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Proceso de Paz

'Nuevo acuerdo necesita de un gran pacto cívico': Frank Pearl

El nuevo acuerdo no tocaría la estructura del anterior sino el diseño. "Los principios siguen siendo los mismos", dice Pearl.

El nuevo acuerdo no tocaría la estructura del anterior sino el diseño. "Los principios siguen siendo los mismos", dice Pearl.

Foto:Néstor Gómez / EL TIEMPO

El negociador del Gobierno en Cuba dice que la contraparte son las Farc, no los promotores del 'No'.

Se está estructurando un nuevo acuerdo de paz con las Farc para atender las observaciones que hicieron diferentes sectores de la población que resultaron mayoritarios en el pasado plebiscito. Uno de los miembros del equipo negociador del Gobierno, el exministro Frank Pearl, así lo revela en esta entrevista.
Pearl, quien fue comisionado de paz del expresidente Álvaro Uribe, pide además que en este proceso haya un “lenguaje más sereno” y notifica que todas las reformas que se introduzcan en el nuevo acuerdo deben ser aceptadas por las Farc, que al fin y al cabo son la contraparte en el proceso.
“Está claro que los colombianos quieren la paz, pero han dicho en el plebiscito que quieren un nuevo acuerdo, un acuerdo con ajustes, un acuerdo mejorado. Para eso, el Gobierno está escuchando a todas las partes. Pero es importante cambiar el lenguaje, tener un lenguaje más sereno; eso no quiere decir dejar la firmeza. Esto no puede ser un acuerdo únicamente político, tiene que ser un acuerdo ciudadano. Claro, con participación de los políticos sí, pero tiene que ser un acuerdo ciudadano”.
¿Usted pide lenguaje sereno porque ha visto lo contrario?
Sí, lo he visto y necesitamos serenidad, necesitamos hablar con la verdad, necesitamos no tener agendas ocultas. Yo sé que lo que estoy diciendo parece altruista, pero es lo que se necesita en este momento histórico. Se requiere grandeza de quienes tomamos decisiones. No pensar tanto en los intereses políticos a corto plazo. El gran drama de esto es que está cruzado con intereses políticos.
¿A quién o quiénes se refiere?
No tiene nombre particular.
¿Y en qué consiste el acuerdo ciudadano que propone?
Propongo un acuerdo ciudadano para hablar con la verdad, no tener agendas ocultas, situar el bien común por encima de los intereses particulares, incluir a todos los sectores, no dividirnos por las diferencias de opinión, pensar en los ciudadanos y, sobre todo, tener claro que nuestra contraparte no son otros ciudadanos que piensan distinto: nuestra contraparte hoy, como sociedad y hasta que no cerremos un acuerdo, son las Farc. Es diferente tener diferencias de opinión a estar divididos, y eso es lo que tenemos que cambiar. El lenguaje y los intereses políticos exacerban los ánimos y dificultan la conversación. Hay que hacer un gran pacto cívico por la paz.
¿Pacto cívico entre quién y quién?
Unir en un solo propósito a los diferentes movimientos y organizaciones sociales que se están manifestando hoy en Colombia: indígenas, organizaciones campesinas, sindicalistas, estudiantes, artistas, empresarios; es la fuerza mayoritaria del país que quiere que logremos un buen acuerdo y pronto, no seguir con incertidumbre.
¿Usted propone concretamente un pacto cívico para qué?
Para asegurarnos de que finalizaremos esta tarea con un nuevo acuerdo, que tenga unas modificaciones; acuerdo que represente una mayoría de los colombianos, y que podamos movernos hacia la implementación de ese acuerdo luego de convenirlo con las Farc, lo que es indispensable. El país debe caminar unido a los acuerdos, y eso no quiere decir que todos pensemos igual; lo que quiere decir es que dejemos esas diferencias intestinas y destructivas y definamos cuáles son las tareas que debemos hacer. La fuerza cívica es fundamental ahora.
¿Usted cree que eso sí puede lograrse?
Sí. Hacia allá estamos avanzando. Unir al ‘Sí’ y al ‘No’, y a quienes no votaron, para crear el frente cívico.
¿Y eso es posible?
En eso hay que trabajar. Más que un pacto político, hay que lograr un pacto cívico con apoyo político.
Hablemos de las diferencias: ¿el sistema de justicia transicional es revisable?
Cuando uno está tratando de acabar un conflicto, el esquema es de justicia para la transición. Yo creo que eso no está en discusión. Lo que puede discutirse es cuáles son las reglas de juego de esa justicia transicional, pero no el sistema en sí mismo.
¿Y la representatividad de las Farc, ya en paz, en el Congreso?
