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'Nicaragua quiere que le reconozcan lo que ya le rechazaron': Londoño

El excanciller Julio Londoño Paredes analiza la posición de Colombia frente a La Haya.

Se acaba de cerrar la etapa de las excepciones preliminares en las dos nuevas demandas de Nicaragua contra Colombia. ¿Por qué en esta oportunidad usted no forma parte del equipo negociador?
Porque el Gobierno de Colombia decidió cambiarlo.
¿Una crítica a la estrategia y al equipo de la anterior defensa de Colombia?
Simplemente, después del fallo de la Corte Internacional de Justicia del 19 de noviembre de 2012, el Gobierno consideró que era mejor doblar la hoja y constituir un nuevo equipo para ese efecto. (Lea también: Gobernadora de San Andrés viaja a La Haya)
Perdón, pero si el pleito estuvo bien manejado, lo lógico es que el mismo equipo siguiera defendiendo al país. Nicaragua, por ejemplo, tiene a Carlos Argüello, que lleva más de 30 años como negociador…
En esto hay factores de carácter político, de la coyuntura que se presentó en el propio momento y, naturalmente, gran parte de los argumentos fundamentales de Colombia ya habían sido planteados ante la Corte. Por lo demás, no hay personas indispensables.
Colombia vuelve a alegar ante la Corte de La Haya su falta de competencia, esta vez ante dos nuevas demandas de Nicaragua…
La Corte debe pronunciarse aproximadamente en un periodo de seis meses sobre su competencia. Si llega a decir que no es competente, la controversia termina. Si, por el contrario, asume la competencia en uno o en los dos casos, continúa un proceso que puede tener una duración aproximada de un año y medio a dos. (Vea: Colombia y Nicaragua se encontrarán de nuevo en la Corte de La Haya)
¿Si la Corte llega a decir que es competente, como le pasó a Chile en su pleito con Bolivia, sería una derrota para Colombia?
Pues, quiere decir que Colombia no ganó el proceso de las excepciones preliminares, cuya argumentación terminó el viernes pasado. La Corte todavía no entrará a definir el fondo del caso, es decir, a dictaminar si Colombia violó o no el fallo del año 2012, y si la plataforma continental alargada que pide Nicaragua es cierta o no.
¿El primer pleito con Nicaragua que usted atendió duró cuántos gobiernos colombianos?
Once.
¿Y cuándo se inició?
El 12 de junio de 1969, durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo. Yo era jefe de la Oficina de Fronteras de la Cancillería y, de ahí en adelante, en alguna forma he tenido la responsabilidad de las cosas con Nicaragua. Ya en el año 2001, después de la demanda de Nicaragua, el gobierno del doctor Andrés Pastrana me designó como agente de Colombia, y en esa condición ejercí hasta el 2012.
Quedó la sensación como de que el gobierno Santos culpó al equipo negociador anterior de los resultados de ese fallo…
En estos casos hay que buscar siempre a alguien a quién echarle la culpa. El gobierno Santos asumió el poder el 7 de agosto del 2010 y estaba informado de toda la situación. Desde luego habría podido cambiar el equipo negociador el primer día. En el diferendo con Nicaragua hubo una política de Estado, seguida por todos los gobiernos, once como le dije, incluyendo el del doctor Juan Manuel Santos. Se siguió una línea de acción que, de todas maneras, tuvo efectos positivos para Colombia. (Lea aquí: 'Corte de la Haya no es competente para conocer demanda de Nicaragua')
¿Positivos? ¿Cómo convencer al país de que perder 75.000 kilómetros de mar tuvo algo de positivo?
No perdimos. La Corte Internacional de Justicia se limitó a señalar que no había una delimitación establecida entre Colombia y Nicaragua. En eso estuvieron de acuerdo en diferentes períodos un total de 23 jueces de distintas nacionalidades, de diferentes escuelas jurídicas del mundo, de diferentes idiomas, considerados en cada uno de sus países como los más competentes en asuntos de derecho internacional.
Que el meridiano 82 no fuera un límite oficial es una cosa. Que nos quitaran todo ese mar es otra.
Para afirmar que nos quitaron se necesita que hubiera una base limítrofe sobre la cual alegar eso. Pero, si no la había, es imposible decir qué se perdió. Otra cosa es que Colombia alegara que su jurisdicción incluía determinadas áreas. Nicaragua lo contradijo desde el primer momento.
