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'Verme sin cara fue una tortura total': Natalia Ponce de León

La mujer hizo su primera aparición en medios tras el ataque con ácido del que fue víctima en 2014.

Vestida de negro, con sombrero, chaqueta, pantalón y botas, una pashmina estampada, y una máscara transparente que le cubría el rostro llegó Natalia Ponce de León a la rueda de prensa en la que hizo su primera aparición pública después del ataque con ácido del que fue víctima el 27 de marzo del año pasado, el más violento que se recuerde en Colombia.
El salón de EL TIEMPO estaba atiborrado de periodistas. Y en una pancarta se leía: “La barbarie no nos vence, comprometidos con una vida y una causa”.
La frase recoge la historia de fuerza interior y coraje de la joven, de 33 años, plasmados en El renacimiento de Natalia Ponce de León, el libro que sobre su historia escribió la editora de la Unidad Investigativa de EL TIEMPO, Martha Elvira Soto Franco.
A esta presentación, en la que Natalia habló de la fundación que acaba de crear para ayudar a otras personas quemadas, la acompañaron en primera fila Julia y Guillermo, sus padres, sus hermanos Juan Carlos y Camilo y otros miembros de su familia.
“Hoy es un día para decirle sí a la vida, sí a la esperanza, para decirle a todo un país que es necesario seguir creyendo, levantarse de las cenizas con fuerza, con valor y con coraje como lo hizo Natalia”. Así la periodista Jineth Bedoya, presentó a Natalia. (Lea: 10 momentos del caso Natalia Ponce de León, un año después)
Con serenidad y valentía, Natalia respondió preguntas durante 40 minutos y confirmó la capacidad de transformar su dolor en fuerza. Lleva 15 cirugías y aún le faltan cerca de 60 para lograra su recuperación.
Pausada y tranquila, respondió la primera pregunta, precisamente, sobre cómo empieza esta nueva etapa en su vida con su fundación: “Hace ocho días la constituí. Por fin se hizo realidad este sueño. El objetivo es que todas las víctimas atacadas por ácido reciban lo que yo he recibido, porque se puede salir de esto si uno tiene el apoyo y la ayuda del sistema de salud y de la familia. No es fácil, se necesita constancia, hay que tener cabeza, manejar el corazón y el alma. Es doloroso y quiero poder quitarles ese dolor y ayudar a muchas personas que han sido atacadas y que seguirán siendo atacadas, porque sigue pasando”.
Respecto a cuál ha sido el momento más complejo de su proceso de rehabilitación y qué mensaje les daría a las personas que cometen este tipo de agresiones, dijo que “la parte más dura es cuando te das cuenta que estás destrozada. Ver mi cuerpo quemado, sin cara, sin identidad. Una identidad borrada es una tortura total. Estuve entre la vida y la muerte, pero la energía y el amor que me dio mucha gente me pusieron en pie y por eso estoy aquí”.
Natalia anticipó apartes del libro y reveló detalles, como el de los injertos de piel provenientes del extranjero que ha recibido: “Es piel de muerto procesada científicamente. La creó Alí Pirayesh, un científico holandés. Recién me pasó el accidente me la donó Linda Guerrero, directora la fundación de quemados y Jennifer Gaona, que es una de las directoras de Inti, una fundación para quemados que acaba de empezar. Ella es cirujana plástica”.
No a la impunidad
Pirayesh, que se ha involucrado con otros casos de ataques de ácido en Colombia y que estuvo en el país como parte del proyecto Médicos por la Paz, para operar a otra víctima, lo conoció durante el proceso. “Nos volvimos muy amigos y él me está donando la piel. Gracias a Dios ha estado muy metido en mi caso y quiere ayudar a Colombia”.
Natalia insistió en la necesidad de que la justicia endurezca las penas, en que se tomen medidas para controlar la venta de químicos empleados en ataques y en que el sistema de salud ofrezca mejor atención en la rehabilitación.
“En la parte de cirugías no falta el Hospital Simón Bolívar que es público y ayuda a todas las personas –explicó Natalia–. En rehabilitación, que es la más importante, hay deficiencia para autorizar terapias. Falta de información, no conocen bien y se necesitan tratamientos como la máscara que tengo puesta, ultrasonido, hidroterapia, hacer ejercicio, y los tratamientos psiquiátricos y psicológicos, necesarios porque es un trauma que hay que superar y lleva años”.
Invitó a que más personas se pongan “las manos en el corazón y hacerlo (el proceso) más fácil. No causar tanto problema para la entrega de medicinas y la autorización de fórmulas. Eso complica el camino y la gente desiste”, expresó.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando le preguntaron si ha podido perdonar a su agresor: “Pienso que no es de perdonar sino de curarse el alma uno mismo, no sentir odio ni resentimiento porque eso acaba cualquier alma. Lo más importante es uno mismo y no estar pensando en el tipo que me hizo esto sino en mis proyectos”.
Natalia habló además del poder sanador de la palabra y cómo el periodo de escritura del libro se convirtió en parte de su terapia porque tuvo la oportunidad de desahogarse. Exaltó su respeto y admiración por Martha Soto, la periodista a la que ella le abrió las puertas de su casa y de alma. “Uno de los días más lindos fue cuando conocí a Martha Soto, tuvimos química de inmediato. Le abrí mi corazón totalmente. Hay cosas que tenía borradas y fueron saliendo. Desahogarse es bueno. Hizo un libro espectacular, recuperando toda mi historia”.
El libro será lanzado el sábado 25 de abril, a las 4 p. m. en el salón León de Greiff de la Feria Internacional del Libro, y por la compra de cada ejemplar se donarán tres mil pesos a la Fundación que creó y preside Natalia.
Esta es la portada del libro ‘El renacimiento de Natalia Ponce’.
FLOR NADYNE MILLÁN
Redactora EL TIEMPO
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