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¿Qué tan importante sería un cese del fuego definitivo de las Farc?

El viceprimer ministro de Irlanda del Norte habla de su visión sobre el proceso de paz en Colombia.

El viceprimer ministro de Irlanda del Norte, Martin McGuinness, cofirmante de la paz con el Ira y miembro de su brazo político, Sinn Féin, habla con María Isabel Rueda de su visión sobre el proceso de paz en Colombia.
¿Qué lo trae a Colombia?
Vine a apoyar el proceso de paz que se está gestando en Colombia, como alguien que ha estado muy envuelto en otros importantes procesos de paz en el mundo, comenzando por el de Irlanda. He venido a reunirme con el presidente (Juan Manuel) Santos (hoy martes) y con otros colombianos interesados por la paz, incluyendo a la oposición.
¿Viene a apoyar el proceso de paz o a dar directrices, de acuerdo con la experiencia en Irlanda?
No me corresponde dirigir el proceso de paz en Colombia. Ni decirle al presidente Santos, ni a nadie que esté involucrado, qué hacer o cómo conducir el proceso. Ninguna situación es igual. Nuestra organización ha estado involucrada en muchas situaciones, como en Filipinas, en Bagdad, en Irak, en Sri Lanka, y ningún conflicto es igual. Pero hay un número de lecciones que se pueden aprender.
¿Qué sabe usted de las Farc y del Eln? ¿Ha tenido o tuvo contactos previos?
No conozco a sus representantes. Sé que ha habido un conflicto con el Estado colombiano por décadas, lo mismo que nosotros con el gobierno británico. Pero sé lo suficiente para asegurar que, si las partes se han puesto de acuerdo, como parece que ha sucedido aquí entre el Gobierno y las Farc en La Habana, algo muy importante está sucediendo, pues parece haber un reconocimiento de que las negociaciones se necesitan. Se lo pongo así: estuve envuelto en el Ira y concedimos un cese del fuego en 1994. Si yo me hubiera opuesto, el Ira estaría todavía combatiendo al ejército británico hoy mientras estamos hablando usted y yo aquí.
¿Fue un cese del fuego bilateral o unilateral?
Unilateral. No porque creyéramos que el gobierno británico era serio acerca de la paz. Pero si el Ira pactaba un cese unilateral del fuego, eso pondría presión sobre el gobierno británico y sobre los partidos políticos del norte de Irlanda para sentarse a negociar. Eso sucedió en 1994. El cese del fuego duró dos años, se rompió en 1996 y no fue restaurado sino hasta las elecciones generales británicas de 1997, cuando Tony Blair llegó al poder y entramos formalmente a negociaciones en agosto. En abril de 1999 firmamos el ‘Acuerdo de Viernes Santo’ (‘The good friday agreement’).
¡Cómo sería de bueno que en Colombia pudiéramos firmar el ‘acuerdo de Viernes Santos’!
(Risas). Obviamente, ese acuerdo fue muy, muy importante. Tuvimos que convencer a Tony Blair de que éramos serios acerca de nuestras intenciones de paz. Y Blair a nosotros de que ellos también lo eran. Lo logramos.
¿Cómo construir confianza en medio de un conflicto que lleva 50 años?
Nuestro conflicto con los británicos duró 800 años. Ocho siglos. Luego, nada es imposible. Si nosotros lo hicimos, los colombianos también pueden.
El conflicto irlandés tenía ingredientes religiosos. El nuestro con las Farc no…
No diría eso de nuestro conflicto, que básicamente era por la ambición del gobierno británico de mandar en Irlanda.
Los irlandeses querían gobernar su territorio. Aquí las Farc quieren gobernar el país…
Supongo que hay una diferencia. Pero, en cuanto a mi experiencia, no solo fui miembro del Ira (Ejército Republicano Irlandés), sino del Sinn Féin (el brazo político del Ira), que en ese momento era una fuerza política muy importante. Y, como tal, fui negociador del ‘Acuerdo de Viernes Santo’. Las Farc, en cambio, están negociando por sí mismas. Cuando concluimos las negociaciones, lo primero que logramos fue que a la gente la eligieran tanto para el parlamento como para formar el gobierno. A mí me escogieron como Ministro de Educación.
¿Es lícito que una guerrilla en negociación tenga un brazo político o esa es una mezcla envenenada?
Diría que el Sinn Féin fue el que convenció al Ira de que debía comprometerse con un cese unilateral del fuego en 1994. Decían que éramos fuertes porque teníamos detrás al Ira, pero ese argumento habría sido cierto si el Ira hubiera estado violando el cese del fuego y matando soldados. Pero lo que hizo el Ira fue darles espacio a los políticos para que llegaran a una solución del conflicto. No habría estado de acuerdo en que el Ira hubiera utilizado su músculo militar para fortalecer al Sinn Féin. Más bien nos habríamos debilitado, porque teníamos mucho apoyo político. Es un reto que tienen las Farc: demostrar que van a tener apoyo político.
Insisto: ¿es posible militar al mismo tiempo en la lucha armada y en la política?
Pues hoy en Irlanda no hay Ira; yo pertenezco al gobierno, y efectivamente removimos al Ira del todo. Aparecen pequeños grupos no representativos a los que les gusta llamarse Ira, pero no lo son. Queremos ver el fin del gobierno británico en nuestro país, pero hoy ansiamos que eso ocurra solo por medios pacíficos.