Colombia por lo menos pudo salvar a San Andrés, Providencia y Santa Catalina porque en las excepciones nos reconocieron la soberanía. Eso ya es irreversible…
Sí. Pero además, en el fallo de 2012, el archipiélago quedó con unos 141.000 kilómetros cuadrados de agua, equivalentes a siete departamentos de Colombia juntos. (Lea: Nicaragua señala que la demanda contra Colombia no quedó solucionada)
Pero igualmente dejaron cayos colombianos enclavados en mar nicaragüense…
Tanto Quitasueño como Serrana quedaron con mar territorial colombiano. Pero no estoy diciendo que el fallo de la Corte fue una cosa favorable y justa. A mi juicio, tuvo errores protuberantes.
Según había anunciado la Canciller, iba a ser “un fallo salomónico”…
Creo que, con esa frase, la Ministra de Relaciones trató de advertir que la posición de Colombia sobre el meridiano 82 como el límite colombiano no la iba a apoyar la Corte.
¿Qué necesidad había de abonarle el camino a un fallo desfavorable para Colombia? Quedó como dando permiso…
La Ministra de Relaciones Exteriores no volvió a mencionar el tema y, naturalmente, se le levantó una tremenda oleada de críticas en Colombia.
Este gobierno tomó la decisión de retirarnos del Pacto de Bogotá. ¿Fue acertado?
Retirarnos del Pacto de Bogotá no implica que Colombia deje de lado la posibilidad de recurrir a un tribunal internacional en un momento determinado. Otra cosa es tener la obligación de acudir a la Corte.
¿Por qué no nos retiramos antes?
Yo lo recomendé varias veces. Pero, desafortunadamente, el pacto se llamaba ‘de Bogotá’. Fue concertado en los estertores del 9 de abril de 1948, en unas connotaciones muy emotivas. Y Colombia se consideraba el adalid de las soluciones pacíficas y de los arbitrajes. Muchos Estados del mundo todavía no aceptan esa jurisdicción. Más de la mitad de los Estados de Naciones Unidas.
Colombia dijo que la Corte de La Haya era nuestra peor enemiga… ¿Será que con expresiones como esa nos la echamos encima para resolver las dos demandas de Nicaragua que faltan?
Creo que la Corte es suficientemente pragmática para entender las reacciones que a veces se presentan en los Estados cuando se resuelven determinadas controversias.
¿Qué peligro corremos de que nos condenen por incumplimiento del fallo del 2012?
Uno nunca sabe qué va a decir la Corte Internacional de Justicia. Eso es una incógnita. Anticiparse a eso es complicado.
Pero si se declara competente, es como si la Corte también estuviera asumiendo el papel de una especie de policía internacional que vigila que los fallos se cumplan, algo que francamente no es su función...
Precisamente, uno de los argumentos que está sosteniendo Colombia es que la Corte no es un órgano que pueda hacer seguimiento del cumplimiento de sus fallos. Si la Corte Internacional se dedicara a eso, con todos los pleitos que ha tenido desde el año 1946, tendría que cambiar completamente su vocación y sus funciones y dedicarse a ser una policía internacional.
Con la segunda demanda, Nicaragua pretende extender su plataforma continental ampliamente hacia los límites de Colombia. Nuestro argumento es que eso ya fue cosa juzgada en la sentencia del 2012. ¿Qué fuerza tiene ese argumento?
Fíjese lo curioso. En las audiencias que finalizaron el viernes pasado, Colombia defendió el fallo de 2012, como un elemento definitivo para evitar que la Corte Internacional de Justicia acoja la pretensión de Nicaragua de la plataforma continental.
El argumento de Nicaragua es que, en ese fallo precisamente, dejó abierta la puerta para futuros reclamos limítrofes sobre Colombia...
Nicaragua no se puede valer de subterfugios para tratar de modificar lo que la Corte ya decidió. El fallo de 2012, unido al de 2007, fue una derrota política y jurídica para Nicaragua.
Si fue así, nos la han ocultado muy bien…
El Gobierno de Nicaragua la ha ocultado muy bien, ayudado por el hecho de que en ese país no hay libertad de prensa. Pero, incluso, las reacciones derrotistas que se presentaron en Colombia sobre el fallo de 2012 ayudaron al Gobierno nicaragüense para presentar el fallo como si fuera favorable a ellos. Tan no lo fue que Nicaragua volvió a demandar a Colombia para obtener lo que la Corte le negó con el fallo del 2012.