¿Para qué se hace la paz? Para que la protesta se exprese a través de la institucionalidad y no de la rebeldía armada.
¿Los cambios que eventualmente se introduzcan serán importantes o no?
Serán cambios significativos, es decir que representen a quienes votaron por el ‘No’. Entre las propuestas que se han recibido hay varias que son serias y que serían posibles; pero, para todo hay que tener en cuenta a las Farc.
¿Pero, de todas maneras, el acuerdo debe ser modificado?
Nosotros estamos conscientes de que necesitamos un nuevo acuerdo, que tenga en cuenta las opiniones de quienes votaron ‘No’. Ese nuevo acuerdo tendrá mayor legitimidad, pero tenga presente: ese nuevo acuerdo es con las Farc.
¿Pero qué significa un nuevo acuerdo?
Un nuevo acuerdo significa trabajar sobre lo que tenemos con los ajustes que sean posibles y que representen a la mayoría de personas. Un nuevo acuerdo quiere decir que es distinto a lo que hay hoy. Hay que incluir los cambios que podamos acordar con las Farc y que representen a quienes votaron por el ‘No’.
¿Pero se trata cambiar los cimientos del edificio?
No. No estamos hablando de la estructura, sino del diseño. Los principios siguen siendo los mismos; el tema de justicia seguirá siendo lo mismo: verdad, justicia, reparación, garantías de no repetición.
¿Pero cualquier modificación debe ser acordada con las Farc?
Sí. Parecería que en la sociedad colombiana se nos olvidó que nuestra contraparte son las Farc; hay unos enfrentamientos destructivos entre nosotros. El tema es: aquí está la sociedad y allá están las Farc, y ellos antes eran nuestros enemigos y ahora son nuestra contraparte. Entonces, tenemos que trabajar unidos de este lado; eso es lo que hay que hacer. La gran trampa es equivocarnos en quién es nuestra contraparte. Entre los del ‘Sí’ y los del No no pude haber enemigos.
¿Quiere decir que cualquier modificación será sometida a discusión con las Farc?
Nada se puede modificar sin acordarlo con las Farc. Nada.
¿Cree fácil convencer a las Farc de las eventuales modificaciones?
No es fácil, pero es la tarea, y hay que hacerla. Y las Farc tienen que entender que aquí todos recibimos un mensaje el 2 de octubre, empezando por ellos.
¿Usted ha tenido conversación con las Farc después del plebiscito?
Sobre este tema no, pero la semana entrante hay una delegación del Gobierno que va a conversar con ellos. Yo estoy haciendo el trabajo aquí en las reuniones con los sectores que votaron por el ‘No’, recogiendo inquietudes y analizando las propuestas.
¿Usted con quién se ha reunido?
Con el Centro Democrático, con los gremios, con los pastores cristianos, con el expresidente Pastrana, con Camilo Gómez y Marta Lucia Ramírez, entre otros.
¿Está difícil convencer al Centro Democrático de que las modificaciones no pueden tocar los cimientos del edificio?
Es normal que en este proceso cada cual defienda sus posturas.
En un editorial, ‘The New York Times’ dijo el viernes que el expresidente Uribe es “el hombre que bloqueó la paz en Colombia” y afirmó que él se debe “comportar como un hombre de Estado y no como un saboteador”. ¿Usted qué opina?
Este proceso se inició con Uribe. Él tiene méritos en este acuerdo. No debemos graduar a nadie de saboteador antes de escucharlo. Ahora, quienes representan el ‘No’ no pueden pretender tener influencia sin asumir responsabilidad.
Dice además el diario que la campaña del exmandatario “fue engañosa”…
Lamentablemente, algunos hicieron una campaña engañosa. Pero no todos. Dentro de los representantes del ‘No’ hay personas serias y documentadas que tienen objeciones fundamentadas. Quienes creemos que el acuerdo como está es un buen acuerdo tenemos el deber de escucharlos, y eso estamos haciendo.
El diario también habla del coordinador uribista, señor Juan Carlos Vélez…
El caso de Juan Carlos Vélez y de quienes hicieron campaña engañando es la muestra de la política que no queremos en Colombia, y que no aceptamos. Siquiera eso se supo, pero su renuncia no repara el daño que hizo a nuestra democracia.
¿En este momento existe el riesgo de que las Farc vuelvan al monte?
Las Farc están en muy buena disposición para que adelantemos el proceso de revisión en que estamos. Transitan hacia lo que iban a ser las zonas veredales. Lo que pasa es que los mecanismos de las Naciones Unidas de monitoreo y acompañamiento no podrían estar indefinidamente ahí haciendo esa tarea mientras resolvemos esto. Por eso se requiere celeridad y una solución pronta. El cese del fuego hasta el 31 de diciembre tranquiliza, pero necesitamos celeridad.

