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Gobierno

Drogas, un tema sensible con el nuevo líder estadounidense

"Hemos querido tener siempre unas buenas relaciones con el Partido Demócrata y con el Partido Republicano. Ha sido tradición", reaccionó el presidente Juan Manuel Santos tras el triunfo de Trump.

"Hemos querido tener siempre unas buenas relaciones con el Partido Demócrata y con el Partido Republicano. Ha sido tradición", reaccionó el presidente Juan Manuel Santos tras el triunfo de Trump.

Foto:Jonathan Ernst / REUTERS

Sin certeza de decisiones de Trump hacia Colombia, expertos dicen que no habría cambios inmediatos.

Redacción El Tiempo
Nadie duda de que Donald Trump va a introducir cambios significativos en la política internacional de los Estados Unidos. Eso es una certeza. Pero de ahí a que se pueda precisar hoy con rigor su impacto profundo sobre Colombia, hay mucho trecho.
Frente a cualquier cambio en la Casa Blanca, Colombia se siente tranquila porque ha logrado comprometer a republicanos y demócratas en el apoyo a las líneas gruesas de las relaciones en los últimos 15 años. El Plan Colombia es el mejor ejemplo.
“Hemos querido tener siempre unas buenas relaciones con el Partido Demócrata y con el Partido Republicano. Ha sido tradición”, reaccionó el presidente Juan Manuel Santos tras el triunfo de Trump.
También recabó en que Colombia espera “continuar siendo el socio estratégico de Estados Unidos en América Latina”.
La agenda Bogotá-Washington, por lo demás, está atravesada hoy fundamentalmente por temas de mercado, derechos humanos, paz y drogas. Y Colombia no es prioridad en ninguno de esos temas para Estados Unidos, salvo en el caso de las drogas.
Trump ni siquiera pronunció el nombre de nuestro país durante su campaña, pero sí es previsible que haya cambios en la percepción de Washington sobre el tema de las drogas con Colombia.
Este asunto se vuelve el más sensible por rebote, porque es, de todos, el que más les interesa a los estadounideneses por ser un tema de seguridad nacional.
Hay que tener en cuenta que el presidente Santos ha logrado llevar a los principales foros internacionales la idea de un manejo de las drogas basado en la persecución de los eslabones más fuertes de la cadena y el tratamiento de los consumidores como un asunto de salud pública, diferente al impuesto por Washington de la represión generalizada.
El punto es que, como dice Hernando Zuleta, director del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes, “los republicanos han sido más sensibles al tema de las drogas”, por lo que –advierte– este tema podría recobrar más importancia en la agenda bilateral ahora, con el magnate en la Casa Blanca.
Zuleta aseguró que hay razones para que eso ocurra, pues en el 2015 el cultivo de coca en Colombia llegó a 159.000 hectáreas, una cifra que no se veía desde 2007 y que representa un aumento del 42 por ciento con respecto al 2014.
El excanciller Camilo Reyes, uno de los diplomáticos colombianos más estudiosos de las relaciones entre los dos países, también advirtió que el tema de las drogas puede irrumpir con más fuerza. “Es probable que las drogas vuelvan a adquirir prioridad en la agenda”, dijo.
Colombia podría explicar que el aumento en los cultivos de coca no ha ido de la mano con la producción de cocaína en el mismo nivel, y que las Farc, a las que Washington han considerado un “cartel”, se han comprometido a ayudar en la lucha contra el fenómeno ahora en su tránsito a la vida civil, pero esto podría tomar tiempo.

La paz

El presidente Santos logró comprometer el apoyo directo del presidente Barack Obama al proceso de paz con las Farc. Su secretario de Estado, John Kerry, se reunió con los líderes de esa guerrilla en sus viajes a La Habana, y se designó un enviado especial permanente que ha estado atento al desarrollo de las negociaciones.
No es muy dable pensar que Trump mantenga ese nivel de apoyo ahora. Muchos, de hecho, señalan la importancia que las Farc hayan firmado de un nuevo acuerdo que interprete de alguna manera las objeciones de la oposición.
El líder republicano de Florida, Mario Díaz Balart, le dijo esta semana a La W que cree que Trump podría tener una mirada muy distinta a la de Obama sobre las Farc.
“Nuestro próximo presidente no tiene experiencia pública (...), pero espero que tenga personas que sí entiendan mucho mejor nuestro hemisferio; y en el caso de Colombia, que entiendan que las Farc son un grupo terrorista, designado así por Estados Unidos, y hay que tratarlas como eso”, dijo Díaz Balart, a quienes algunos dan como muy cercano de Trump.
El líder republicano, miembro del comité que aprueba la ayuda económica a Colombia en el Congreso estadounidense, es partidario de este apoyo, pero advirtió que su referente es el expresidente Álvaro Uribe, líder de la oposición a Santos.
“Cuando viene el caso de Colombia, al que trato de escuchar, al que trato de mirar, el que trato de que sea mi guía es el presidente Álvaro Uribe. Uribe es muy claro, no se ha confundido, es el que ha salvado a Colombia y sigue luchando por su bienestar”, dijo el congresista.
Ahora que se va Obama y que a Santos también le queda menos tiempo en la Casa de Nariño, Uribe va a tratar de echar puentes con el gobierno de Trump.
El trino de Uribe, tras conocer el triunfo del republicano, fue muy efusivo: “Felicitaciones, presidente Trump; el narcoterrorismo de Colombia y la tiranía de Venezuela son los grandes enemigos de nuestra democracia”.

El tema comercial

En el campo comercial, no está muy claro lo que pase con Trump. Su amenaza de eliminar los tratados de libre comercio con todo el mundo (en el que cabría el de Colombia, que no es el más importante) no está clara.
Para todos los efectos, como dice el excanciller Jaime Bermúdez, “no hay que olvidar que los presidentes estadounidenses tienen que contar, para sus decisiones, con instituciones sólidas”.
El también excanciller Julio Londoño ratifica esa tesis al asegurar que “el proceso de toma de decisiones en Estados Unidos es más complejo de lo que se piensa, y un nuevo presidente no puede hacer cambios en la política exterior de la noche a la mañana”.
Por el momento, solo hay que esperar.
EDULFO PEÑA
Editor de política de EL TIEMPO
Redacción El Tiempo
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