¿Como convencer a la gente en un proceso como este de que no se impaciente?
Lideré una delegación de Sinn Féin a Sudáfrica, por un pedido de Nelson Mandela en 1997. Dijo una cosa muy importante: “Lo más difícil será negociar con su propia gente”.
Además tenemos que atraer a la opinión pública. Una de cada cuatro personas quiere la paz, pero dos de cada tres no creen que se vaya a lograr….
Uno se sorprende de saber que la gente siempre está más adelante de los políticos. En mi país, la gente quería la paz, pero les hacía falta alguien que los liderara. Eso traté de hacer y creo que es lo que el presidente Santos intenta, por lo que le doy total crédito. En cuanto a los que están contra el proceso de paz en Colombia y están dispuestos a vivir con el conflicto por décadas y décadas... ese no es liderazgo. Liderazgo es estar preparado para negociar e imponer un acuerdo incluyente en Colombia.
Ustedes salieron derecho del ‘Acuerdo del Viernes Santo’ al parlamento. Pero en Colombia, 9 de cada 10 colombianos no quieren impunidad…
En nuestra negociación acordamos la liberación de los presos con el gobierno británico, y este aceptó. Pero fue una liberación condicional. La razón es que el gobierno británico reconoció que los prisioneros eran un elemento muy importante, si estas personas estaban dispuestas a reconocer la naturaleza del conflicto y a defender la paz. Ello los hacía merecedores de importantes concesiones. Eso es difícil de aceptar para las víctimas.
Entonces, ¿cómo evitar ser injustos con las víctimas?
No podemos olvidar lo que sucedió en el pasado, pero no debemos permitir que el pasado sea una soga que cuelgue de nuestros pescuezos para construir el futuro. Hay que lidiar con las necesidades de las víctimas estableciendo un menú de opciones. Porque algunas víctimas quieren gente en la cárcel; otras solo quieren la verdad, y otras, solo que las escuchen porque creen que las olvidaron.
¿Existe la medida ideal de cuánta justicia puede ser sacrificada en aras de la paz?
Cuando usted entra en un genuino proceso de negociaciones inclusivas debe medir eso sobre la base de que no va a obtener todo lo que usted desea. Nosotros queríamos un gobierno soberano e independiente de una república irlandesa, y no lo obtuvimos. Pero logramos compartir el poder sobre la base de la igualdad. El compromiso está en el corazón de la negociación. Si no se está preparado para comprometerse, no hay ningún punto en ir a la mesa de negociación. Y eso se aplica para todo el mundo. Todos tienen que hacer compromisos. Nos encontramos en un escenario donde la justicia no puede ser un negativo en el proceso. Eso impone un gran compromiso para el Gobierno y, particularmente, de grupos que intentan utilizar a las víctimas contra el proceso.
Ustedes llevan 17 años viviendo el posconflicto. Nosotros apenas lo vamos a comenzar. Pero la gente en Colombia cree que firmaremos el papel de la paz y ya…
Nadie debe quedarse en las ilusiones de firmar un acuerdo y de que ese es el final de los problemas. Es una esperanza que pueda ponerse fin a la violencia, pero habrá tensiones, y un aspecto muy importante de las resoluciones del posconflicto es el proceso de la reconciliación. Los líderes deben liderar y las comunidades deben brindar apoyo al liderazgo. Las cosas podrán volverse impopulares, incluso mucho después de haberse firmado la paz. Le pongo un ejemplo. Hace 18 años la reina de Inglaterra visitó Irlanda del norte y la gran pregunta es si nos encontraríamos o no. Resolvimos estrechar nuestras manos. A muchos no les gustó, pero era lo que teníamos que hacer.
¿Hay alguna diferencia en que a la paz en el Reino Unido la respaldó la monarquía, y aquí la está luchando un Presidente que está débil en las encuestas?
Hemos tenido una buena situación en los últimos años que no hubiera sido posible sin un fuerte liderazgo político. La monarquía no jugó ningún papel. Fueron los políticos los que construyeron el acuerdo.
¿Qué consejo le dará hoy al presidente Santos para empujar este proceso?
Sabíamos que tendríamos que convencer a Tony Blair de hacer la paz, pero él también a nosotros. Teníamos que impresionarnos mutuamente sobre nuestra seriedad. Aproximarnos en una manera pública. Eso hicimos.
¿Cómo resolvieron el problema de la entrega de las armas?
La administración conservadora de John Major solía sacar a relucir el tema de las armas como un obstáculo para que Sinn Féin se involucrara en las conversaciones de paz, y Tony Blair, cuando fue elegido, removió ese obstáculo y nos involucró en las conversaciones. ¿Cómo más me impresionó Tony Blair? Cuando me dijo que los británicos eran tan responsables como cualquiera otro del conflicto. Nunca un primer ministro británico había reconocido eso. Me impresionó. Y que el IRA hubiera sido capaz de sostener el cese del fuego lo impresionó a él. Las partes tienen que convencer a sus oponentes de que son serias, y la única forma de lograrlo es haciendo gestos importantes.
Por último, ¿cree que es imperativo que las Farc entren en un proceso de cese del fuego unilateral para poder avanzar?
No puedo decirles lo que deben hacer, pero sí les puedo decir qué nos funcionó en Irlanda del Norte: adelantar conversaciones de paz en un ambiente de paz. Eso fue muy, pero muy importante.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO
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