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La mitad de repuestos que se usan en el país son de vehículos robados

Según encuesta, cada 17 minutos se roban un carro o una moto.

JUSTICIA
Cada año, casi 25.000 carros robados en Estados Unidos, Venezuela y Ecuador entran desguazados clandestinamente al país para el mercado negro de autopartes. Sumados a las piezas de los vehículos hurtados en Colombia y a los miles de espejos, llantas, unidades de luces y piezas electrónicas que a diario son robados en las calles, mueven un negocio ilegal que promedia los 3.900 millones de dólares (casi 10 billones de pesos) en un año.
Esa es la magnitud de un mercado que crece parejo con la sensación de inseguridad en las calles.
Un emblema de un carro Renault o un Chevrolet, las marcas más robadas en el país por ser las más populares, puede costar en un concesionario entre 150.000 y 180.000 pesos, dependiendo del tamaño y modelo. Ese mismo emblema es vendido en ‘playas’ (puntos de venta) de sectores como La Favorita o la Estanzuela, en Bogotá, en 20.000 pesos.
Son logotipos robados en las calles y semáforos, y que un ladrón o habitante de calle puede entregar por apenas 5.000 pesos, que, generalmente, terminan gastados en drogas.
El mercado de autopartes o accesorios de vehículos hurtados se repite en cada ciudad del país. En Bogotá además hay locales en el conocido sector del Siete de Agosto, así como en San Fernando, la calle Sexta y en el ‘Bronx’ donde se comercia con lo robado. En Cali, la ‘playa’ por excelencia es El Calvario; en Medellín, La Bayadera y Barrio Triste.
Ninguna autoridad da cifras precisas de este delito. Las denuncias son mínimas frente a la realidad, porque muchos ciudadanos consideran engorroso o inútil el trámite, y muchos optan por acudir al mercado negro, donde a veces es posible conseguir la misma pieza robada de sus carros.
A pesar de la falta de estadísticas, la última encuesta de Convivencia y Seguridad Ciudadana, realizada por el Dane el año pasado, concluyó que al menos 495.000 colombianos fueron víctimas de un robo, o de su vehículo o de una parte de este. De este total, cerca de 346.000 señalaron que el bien afectado fue el carro (los restantes fueron motos y bicicletas). Las cifras corresponden a las respuestas entregadas a los encuestadores en el 2013. Los carros robados ese mismo año fueron 8.934, lo que lleva a concluir que por lo menos 337.000 personas fueron víctimas del hurto de autopartes.
Tulio Zuluaga, presidente de la Asociación del Sector Automotriz y sus Partes (Asopartes), dice que en Colombia “el comercio de estas piezas vale 8.000 millones de dólares y, del total, en el comercio legal se venden 4.100 millones y 3.900, en el ilegal”.
En este millonario negocio hay toda una cadena de delincuentes especializados en cada etapa del crimen. Así, los ‘llanteros’ son capaces de llevarse una rueda en un minuto, sin que importe mucho si esta tiene tuerca de seguridad. Aflojan las tuercas con llaves maestras y mientras uno de los delincuentes (le dicen ‘el gordo’, porque debe ser fuerte) levanta el carro, el otro saca la llanta con el rin. También se sabe que un carro robado puede ser totalmente desguazado en talleres o parqueaderos públicos en un lapso de entre 20 y 45 minutos, dependiendo de la experiencia y el número de ‘mecánicos’ que participen.
Los artículos que más se llevan son los emblemas, las antenas, llantas y rines, espejos y tapas de gasolina”, dice un oficial encargado de perseguir a las bandas de atracadores y jaladores de vehículos en el país. Asopartes y los investigadores de la Policía calculan que entre el 70 y el 75 por ciento de los carros hurtados son desguazados.
El resto van para el exterior o vuelven al mercado luego de que las redes les regraban los seriales de seguridad, con ayuda de funcionarios en secretarías de tránsito. Además, les expiden placas ‘gemeleadas’, es decir asignadas a otro vehículo con las mismas características.
Fasecolda indica que el año pasado las aseguradoras pagaron 8.753 millones en pérdidas parciales, que corresponde al robo de accesorios externos de vehículos. Como la mayoría de las pólizas implica el pago del deducible (10 por ciento o un salario mínimo), de nuevo la estadística no empata con la realidad, pues frente a robos de menos de un salario mínimo el reclamo se vuelve inoperante.
