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El basuco, el gran azote de los habitantes de la calle

El médico Luis Correa explica el tratamiento para quienes buscan dejar las drogas.

“No les importa si no tienen comida, su vida se reduce a tener droga. Llegan en estado de salud crítico y siempre dicen que no quieren continuar esa vida”. Así son los pacientes que atiende día a día el doctor Luis Eduardo Correa, médico psiquiatra y coordinador del centro de atención en drogadicción del Hospital Santa Clara, localizado en Bogotá.
Correa dice que aunque los habitantes de la calle consumen todo tipo de sustancias, la mayoría tienen problemas de adicción con el basuco. Esta droga, que dura menos que otras sustancias en el organismo, genera mayor dependencia.
En este centro hay actualmente 37 habitantes de la calle en condición de internos y otros cinco en atención ambulatoria. Los tratamientos pueden durar seis meses, siempre y cuando respeten algunas reglas: la primera, por supuesto, no consumir, pero tampoco usar celulares.
¿Por qué el Santa Clara trata la drogadicción como una enfermedad crónica?
La farmacodependencia es una enfermedad crónica y el sistema de salud tiene que estar preparado para dar cuenta de las necesidades de cada paciente. Nadie le pide a un diabético o a un hipertenso que después de tener una crisis salga ya curado. Estas personas vienen a hacer un proceso de estabilización y luego hacen su propia gestión afuera. Puede que exista una recaída, pero si se hace un buen proceso esperamos que nos busque rápido, y que solo sea una consulta externa.
¿De qué edades son las personas que llegan?
Recibimos mayores de 18 años. De acuerdo con el perfil epidemiológico, la población de 25 a 35 años es la más propensa a ser consumidora crónica. También están quienes tienen trastornos mentales y con enfermedades graves, como VIH y tuberculosis, entre otras.
¿Cómo son los contextos de estas personas?
Hay un porcentaje mayor que tiene familia, pero ha perdido la conexión. La mayoría ha tenido varios tratamientos fracasados y hay agotamiento y desesperanza. Cuando contactamos a la familia dicen de entrada que no quieren saber nada de él. Con el tiempo se les insiste y se logran algunos avances.
¿Cómo es el consumo de los habitantes de la calle?
El perfil de mayor consumo es el basuco. La mayoría son policonsumidores, pero la sustancia más problemática en el 80 por ciento de los pacientes es esa. Le siguen el alcohol y opiáceos. El porcentaje de inhalantes –el bóxer, la gasolina y el tíner– no es tan alto. El consumo de marihuana en mayores de 18 años como factor problemático es escaso. Es una droga de alto consumo, pero no es la que trae mayor complicación. El gran problema está en que el 75 por ciento de quien consume basuco se vuelve más adicto. La adicción se da por el perfil de la sustancia, porque cuanto más rápido actúe en el organismo y más rápido se elimine, más necesidad tiene la persona de consumirla. El perfil de la sustancia hace que si una ‘bicha’ se elimina en poco tiempo, la persona necesite nuevamente consumir casi de inmediato. Otras sustancias, como el clorhidrato de cocaína, se eliminan en varias horas.
¿Cuáles son los tipos de tratamiento?
La idea es que los tratamientos sean individualizados y por metas entre 3 y 6 meses. Se hace una valoración integral con psiquiatría, psicología y trabajo social. Las personas que necesitan un tratamiento médico específico son los adictos al alcohol y a opiáceos. Esas personas hay que remitirlas a desintoxicación, y a los adictos a opiáceos les damos terapia de sustitución con metadona. Los adictos a inhalantes y estimulantes no necesitan tratamiento farmacológico sino sintomático, que es cuando se da la ansiedad o trastornos de no poder dormir por la abstinencia. A ninguno se mantiene ni dopado ni sedado, pero hay quienes tienen trastornos mentales y necesitan medicación para esto.
¿Cómo es la atención para quienes tienen problemas mentales?
Esta población es cercana al 35 por ciento. Se hace un diseño de planes por metas, no se pueden poner en un trabajo de alta exigencia sino en trabajos asistidos. Se busca estabilizar sus síntomas psicóticos y ayudarlos a suspender el consumo.
ANGY ALVARADO RODRÍGUEZ
Redacción Justicia
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