Eln se comprometió a liberar a todos los secuestrados

¿Con el Eln en qué estamos?
Se instala la mesa el 27 de octubre, arrancan las conversaciones el 3 de noviembre en Ecuador. El Eln se comprometió a que para esa fecha habrá liberado a todos los secuestrados que están en la lista de ellos y en la nuestra. A partir del 3 se inicia el proceso de resolución de los temas humanitarios pendientes. Al tiempo se definirá el primer punto de la agenda: la definición de la participación de la sociedad que ellos piden y a través de la cual los movimientos empresariales, cívicos, sociales podrán pasar propuestas no vinculantes sobre la agenda.
¿Y qué se trata de hacer con los representantes de la sociedad civil?
Recoger propuestas que aterricen en el punto 3 que se llama transformaciones. ¿Qué son? Unos planes con objetivos muy específicos: reducir la pobreza, la inequidad, la degradación ambiental y facilitar el tránsito a la legalidad de quienes están en regiones rurales haciendo actividades ilegales. En eso, las conversaciones serán muy distintas al proceso con las Farc. Sobre los secuestros es importante entender que el Eln funciona diferente a las Farc; estas son un ejército con mando y control y tienen información más precisa de lo que hacen sus frentes; en el caso del Eln no necesariamente es así.
¿Pero la condición del diálogo sigue siendo liberar a todos los secuestrados?
Claro. El Eln aceptó eso. Toda información sobre algún o algunos secuestrados no liberados será verificada por el comando central de esa guerrilla. El Eln sabe que un secuestro más en Colombia revienta la mesa y se comprometieron a partir del 3 de noviembre a liberar a todos los secuestrados que la mesa identifique que están en poder del Eln. Ellos dijeron que lo harán y aseguraron que van “a cumplir la palabra empeñada”.
¿Cómo se dialoga con una guerrilla sin mando único?
Ellos tendrán representantes de sus siete frentes. Habrá personas con autoridad sobre estos, pero además habrá otras dedicadas de tiempo completo a resolver problemas, mientras estemos conversando.
Con ese federalismo, ¿no es más difícil la negociación con el Eln que con la guerrilla de las Farc?
Es un proceso complejo, pero el momento político le indica al Eln que la lucha armada es obsoleta; el Eln se va a quedar sin oxígeno y sin opciones. Si no negocia ahora, va a acabar convertido en unos años en una banda criminal más.
¿Usted diría que el Eln hoy no tiene alternativa distinta de sentarse a negociar?
Yo estoy convencido de eso.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO
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