claman por una soberanía nacional.
Es a través del Partido Comunista Clandestino Colombiano (PCCC) y del Movimiento Bolivariano como los conceptos de lucha de clases, revolución o socialismo cobran vida.

De expropiar a redistribuir

Allí buscan educar y adoctrinar a sus miembros, a sus simpatizantes, y ser el músculo teórico de los movimientos sociales.
Pese a sus arengas marxistas-leninistas, en La Habana no hablan de expropiación sino de redistribución de la riqueza, de soberanía alimentaria y de justicia social. El discurso de los comandantes es reformador. La palabra ‘lucha’ adquiere otro significado. Los comandantes hablan de lucha contra el narcotráfico y lucha social.
El dogmatismo de los largos años de lucha en Colombia abrió paso al realismo de la negociación en La Habana. Hablan, como Chávez, de Soberanía Alimentaria; subrayan las reivindicaciones de la izquierda sobre la necesidad de renegociar los TLC e insisten en la necesidad de luchar contra el monopolio de los medios de comunicación y acabar con la desigualdad en el campo.
El realismo en La Habana habla de la cruda realidad del campo y la mala distribución del uso de la tierra. Aseguran que de los 21 millones de hectáreas cultivables solo 4,7 están dedicados a la agricultura.
Su discurso clama por la democratización de la tierra, la eliminación del latifundio improductivo y ocioso y la necesidad de limitar la compra de grandes extensiones de tierra por empresas extranjeras.
Abogan por un verdadero acompañamiento del Estado en el campo para solventar los impactos negativos de las políticas macroeconómicas o del comercio internacional.
En el ámbito político, ponen toda su fe en el poder popular. Saben que ese es el camino para llegar al poder. Hacen hincapié en las experiencias venezolana o ecuatoriana.

¿Evolución?

El análisis da cuenta de la evolución en su pensamiento.
Si en su primer discurso en Oslo ‘Iván Márquez’ aseguraba que llegaban a La Habana a “desenmascarar el asesino metafísico que es el mercado, a denunciar la criminalidad del capital financiero, a sentar al neoliberalismo en el banquillo de los acusados, como verdugo de pueblos y fabricante de muerte”, hoy ‘Timochenko’ reconoce que el proceso de paz se dio principalmente merced al apoyo de los Estados Unidos: “Está claro que este proceso está andando gracias al visto bueno de los Estados Unidos”.
Mientras en los primeros discursos ‘Iván Márquez’ mencionó solo a “las víctimas del terrorismo de Estado”, meses más tarde las Farc reconocerían a todas las víctimas y pedirían perdón.
En la última visita del grupo de víctimas, ‘Márquez’ finalizó su discurso con mucha carga retórica y emotiva:
“Que el perdón y el amor nos abracen a todos, y que la alborada rutilante del sol de la paz que se eleva lentamente en el horizonte disipe la horrible noche de Colombia. La paz triunfará”.
¿Es posible la llegada al poder de un nuevo movimiento político que surja de las Farc?
Ciertamente, la reinserción de la guerrilla en un movimiento político deberá conllevar una autocrítica que será definida en su próxima X Conferencia.

A conseguir votos

No será fácil la consecución de votos con las duras imágenes de la guerra que tenemos los colombianos, con postulados viejos y debilitados del comunismo del siglo XX, con el desgaste del socialismo del siglo XXI de Venezuela y las nuevas relaciones Cuba-Estados Unidos.
‘Santrich’ ha expuesto en múltiples entrevistas que el discurso en La Habana se refiere a los puntos mínimos que permitan el diálogo con el Gobierno, pero no expone su programa revolucionario hacia el socialismo, al cual, afirman, “no renunciarán nunca”.
Sin duda, la guerrilla deberá consolidar el tránsito de la visión dogmática al realismo político para conquistar un espacio en el contexto político democrático colombiano.
Vale la pena recordar la renuncia al marxismo de Felipe González en el congreso extraordinario del PSOE en septiembre de 1979 como un factor determinante para hacer del PSOE una fuerza política que logró llegar con fuerza al poder en 1982.
MARÍA FERNANDA GONZÁLEZ*
Especial para EL TIEMPO
*Periodista colombiana. Autora del libro ‘El poder de la palabra: Chávez, Uribe, Santos y las Farc’ (Semana Libros, 2016).
Redacción El Tiempo
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