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'Muchos antioqueños estamos conformes con Santos': Nicanor Restrepo

En entrevista con María I. Rueda, el industrial dice que es un error generalizar en este tema.

Todavía oímos hablar de la frialdad de los presentes en la celebración de los 100 años de 'El Colombiano' hacia el discurso del presidente Santos. ¿Cree que esa es la tónica que mejor describe los sentimientos de Antioquia hacia el Gobierno Nacional?
No estuve presente, estaba en el exterior. Simplemente, recogiendo lo que he escuchado, el ambiente no correspondió con el que merecía un discurso muy elaborado del Presidente de la República. Hay que entender que los asistentes a ese acto pertenecen a un sector de la sociedad antioqueña, que fue invitado a celebrar el centenario de El Colombiano. De allí que de ninguna manera pueda interpretarse como completamente representativo de Antioquia.
¿O sea que es cierta la versión de que hubo frialdad ante un discurso del Presidente?
He escuchado que hubo esa frialdad, medida por la cantidad o duración de los aplausos. Sin embargo, si así fue, ocurrió en un evento privado donde había apenas una muestra de la sociedad antioqueña.
Entonces, ¿por qué cree que una revista tan seria como 'Semana', consultando a los gremios y a la opinión pública antioqueña, se atrevió a titular que 'Los paisas están berracos con el presidente Santos'?
Primero que todo, lamento que usen ese término. Y creo que están generalizando. Seguramente toman una muestra y ahí aparecen personas que no están conformes con el Gobierno Nacional, pero muchos otros sí lo estamos, y me incluyo: estamos muy reconocidos y comprometidos para que los programas del presidente Santos salgan adelante.
Una interpretación es que Antioquia es muy uribista y por eso hay tanto antisantismo...
Seguramente es cierto que aquí hay mucha simpatía por el expresidente Uribe, un antioqueño muy distinguido. Pero si los resultados electorales fueran termómetro de un fervor absoluto por su causa, pues no es así. Triunfaron para la Gobernación y la Alcaldía de Medellín, y para muchas otras alcaldías, personas opuestas a los candidatos que el expresidente Uribe apoyó. Creo que aquí en Antioquia sí hay muchos simpatizantes del expresidente Uribe. Pero el presidente Santos tuvo una inmensa votación en Antioquia, lo que indica que aquí hay muchas personas que se expresaron y se expresan políticamente a su favor.
¿Cree que el gobierno del presidente Santos es muy bogotano? También he escuchado esta crítica de los paisas, en contraste con el gobierno del presidente Uribe, que tuvo muchos funcionarios antioqueños a bordo.
En el gobierno del presidente Santos hay representantes de todas las regiones de Colombia, muy distinguidos y muy eficientes, como ministros o directores de las agencias nacionales. Antioqueños hay unos muy ilustres, como el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo; el ministro de Minas y Energía, Mauricio Cárdenas, y la ministra de Salud, Beatriz Londoño. Y no solo ministros: también hay otra gente muy importante, como el director de Colciencias, Jaime Restrepo Cuartas. Yo no creo que pueda de ninguna manera decirse que hay ausencia de representantes de Antioquia en muchas posiciones importantes del actual gobierno.
También se dice que los paisas pueden estar resintiendo que el Gobierno central está aflojando con respecto a proyectos estrella de Antioquia, como las Autopistas de la Montaña y la represa de Ituango.
Autopistas de la Montaña es un nombre fatal, y por eso ahora se las llama Autopistas de la Prosperidad. Eso se ha convertido en un debate como si se tratara de obras que solo beneficiarán a Antioquia...
Claro. Una autopista o una represa son obras que finalmente benefician directa o indirectamente a todo el país.
Por supuesto. Las Autopistas de la Prosperidad conectarán departamentos como Caldas, Risaralda, Quindío y el norte del Valle con el Caribe, de la manera más rápida. Estas obras van a poner al puerto sobre el Caribe más cerca de Bogotá, una vez haya, por supuesto, un puerto adecuado en Urabá. El problema es que se les dé a estas obras un sentido local, perdiendo de vista su dimensión nacional.
Otra cosa que se dice mucho es que en la aplicación de la ley de víctimas y restitución de tierras, que está implementando un paisa de pura cepa como el ministro Restrepo, hay muchos callos que se pisan en regiones e industrias muy neurálgicas del empresariado antioqueño. ¿Cree que ello contribuye a enrarecer el ambiente?
En Antioquia hay fracciones de la opinión en desacuerdo con esa ley. Me temo que muchos ni siquiera la conocen. Pero no creo que, de ninguna manera, sobre una ley de la República que tiene un altísimo calado de justicia social pueda haber, ni mucho menos, una oposición de una región. Creo que hay ciertos y muy pequeños grupos con intereses en tierras que probablemente ni siquiera pertenecen a Antioquia, y que pueden estar preocupados por la implementación de esa ley. Pero creo que lo que se está viendo es un reconocimiento histórico, y de un altísimo calado social, de las personas que han sido víctimas y desplazadas forzadamente de sus tierras.
