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Proceso de Paz

‘Nosotros no podemos confesar lo que no hicimos’: General (r) Velasco

Al producirse la ruptura de los diálogos de paz de Andrés Pastrana, el general Velasco fue el encargado por el presidente de recuperar la zona de distensión.

Al producirse la ruptura de los diálogos de paz de Andrés Pastrana, el general Velasco fue el encargado por el presidente de recuperar la zona de distensión.

Foto:Fuerza Aérea Colombiana.

Un análisis sobre por qué los militares temen a la justicia especial paz. Entrevista.

Diana Rincón
Considerado como uno de los más sobresalientes artífices de la reestructuración operacional de las Fuerzas Militares, el general Héctor Fabio Velasco tiene hoy la vocería de los altos oficiales en retiro para exponer sus ideas e inquietudes en torno a la justicia especial para la paz.
Luego de estudios de Ingeniería Sanitaria en la Universidad del Valle, se graduó como piloto de la Fuerza Aérea en diciembre de 1964. Fue profesor e instructor de vuelo en la Escuela Militar de Aviación, instructor en la Academia Interamericana de las Fuerza Aéreas en la base Albrook de Estados Unidos y, finalmente, comandante de la Fuerza Aérea. Cuando se produjo su retiro, el entonces presidente Álvaro Uribe lo nombró embajador de Colombia en Israel.
Durante su carrera participó en múltiples y contundentes operaciones contra la guerrilla. Entre ellas, la que gracias a la acción aérea permitió la recuperación de Mitú en noviembre de 1998 y la que neutralizó totalmente un frente de las Farc ubicado en El Queremal, muy cerca de Cali. Pero sin duda, el éxito suyo más significativo ocurrió en julio de 1999, cuando impidió que las Farc intentaran tomarse simultáneamente Puerto Lleras y Puerto Rico en el Meta.
Tres años después, al producirse la ruptura de los diálogos de paz adelantados en el gobierno de Andrés Pastrana, le correspondió a Velasco garantizar la recuperación de la zona de distensión.
¿Cómo vio usted el inicio de los nuevos diálogos de paz bajo el gobierno del presidente Santos?
Siempre tuve la convicción de que para abrir con éxito unas conversaciones de este tipo con la guerrilla era necesario llegar pisando fuerte. Me pareció un error del Gobierno –y así se lo dije al presidente Santos en una conversación que tuve con él en el Palacio de Nariño– proponer la apertura de diálogos cuando sabíamos que los comandantes de las Farc estaban a punto de sacar bandera blanca. Tal parecía el rumbo que señalaba ‘Alfonso Cano’, antes de ser dado de baja, cuando se proponía implementar un cambio de estrategia para llegar al poder, ya no por la vía armada sino por la vía política. Habría sido un proceso diferente si esta iniciativa de diálogo hubiese sido de ellos.
Hablemos de la justicia especial para la paz: ¿qué inquietudes suscita en los militares?
Ante todo, el hecho de que en la designación de los tribunales que nos van a juzgar intervengan personajes extranjeros completamente ajenos a las circunstancias y modalidades de esta guerra. Además, no podemos pasar por alto que se advierte en ellos un sesgo político e ideológico de izquierda, más bien cercano al de las Farc.
Sabemos perfectamente que si bien no hemos recibido fallos justos de nuestros propios jueces, menos podemos esperar imparcialidad de tales personajes que ven a la guerrilla como un movimiento rebelde en favor de los más pobres y a las Fuerzas Armadas como fuerzas represivas.
¿Cree usted que todos los militares comparten estas apreciaciones suyas? No son pocos los que están dispuestos a confesar culpas para obtener rebajas de penas.
Es cierto. Se trata de un recurso desesperado ante la situación que han padecido muchos militares y que puede quitarle a la justicia especial todo rigor y veracidad. No debemos olvidar que muchos de ellos han sido víctimas de falsas inculpaciones y condenas por cuenta de fiscales sesgados o ignorantes, con el soporte de falsos testigos. Ante estas falencias, nunca hemos solicitado una justicia especial. Lo único que hemos pedido siempre es una justicia verdadera como la del fuero militar, que no es ninguna prebenda sino una garantía procesal mediante la cual, por las funciones que cumplimos, seríamos juzgados por jueces especiales con conocimientos bien específicos de nuestros operativos y tareas.
¿Qué va a pasar con los militares que no reconozcan culpas por considerarse inocentes?
Esta es una de las dudas que nosotros tenemos. Hay oficiales muy relevantes como Plazas Vega, Rito Alejo del Río o Mejía Gutiérrez que se niegan a arrodillarse.
“Nosotros no podemos confesar lo que no hicimos”, dicen con plena razón. Sé con certeza que personajes cercanos a las Farc han ido a los centros de reclusión para convencer a militares de las ventajas que obtendrían si admiten culpas. Esa gestión la ha hecho inclusive Enrique Santiago, el más prominente asesor jurídico de las Farc quien les ha prometido que tiene una base jurídica para sacarlos libres. Pero la verdad es que no faltarán aquellos que por salvarse de situaciones muy críticas como la de estar en la ruina tratarán de inculpar a otros.
Hoy, Velasco tomó la vocería de los altos oficiales en retiro para exponer sus ideas acerca de la JEP.

Hoy, Velasco tomó la vocería de los altos oficiales en retiro para exponer sus ideas acerca de la JEP.