Millonarias ganancias
En Bogotá, un comerciante que reconoce vender “de vez en cuando” artículos robados, dice que un rin robado de una camioneta Prado lo puede comprar en 200.000 pesos, y al revenderlo el precio oscila entre 500.000 y 600.000 pesos. La llanta nueva puede valer dos millones. Asegura que a su local llegan miembros de bandas de ‘gama media’ que se dedican a ‘bajar’ llantas de repuesto, porque, dice, usualmente están nuevas. Esas son ofrecidas por los llamados ‘engalladores’ de carros.
La falta de credibilidad en las autoridades, la cultura de comprar robado, los altos precios de los repuestos originales y los vacíos en la ley, que no castiga con la suficiente fuerza a quienes son sorprendidos con cosas hurtadas, son factores que, según los expertos, inciden para que el negocio del robo de carros y sus partes siga sobre ruedas.
Bandas hurtan partes hasta por encargo
“Patrón, ¿qué necesita? No más diga que yo lo llevo”, grita un joven al que le dicen ‘Mono’ en el populoso sector de La Estanzuela, detrás del hospital San José, en el centro de Bogotá.
“Busco los dos espejos de un Kia Río, modelo 2003”, dice un desprevenido comprador. Como si manejara una base de datos en su cabeza, en fracción de un segundo, contesta: “Yo sé quién los tiene. Vamos donde ‘don Fabio’. Lo que él no tiene, se lo busca”, dice ‘el Mono’. ‘Don Fabio’ es un hombre de unos 60 años, contextura robusta, gorra con la propaganda de una marca de batería y overol. Se trata del más reconocido reducidor de la zona.
En efecto, tenía el espejo. “Acá está el derecho; vale 50.000 pesos, negociables. El izquierdo no lo tengo, pero ya se lo mando a traer”, le dice a su cliente.
Investigadores dicen que las bandas se dedican a hurtar de acuerdo con la demanda.
A dos cuadras, otro comerciante de lo ilegal ofrece emblemas en 40.000 pesos. La Policía está tras la pista de tres grandes capos del negocio de partes hurtadas.
En Bogotá, comunidades de barrios como Bonanza, Quintaparedes, Santa María del Lago o El Polo denuncian constantemente ante los medios que no pueden dejar sus carros descuidados por unos minutos sin exponerse a que queden sin una o las cuatro ruedas, o sin espejos. Por esas zonas es común el tránsito de carros en los que tres o cuatro delincuentes ‘patrullan’ sectores que han sido previamente acordados en pactos de esas mafias.
Entrevista
‘Comprar robado genera oferta’
Tulio Zuluaga, presidente de Asopartes
¿Qué tanto se roban las partes de vehículos?
El 75 por ciento de los carros son desarmados y esas partes llevadas al mercado negro. Se calcula en aproximadamente unos 187 millones de dólares ese mercado ilegal, en lo que va del año. El año pasado fue de 680 millones y este va a ser más. El robo de llantas, los limpiabrisas o las unidades electrónicas de los carros dejó ganancias al mercado negro por 100 millones de dólares. La gente es muy descuidada y no deja los vehículos en parqueaderos. Eso nutre una economía totalmente oculta.
¿Cómo llegan esas partes de otros países?
Se calcula que de Estados Unidos llegan unos 7.000 vehículos desguazados, de Venezuela entre 7.000 y 8.000, y de Ecuador unos 10.000. El comercio de autopartes en Colombia vale 8.000 millones de dólares. Se venden en el comercio legal 4.100 y 3.900, en el ilegal.
¿Qué hace falta para frenar ese negocio?
Hay sitios en la ciudad donde las personas saben que pueden ir a recuperar lo que les robaron. La Policía hace muchos esfuerzos, pero es muy difícil detectar si es de un vehículo hurtado o no porque logran facturar bajo varias modalidades. Un elemento clave es el comprador, que por ahorrarse unos pesos genera la demanda; cuando hay demanda, hay oferta. Los ciudadanos de bien tenemos que hacer ese gran esfuerzo y no comprar algo de lo que no se sabe su procedencia.
¿Hay ‘huecos’ en el sistema?
Preocupa el de los famosos ‘salvamenteros’, que son los que compran los carros siniestrados para arreglarlos y volverlos a vender. Algunos quieren la factura para soportar que el vehículo desguazado es el que está en el papel.
JUSTICIA
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