Esa es una manera de mirarlo. La otra es que a Nicaragua le fue tan bien en La Haya que ahora viene por más…
Nicaragua quiere volver otra vez a tratar de que la Corte, con cualquier subterfugio, le reconozca lo que ya le rechazó.
Estas dos nuevas demandas están íntimamente ligadas con la anterior. ¿No fue una desventaja entonces cambiar el equipo colombiano, mientas Nicaragua persiste en el mismo de siempre?
Porque Nicaragua es el país que más pleitos ha tenido ante la Corte Internacional en su historia. Colombia no ha sido así. Nicaragua ha mantenido durante muchos años pleitos con todos los vecinos y no vecinos, y para eso tiene un equipo de gente que se va cambiando de sombrero, dependiendo del caso.
Aquí también tenemos abiertos unos diferendos muy graves, entre otros con Venezuela. Eso me recuerda que usted era canciller cuando el grave caso de la corbeta Caldas, que el gobierno de Barco tuvo que retirar de aguas limítrofes que consideramos nuestras. ¿Qué tan cerca estuvimos entonces de una guerra con Venezuela?
Muy cerca. Mejor dicho, Venezuela estuvo muy cerca, ad portas de invadir a Colombia.
Que lo diga usted…
La prudencia, el cuidado y el patriotismo del presidente Barco, de retirar en un momento determinado la corbeta, nos salvó de un conflicto que hubiera podido tener unas consecuencias irreparables en las relaciones entre los dos países, y que las próximas generaciones hubieran tenido que llevar a cuestas.
Y ahí varado quedó el diferendo con Venezuela…
Pero quedó perfectamente claro, ante la comunidad internacional, que hay una controversia entre Colombia y Venezuela sobre la delimitación de las áreas marinas y submarinas en el golfo de Venezuela y las áreas adyacentes. Lo que tiene que tenerse en cuenta es que Venezuela no ha aceptado, como nosotros lo hicimos, la jurisdicción obligatoria de la Corte Internacional de Justicia ni otro tipo de salida arbitral y prefiere la solución directa a las controversias entre los Estados.
Ya vimos un intento de Maduro de tomarse aguas colombianas con las Zodimain…
En ese asunto de las coordenadas que incluía la Zodimain, Colombia hizo una reclamación.
Tardía…
Pudo haberse demorado un poco. Pero el Gobierno dijo que porque se estaba analizando la situación. De todas maneras Venezuela aceptó que hay una controversia.
¿Qué sacamos con ese reconocimiento si, a esta hora, Venezuela usa y usufructúa las aguas en litigio, y Colombia ni se asoma por allá?
Colombia ejerce su oposición permanente a esa situación. No puede generarse un derecho por acción de la fuerza utilizando fragatas, corbetas, aviones. Porque entonces habría países que no tendrían derecho a los espacios marítimos como Costa Rica, que, como no tiene ejército para estar patrullando sus aguas, estaría condenada a una costa seca.
¡Cuánta historia patria tiene usted para contar! ¿Le constan otros momentos en los que haya estado Colombia en riesgo de una invasión venezolana?
No puedo señalar exactamente que hayamos tenido otros peligros bélicos. Sí hemos tenido crisis muy complicadas porque las relaciones con Venezuela son de montaña rusa. Un día estamos de íntimos, nos damos abrazos, vamos a la Quinta de San Pedro Alejandrino, se intercambia la espada del Libertador, etc., y otro día estamos al borde de una crisis armada. Así ha sido la historia desde la disolución de La Gran Colombia, en 1830, hasta nuestros días. Y así seguirá siendo. Colombia tendrá que manejar lo que vaya viniendo con pragmatismo.
¿Podemos contar con Cuba para una contención bélica de Venezuela?
No creo que Venezuela esté en esas. Pero Cuba ha demostrado habilidad, pragmatismo para pasar de país promotor del terrorismo, en las listas de los Estados Unidos y de otros países europeos, a constituirse en el gran conciliador y facilitador de la paz. Eso debe ser una garantía para Colombia.
¿Terminadas las audiencias en La Haya, los colombianos nos podemos ir a dormir tranquilos con la demanda de Nicaragua?
Esperemos. La Corte Internacional de Justicia debe entender perfectamente que lo que está tratando de hacer Nicaragua es, como se dice en el argot familiar, ‘respirar por la herida’. Tratar por todos lados de que lo que le negó la Corte en el fallo anterior se lo reconozcan ahora.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO
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