Foto:Reynel Ruiz/ EL TIEMPO-Digital / Archivo particular

Si un militar condenado injustamente por la justicia ordinaria no se somete a la JEP, ¿tendría que resignarse a pagar condena?
Sí y es muy grave, como el caso del general Arias Cabrales, que se negó a defenderse en el juicio en el que lo condenaron.
¿Teme usted que los jueces de la justicia especial para la paz hagan responsables a los altos mandos de los delitos cometidos por sus subordinados?
Sí, esa es una pretensión de las Farc. Lo han dicho sus cabecillas en diferentes escenarios. Buscan con ello, en primer lugar, justificar sus crímenes atroces equiparándolos a los que supuestamente comprometen a miembros de las Fuerzas Militares, algunos con razón, pero la mayoría mediante falsas imputaciones. Una vez logren la incriminación y condena de algunos comandantes militares de alta jerarquía, se apoyarán en dichas condenas para presentar al Estado como generador del conflicto y buscar su condena a nivel internacional
¿Percibe usted desmoralización dentro de las Fuerzas Armadas?
Sí, no solo hay desmoralización sino desorientación.

Las Farc, en esas zonas veredales consideradas transitorias, sin que hasta el momento haya garantías de que realmente lo sean, están creando un fortín

¿Por qué motivo?
Son muchos los motivos y muy explicables. Cuando los militares combatientes han visto caer a su lado compañeros suyos víctimas de las balas asesinas de las Farc; cuando encontramos a sus viudas y sus huérfanos viviendo en total desamparo; cuando vemos a otros muchos militares mutilados por las minas antipersonas, no podemos entender cómo los narcoterroristas de las Farc reciben un tratamiento de vencedores y se les hacen toda clase de concesiones, a tiempo que se olvida todo lo que hicimos en defensa de la Nación y sus instituciones. Solo nos queda en el alma rabia y desánimo. A los corajudos militares que siguen en servicio activo los sostiene lo que yo llamo la disciplina de la obediencia debida.
¿Advierte usted algún antagonismo dentro de las Fuerzas Armadas?
Antagonismo como tal no existe en las Fuerzas Militares. Todos fuimos formados con objetivos altruistas en defensa de la libertad y soberanía de nuestra Patria. Lo que hoy existe entre muchos de quienes visten el uniforme, es desorientación e incertidumbre sobre su futuro y el futuro de Colombia.
Entonces hablemos de algunas diferencias o discrepancias. ¿Existen?
Sí, existen algunas diferencias entre los militares en actividad y los retirados, particularmente en lo que tiene relación con la justicia especial para la paz. Es posible que algunos hayan caído de buena fe en el engaño de que la JEP puede revisar y corregir los fallos injustos de que han sido víctimas. Pero los militares de alta jerarquía conocemos por la historia lo ocurrido en otros países cuando se ha aplicado en ellos la doctrina comunista a la cual son fieles los cabecillas de las Farc. Sabemos cuáles son sus objetivos y las estrategias para alcanzarlos. Como ha sucedido en otras naciones, con el soporte de sus amigos nacionales y extranjeros, las Farc buscarán la salida de los militares de alta jerarquía por otros que se acomoden a sus pretensiones. Para ello han empezado a infiltrar las escuelas de formación militar como lo han hecho con universidades y otras instituciones.

Lo que hoy existe entre muchos quienes visten el uniforme, es desorientación e incertidumbre sobre su futuro y el futuro de Colombia

¿Cuál es para usted la causa de que los cultivos de coca hayan aumentado?
Sabemos que la fumigación es la única solución efectiva contra esos cultivos.
Además, cuando Rafael Correa sacó la base antidrogas de la DEA de Manta, Ecuador, los Estados Unidos propusieron traerla a Colombia, pero esta opción no fue aceptada por el Gobierno, con lo cual perdimos la oportunidad de aprovechar toda esa tecnología para combatir con más efectividad el narcotráfico y los cultivos. Pero la primera causa de que estos hayan crecido de manera notable es la suspensión de las fumigaciones con glifosato. Fue sin duda una exigencia de las Farc aceptada por el Gobierno.
¿Qué opina del Eln, del Epl y de las bandas criminales? ¿Serán un serio obstáculo para la paz y el posconflicto?
Sin duda. No olvidemos que este proceso compromete exclusivamente a las Farc. Con sus actos terroristas, el Eln tiene el empeño de mostrarse más fuerte que las Farc y obtener no menos que lo conseguido por ellas en los diálogos de La Habana. Ahora cuentan, además, con la ventaja del debilitamiento y neutralización de la Fuerza Pública y con los recursos del narcotráfico que sus agentes seguirán obteniendo.
¿Qué riesgo tiene para usted la concentración de la guerrilla en las zonas veredales?
Las Farc, en esas zonas veredales consideradas transitorias, sin que hasta el momento haya garantías de que realmente lo sean, están creando un fortín. No en vano se están ubicando en los sitios que ellos mismos exigieron. No podemos esperar nada bueno de esto, porque allí no hay ni va a haber presencia ni actuación del Estado, ni podrá ingresar la Fuerza Pública. Con estas ventajas, sumadas al dinero que seguirán recibiendo del narcotráfico y la minería ilegal, terminarán controlando zonas vitales del país para llegar al poder. A ese respecto debemos señalar algo muy grave: existen informaciones sobre presuntas infiltraciones de la guerrilla en las Fuerzas Militares. Buscan con ello seguir un camino similar al que le permitió a Chávez su llegada al poder en Venezuela.
PLINIO APULEYO MENDOZA
Especial para EL TIEMPO

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Diana Rincón
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