¿O sea que tampoco es cierto que Antioquia tenga un problema con la ley de tierras y de víctimas?
Le insisto: no creo que de ninguna manera se pueda decir que Antioquia, en ejercicio de una generalización totalmente inadecuada, está en contra de la ley de víctimas y restitución de tierras. Uno que otro podrá tener preocupaciones particulares, pero en la región, y por parte de los gobiernos local y departamental, las autoridades son las más comprometidas en sacar adelante ese proyecto.
Otra crítica que he escuchado es que en Antioquia, más que en ninguna otra parte del país, tienen la sensación de que en el tema de la seguridad el Gobierno ha aflojado. Que hemos retrocedido.
Pienso que sí ha habido deterioro en algunos sectores por la aparición o el fortalecimiento de bandas ligadas a la actividad criminal del narcotráfico. Ha habido en Antioquia pocas escaramuzas, porque las Farc están más replegadas y ligadas a otras geografías colombianas. Pero pienso que sí ha habido infortunadamente en el país un aumento de la delincuencia, y la frecuencia de unas acciones que probablemente pretenden llamar la atención para exhibir una hipotética resurrección de la guerrilla.
Sí hay, en general, preocupación sobre ese punto, pero sus causas no pueden atribuírsele a un gobierno específico. La inseguridad, o el deterioro de la seguridad, viene de tiempo atrás. No es propiamente de los 19 meses del gobierno de Santos. El deterioro, por ejemplo, en el Bajo Cauca, con las llamadas bacrim, viene de antes, y el Estado, encabezado por este gobierno y como le corresponde, está comprometido en combatirlas.
Usted de vieja data ha estado muy empapado en los procesos de paz con las Farc. ¿Qué cree acerca del momento actual? ¿Habrá un espacio lo suficientemente maduro para sentarnos a conversar o esa oportunidad ya pasó?
Las características de un conflicto como el colombiano, con profundas raíces y que cada día se nutre del narcotráfico, se vuelven más complejas desde el punto de vista de una solución política. Pero estoy también convencido de que el fin de un conflicto de tan vieja data, que ha arrojado tantos daños a la sociedad, que ha causado tantas víctimas, tanto dolor, que ha significado el atraso de muchas regiones, de muchas familias, tiene que ser de una manera civilizada. Y lo que se ha hecho en el pasado sirve para no repetir las equivocaciones que se cometieron. Pero en el horizonte de un conflicto como el colombiano no puede descartarse la perspectiva de una negociación política, cuando se den las condiciones.
Pero ni de vainas pensar en réplicas de lo que se hizo en el Caguán...
Desde luego que no. Seguramente tendrá que haber discusiones en el exterior, muy discretas. Sin la presencia de los medios, mientras se estén dando las negociaciones, pero en algún momento se pueden dar los primeros pasos y seguramente se pudiesen estar explorando las condiciones que permitan llegar ahí.
En resumen: ¿Ni los paisas están 'emberracados', ni esa palabra es bonita, ni hay razones para concluir que Antioquia ya no quiere al presidente Santos?
(Risas). Yo no puedo hablar en nombre de los paisas. Pero quienes tienen unas voces airadas y están quejándose de algunas cosas tampoco tienen la vocería de los antioqueños. Antioquia es una región de más de 6 millones de habitantes, tenemos autoridades departamentales y municipales extraordinarias, involucradas en sus planes de desarrollo, que requieren indudablemente del apoyo de la Nación.
Creo que la gran Antioquia está luchando por ser una Antioquia más educada, más equitativa, que les dé más oportunidades a los jóvenes. Esa es la verdadera Antioquia. Me parece que infortunadamente se está matizando una discusión regional con aires políticos que siempre enrarecen la discusión. Pero aquí nadie tiene la vocería.
Una última pregunta sobre la menuda política antioqueña. El gobernador Sergio Fajardo y el exgobernador Luis Alfredo Ramos se han retado a duelo alrededor de un 'libro blanco' del primero contra el segundo. ¿Podría responderme de qué lado está usted en esa pelea?
Creo que el gobernador Fajardo tenía la obligación de hacer un balance de lo que encontró. De lo contrario, si las responsabilidades no se deslindan, podrían imputárselas a él. Creo que la polémica, más que quién hizo bien o mal, debe girar alrededor de lo que se encontró. Si es déficit fiscal, eso se llama déficit fiscal. Si hay un desorden en la administración, eso se llama desorden en la administración. Si hay una gran cantidad de operaciones sin soportes suficientes, eso se llama desorganización administrativa. Pero no creo que esta sea una pelea entre buenos y malos. No. El gobernador Fajardo, insisto, tenía la obligación de hacer un balance de lo que encontró en el departamento.
Doctor Nicanor: creo que esta pregunta quedó claramente contestada.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO
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