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Las horas tensas de la negociación antes del nuevo acuerdo

Largas jornadas, comidas rápidas y momentos de álgidas discusiones permitieron el nuevo texto.

POLÍTICA
En diferentes casas del complejo residencial El Laguito, en La Habana, se terminó de ajustar en los últimos días el acuerdo final entre el Gobierno y las Farc.
Si la negociación del acuerdo inicial fue complicada, esta no estuvo para nada fácil.
Los protagonistas de estas intensas jornadas fueron, de parte del Gobierno, el jefe negociador, Humberto de la Calle; el alto comisionado de Paz, Sergio Jaramillo; el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, y los senadores Iván Cepeda (Polo) y Roy Barreras (‘la U’), entre otros.
Y por parte de las Farc, el jefe de esa delegación, ‘Iván Márquez’; los negociadores Rodrigo Granda y ‘Jesús Santrich’, y Diego Martínez, uno de los abogados que asesoran a esa organización, principalmente.
Las jornadas en La Habana –durante los nueve días que duró la negociación del nuevo acuerdo– fueron de entre 12 y 14 horas diarias. Fue una negociación de anochecidas y amanecidas.
Desde muy temprano comenzaban las discusiones, que se extendían a lo largo del día y en las que solo se hacía una breve pausa para el almuerzo, que casi siempre fue un sándwich o eventualmente pizza. Fue a ritmo frenético, pero en medio de un ambiente cordial y constructivo.
En las mesas en las que se llevaban a cabo los debates hubo galletas y otros bizcochos que acompañaron las jornadas de los delegados de ambas partes, varios de los cuales no soltaron sus computadores portátiles durante los diálogos.
La metodología acordada fue comenzar con los aspectos que fueran más fáciles de resolver, y en caso de que algún asunto se empantanara, el mecanismo era dejarlo para el final de la negociación.
Pero tal vez la jornada más larga se dio el viernes, que se extendió hasta pasada la 1 de la madrugada.
El martes y miércoles fueron los días en los que la negociación estuvo más álgida. Constituyeron las jornadas más difíciles. El jueves en la noche, el asunto volvió a complicarse.
La noche del martes, en particular, se vivió una de las jornadas más tensas cuando la discusión de algunos temas elevó la temperatura de la negociación y se pensó en la suspensión.
El exministro Leyva y el senador Barreras, presentes en todas las jornadas, fueron dos de los hombres que volvieron a llevar la calma a la discusión y acercaron a los delegados de Gobierno y Farc para que avanzara el diálogo y se llegara a un nuevo acuerdo.
La agenda
Los temas de seguridad jurídica e incorporación al bloque de constitucionalidad estuvieron entre los asuntos que más debate generaron.
Uno de los que más coparon la discusión –indudablemente– fue el de la elegibilidad política, es decir, la posibilidad de que los condenados por delitos atroces puedan ser candidatos a cargos en las corporaciones públicas.
Pese al intenso debate que se dio en La Habana alrededor de este punto, no se lograron modificaciones.
Víctimas
Otro tema que también generó tensos debates fue el de la reparación a las víctimas por parte de la guerrilla y la entrega de bienes de las Farc. Fue un asunto que requirió de varias discusiones entre los delegados.
Y si bien el equipo negociador del Gobierno se hallaba al frente del proceso, desde la Casa de Nariño, en Bogotá, el presidente Juan Manuel Santos estaba en permanente contacto con sus delegados en Cuba. Incluso, de cada avance que se lograba, se le enviaba copia de inmediato.
Por eso, el viernes ya estaba la decisión de concluir, no solo de parte del Gobierno sino de la misma guerrilla.
Y así fue como sobre las 4 de la tarde del sábado se llegó al nuevo acuerdo, que fue revelado en la madrugada a los colombianos de manera integral.
Y este domingo, por fin, la delegación oficial tuvo tiempo para un verdadero almuerzo, como no había sucedido en los últimos días, en los cuales tuvieron que ajustar el acuerdo a punta de sándwiches consumidos a la carrera.
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